Por Sandie Freed
Días atrás me despertó la voz del Señor que me decía: “Es tiempo de levantarse con la impartición de Ezequiel para profetizarle a los huesos secos. Porque lo que es imposible ver en el plano natural, ahora será posible a través de los ojos de la fe y una unción fresca. Este es el tiempo para acceder a la dimensión que no se ve”.
También me habló de otras cosas de las que hablaremos en breve. Por ahora, quiero enfocarme en el hecho que existe una unción fresca, un manto fresco que cada uno de nosotros recibiremos desde el Cielo. Esta unción soltará vida en cada área que parece desolada, seca y muerta. Esta unción también está ligada al poder de la resurrección. Santos de Dios, ¡es tiempo de comenzar a acceder a lo que no se ve con nuevas fuerzas, enfoque y fortaleza!
Permítanme alentarlos hoy. Tomen un momento para hacer una pausa y reflexionar en la verdad que Dios nos está fortaleciendo, está depositando un nuevo manto sobre nosotros, para que podamos comenzar a profetizarle y hablarle a lo que parece muerto, sin esperanza y desahuciado, para que comience a fructificar una vez más.
Romanos 8:9-11 nos dice que el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos está en nosotros, porque Él vive en nosotros. Creo que esto significa que ciertamente resucitaremos de la muerte, como Cristo, pero también tenemos el poder divino en nosotros para resucitar situaciones o promesas muertas que parecen completamente separadas de nosotros.
“Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes” (Romanos 8:9-11).
Cuando Dios señala un área donde debemos comenzar a profetizar, nos entrega el poder (mientras hablamos su voluntad perfecta) para cambiar lo que parece imposible. Muchos creyentes sintieron que se cortó su futuro. ¿Cómo es eso? ¿Cómo podemos sentirnos separados del cumplimiento de nuestro destino? Amados, la respuesta descansa en la revelación que recibimos mientras estudiamos cuidadosamente el tiempo presente de Dios, a la luz de Ezequiel 37. Profundicemos juntos en esto. Permítanme continuar escribiendo más acerca de ser separados de nuestro destino a lo largo de este artículo. Preciosos creyentes, ¡permítame asegurarles que es tiempo de poseer sus promesas proféticas!
El tiempo es ahora
Hebreos 4 es uno de mis capítulos favoritos. En este capítulo en particular recibimos aliento para combinar nuestra fe con la Palabra del Señor y entrar en nuestra Tierra Prometida. Esta tierra es tanto un lugar lleno de promesas como un lugar para descansar. Sabemos hoy que como creyentes del Nuevo Pacto, esta tierra no es sólo un terreno. Jesucristo es nuestra Tierra Prometida de reposo. Descansamos en Él y en la obra terminada de la Cruz.
Así como Israel tuvo que pelear por su Tierra Prometida, también debemos enfrentar un enemigo en nuestro territorio. El Señor también me habló muy claro que en este tiempo pelearemos contra el “agorero”. ¡Manténgase alerta! El espíritu de agorero es un demonio que profetiza mentiras sobre nosotros. Habla totalmente lo opuesto a lo que dice Dios respecto de nosotros y nuestro destino. Es una fortaleza que se conecta directamente con lo oculto. Esto significa que un espíritu de adivinación tratará de esconder la revelación. Amados, no escuchen las mentiras del enemigo durante este tiempo. Tratará de desenfocarnos de nuestro avivamiento, para esperar un desierto sin esperanzas.
Nuestro tiempo es “hoy” y “como Él es el mismo hoy, poseeremos lo que Dios nos entregó” (vea Hebreos 4:1-6). Dios nos está entregando un manto para llamar a existencia a nuestro futuro, hablarle a lo que parece perdido y cortado, para poseer lo que nos pertenece por derecho como hijos de Dios. Entonces, siga leyendo y veamos cómo hacer esto juntos.
Profetice hacia nuestro futuro
Ezequiel fue un ejemplo de alguien que recibió un manto con autoridad para hablarle a la situación, con el propósito de ver lo que Dios manifestará. En Ezequiel 36:21-24 leemos que Israel estaba dispersado y la voluntad de Dios era reunirlos en su propia tierra. Luego en Ezequiel 37:1-14, leemos cómo Dios instruyó a Ezequiel para que le hablara a la situación desoladora:
“La mano del Señor vino sobre mí, y su Espíritu me llevó y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Me hizo pasearme entre ellos, y pude observar que había muchísimos huesos en el valle, huesos que estaban completamente secos. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos? Y yo le contesté: Señor omnipotente, tú lo sabes. Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: ¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Así dice el Señor omnipotente a estos huesos: Yo les daré aliento de vida, y ustedes volverán a vivir. Les pondré tendones, haré que les salga carne, y los cubriré de piel; les daré aliento de vida, y así revivirán. Entonces sabrán que yo soy el Señor. Tal y como el Señor me lo había mandado, profeticé. Y mientras profetizaba, se escuchó un ruido que sacudió la tierra, y los huesos comenzaron a unirse entre sí”.
“Yo me fijé, y vi que en ellos aparecían tendones, y les salía carne y se recubrían de piel, ¡pero no tenían vida! Entonces el Señor me dijo: Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de vida y dile: Esto ordena el Señor omnipotente, ven de los cuatro vientos, y dales vida a estos huesos muertos para que revivan. Yo profeticé, tal como el Señor me lo había ordenado, y el aliento de vida entró en ellos; entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Era un ejército numeroso! Luego me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Israel. Ellos andan diciendo: Nuestros huesos se han secado. Ya no tenemos esperanza. ¡Estamos perdidos! Por eso, profetiza y adviérteles que así dice el Señor omnipotente: Pueblo mío, abriré tus tumbas y te sacaré de ellas, y te haré regresar a la tierra de Israel. Y cuando haya abierto tus tumbas y te haya sacado de allí, entonces, pueblo mío, sabrás que yo soy el Señor. Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré. Lo afirma el Señor”.
Espero que hayan notado las palabras en este pasaje anterior. Tomen algún tiempo para releer este pasaje. Mientras meditan acerca del significado espiritual de esta Escritura, notarán que existen muchas dimensiones de cumplimiento profético divino a las que podemos ligar nuestra fe y ver la resurrección de lo que una vez estuvo muerto, perdido y fuera de nuestro destino:
1. Cuando Dios me indicó que profetizara la palabra del Señor, el futuro y el destino comenzaron a unirse para llegar a su cumplimiento. ¿Pueden detenerse un momento y usar su imaginación? Cuando Ezequiel profetizó la voluntad de Dios sobre esos huesos, comenzaron a unirse. ¡Imagínense a los huesos secos y muertos resucitando por la palabra del Señor y volviéndose a unir para estar completos!
Ahora imagínense sus profecías que no se cumplieron desparramadas, resucitando y volviéndose a unir una vez más. Profecía por profecía, palabra por palabra, ¡levántense con vida y únanse para llegar a su cumplimiento! ¡Wow! ¿Esto no es asombroso?
2. ¡Dios “sostuvo” las palabras que habló! Sí, Dios puso su mismo aliento en esos huesos a los cuales Ezequiel les profetizaba. Imagínense la vida entrando en sus propias circunstancias que parecen muertas y desoladas. ¡Dios está soplando vida ahora mismo en cada área donde nuestra esperanza quedó postergada!
3. ¡Hubo poder de resurrección que se soltó en esos huesos secos! Amados, una vez más, permítanme recordarles que mientras le profetiza a su destino, el mismo poder que resucitó a Cristo, vive también en nosotros. ¡Esperen sus avivamientos personales!
4. ¡Se levantará! Qué aliento del Señor estamos recibiendo ahora mismo. Nos levantaremos y no seremos derrotados en este tiempo. Cuando Dios resucita algo en nuestra vida, sea que resuciten nuestros sueños, visiones, esperanzas o promesas, quiere que nos paremos en la victoria que ya ganó en la Cruz. Esto significa que debemos atar nuestra fe a lo que el Señor nos está prometiendo hoy y pararnos en esa promesa. Cuando vemos el avivamiento, debemos mantenernos en pie y continuar para cerrarle la puerta al espíritu agorero que miente y declara que sólo habrá destrucción, devastación y circunstancias vergonzosas en nuestro futuro cercano.
5. ¡Ya no estaremos separados de nuestra plenitud en cada área de nuestras vidas! Dios tiene un plan para nuestras vidas y está vigilando cada una de sus palabras acerca de nosotros. Nos está prometiendo que reunirá todos los detalles de nuestro cumplimiento.
Hijos e hijas, este es nuestro tiempo para dejar ir toda duda e incredulidad. Dejemos ir nuestros pensamientos religiosos que nos hacen creer que Dios hará las cosas por el camino que esperamos. Dios soplará en nuestras circunstancias, pero sus caminos para reunir todas las cosas podrán desafiar nuestras maneras de pensar.
Recientemente escribí un libro que los ayudará a aprender cómo dejar atrás todo aquello que nos limita. En mi libro discuto áreas muy extensas que podrían impedirnos experimentar y demostrar el poder de Dios. Estas son algunas de las cosas que necesitan dejar ir de sus vidas:
• Presión por alcanzar resultados (debido a desempeños religiosos)
• Orgullo
• Confianza en sí mismo
• Esfuerzos por agradar a Dios en nuestras propias fuerzas
• Actitudes derrotistas
• Pasiones suprimidas
• Corazón endurecido
• Desengaños
• ¡Y mucho más!
Les recomiendo este libro porque sé que Dios tiene muchas cosas que ustedes deben alcanzar en su fuerza. Cuando los huesos se unieron, como lo profetizó Ezequiel, fue Dios quien produjo ese cumplimiento, no el profeta. La responsabilidad de Ezequiel era ser obediente a las directivas del Señor. Sí, Dios ungió sus palabras, pero la vida de resurrección vino de Él. Creer que nosotros, por nuestras propias fueras, podemos hacer esto sin estar ungidos con su poder, nos llevará hacia la derrota total en este tiempo. Será una relación y no una religión la que nos capacitará para la victoria en este tiempo.
Permítanme orar por ustedes:
Padre, oro por cada lector en este día. Oro para que sus ojos sean abiertos a las verdades de tu Palabra y se fortifique Tu identidad en ellos. Oro para que la esperanza y la fe se levante dentro de cada uno de ellos y sean llenos del poder para ver sus futuros y comenzar a decretarlos una vez más. Gracias Señor, por resucitar lo que parecía muerto y estéril. Señor, ¡nunca nos perseguiste! Gracias porque nos alentaste hoy con esta promesa profética. En el Nombre de Jesús, ¡Amén!
Dr. Sandie Freed
(www.elijahlist.com)