Por Bladimiro y Magui Wojtowicz
Regresaba a mi casa conduciendo después de una reunión donde tuvimos que confrontar una situación bastante desagradable con personas que levantaron calumnias en contra nuestra. El cielo era de un color gris plomo porque estaba a punto de desatarse un aguacero. Como el trayecto hasta mi casa era largo, siempre aprovechaba para orar y meditar en las cosas que me pasaron durante el día.
Si bien salimos bien parados de esa reunión, donde nos limitamos a presentar la verdad y dejar que ella misma confrontara al espíritu jezabélico que nos estaba atacando, no podía tener una sensación de victoria. Aunque llevo cincuenta años dentro de las filas de la Iglesia de Jesucristo y en ese tiempo he visto situaciones de todo tipo y color que pudieran desafiar la imaginación más prolífica, todavía me resisto a aceptarlas como “normales” entre personas que se dicen hermanos.
Gente carnal
Una cosa es ver gente mundana que se levanta para mentir y tramar acciones descaradamente en contra de otros. Pero cuando hablamos de gente dentro del Cuerpo de Cristo, siempre me produce una sensación por demás desagradable. Como en este caso, las personas quedaron mudas cuando fueron confrontadas por la Verdad, pero aún así no podía sentir que había ganado ninguna batalla. En realidad, en estas situaciones nunca existen ganadores y perdedores, siempre pierde el Cuerpo de Cristo porque la calumnia y la mentira lesionan la comunión entre hermanos. Como profeta de Dios aprendí hace muchos años que tener la razón no implica ganar, porque siempre habrá daños colaterales que no podremos eludir y tendremos que afrontar. Como ocurrió en este caso.
Estrategia jezabélica
La estrategia principal del ataque del espíritu de Jezabel es la seducción, porque a través de ella tratará de hacernos bajar nuestras defensas espirituales y aceptar las pautas que nos imponga. Jezabel siempre comenzará empleando palabras lisonjeras para adularnos y hacernos creer que la persona que nos habla es “buena y sólo busca lo mejor para nosotros”. Cuando en realidad es un espíritu perverso que hará todo lo posible para destruir nuestro destino. Cuando Jezabel se asomó por la ventana del palacio para saludar a Jehú, sabiendo lo que había hecho y de dónde venía, lo hizo con la cara pintada con antimonio.
El pasaje de 2 Reyes 9:30 dice: “Cuando Jezabel se enteró de que Jehú estaba regresando a Jezrel, se sombreó los ojos, se arregló el cabello y se asomó a la ventana”. En la versión RV dice que se pintó con antimonio. Esta es la primera clave de la secuencia de un ataque jezabélico. Tratará de seducirnos, asumiendo una apariencia de bondad que nunca tuvo. El objetivo es hacernos bajar la guardia y aceptar las palabras maldicientes de ese espíritu inmundo. Jezabel sabe muy bien lo que hace y lo que viene sobre ella si no logra seducirnos con sus palabras. Pero una de las cosas que aprendí como profeta es que los hijos de Dios tenemos la capacidad de aprender de nuestros errores y corregir nuestro camino según la dirección del Espíritu Santo.
Los demonios no tienen esa capacidad porque fueron destituidos de la presencia de Dios. En consecuencia, los demonios no pueden aprender de sus errores y revertir su conducta, sólo conocen una manera de hacer las cosas. Ante cada nuevo escalón en nuestro desarrollo espiritual dentro del Reino de Dios, siempre aparecerá Jezabel para tratar de seducirnos y hacernos quedar estancados en el mismo lugar. Si el espíritu de Jezabel aprendiera de sus errores, cambiaría sus tácticas de seducción, pero siempre usa las mismas.
Palabras lisonjeras
Antes de comenzar a hablar con estas personas, en lugar de reconocer su error por haber manoseado un manto de autoridad ministerial que nunca debían haberse atrevido a tocar, se deshicieron en halagos de todo tipo. Con los años aprendí que el reconocimiento siempre es bueno cuando llega a tiempo, por medio de las personas correctas y en su justa medida. Cuando el reconocimiento no respeta estas tres condiciones, se transforma en adulación y esa es la voz del espíritu de Jezabel. En mi caso, estas personas pasaron casi media hora hablando de la tremenda bendición que mi esposa y yo éramos para el Cuerpo de Cristo y para ellos, que reconocían y respetaban nuestra autoridad profética en el Reino y una cantidad interminable de frases melosas por el estilo. A esas alturas no quedaba duda que la confrontación que el Señor me advirtió el día anterior contra Jezabel ya se había entablado.
“Soy la víctima”
Poco tiempo después, pasaron de la adulación a la victimización. Como asumieron que me había creído todo lo que dijeron de nosotros sin reservas, se montaron en el rol de víctimas. Con la situación bajo control, continuaron hablando durante media hora más sin interrupciones. Una de las cosas que Jezabel jamás aprendió, es que cuando un profeta de juicio de la estirpe de Elías lo deja hablar, no busca enterarse de las cosas o una ocasión para ser cortés. Todo argumento jezabélico chocará de frente contra la Verdad sobre la cual están fundamentados los profetas de juicio. Esta es el arma que más temen las tinieblas.
La contradicción
Al poco tiempo comenzaron a contradecirse con sus propias palabras, sin caer en la cuenta de lo que estaban diciendo. Cuando me dieron la palabra, comencé a hacer un análisis de su proceder durante los últimos años. Otra de las cosas que Jezabel nunca aprenderá es que la historia escrita de los hechos en el Reino no admite discusiones. Entonces desde ahí me limité a declararle que la verdad no era la que estaban manifestando, porque los hechos no respaldaban su relato. En mi espíritu podía percibir el grado y el nivel de confrontación espiritual que se estaba desarrollando a nuestro alrededor. Jezabel se levantó sin contemplaciones porque quedó descubierta ante los hechos.
Sin consideraciones
Pero así como ocurrió con Jehú, no hubo misericordia contra este espíritu inmundo. Fue el punto final a uno de los ataques más cerrados que tuve que enfrentar en mi vida, por medio de gente perversa que afirmaba “proceder en el Nombre del Señor”. Durante diez días llegué al punto donde por momentos, literalmente me sentí morir. Cuando la presión que ejercía este espíritu sobre mi vida se intensificó hasta la agonía, sólo me quedaron fuerzas para arrojarme a los pies del Señor y clamar para que pusiera su mano sobre mi vida. ¿Por qué permitió que atravesara todo eso? Para conocer de primera mano lo que está ocurriendo con muchos líderes clave en el continente que no pueden admitir públicamente esta situación. Hoy reconozco que sobreviví por la intercesión y el clamor de mis hijos proféticos.
Mírame a los ojos
Cuando me vi postrado a los pies del Señor, se inclinó sobre mí y tocó mi cabeza con su mano. Me dijo que lo mirara a los ojos. En ese momento pude sentir que mi espíritu se volvió a llenar de esperanzas y volví a creer que llegaría victorioso al final del camino. La fuerza sobrenatural del Espíritu Santo me levantó y literalmente me puso de pie otra vez. Luego tuve una visión donde veía un corte transversal de una ola enorme y oscura dentro de la cual ocurrían toda clase de situaciones al mismo tiempo. El Espíritu Santo me indicó que mirara con más detenimiento y pude reconocer que esas situaciones eran pasajes de mi vida. Pude ver todos mis aciertos y mis errores al mismo tiempo. Todo estaba delante de mis ojos.
Cuando le pregunté al Señor por qué me volvía a mostrar todas las cosas que tanto me había costado olvidar, me respondió que siguiera observando la visión. Repentinamente y de una manera violenta, la ola se retrajo y el agua se retiró miles de metros mar adentro, dejando el lecho marino al descubierto. Luego de ver el color del agua y lo que traía la ola, para mi asombro el lecho estaba limpio y libre de toda contaminación. En ese momento oí tronar la voz del Señor desde el Cielo que decretó: “¡Tú estás limpio porque Yo te limpié con mi sangre, nadie tiene el derecho de señalarte porque eres mío!”.
Acto seguido el mar volvió con una ola inmensa que tenía más de cien metros de altura. Esta vez me estaba deslizando por la cresta de la ola y veía cómo la línea de la costa se acercaba a toda velocidad. El Espíritu Santo me dijo al oído: “Se terminó el tiempo de Jezabel, ya no tiene más argumentos con los cuales acusarte. Córtale la cabeza sin piedad porque para eso te levanté”. Días más tarde me encontraba delante de Jezabel tratándome de seducir como a Jehú, sólo que en mi caso no se pintó con antimonio, se adornó con palabras para adularme.
El pasaje de 2 Reyes 9:31-34 dice: “Al entrar Jehú por la puerta de la ciudad, ella le preguntó: ¿Cómo estás, Zimri, asesino de tu señor? Levantando la vista hacia la ventana, Jehú gritó: ¿Quién está de mi parte? ¿Quién? Entonces se asomaron dos o tres oficiales, y Jehú les ordenó: ¡Arrójenla de allí! Así lo hicieron, y su sangre salpicó la pared y a los caballos que la pisotearon. Luego Jehú se sentó a comer y beber, y dio esta orden: Ocúpense de esa maldita mujer; denle sepultura, pues era hija de un rey”. Si hacemos un análisis superficial de este pasaje, podríamos vernos tentados a condenar la actitud de Jehú. Pero no podemos olvidar que el propio Elías lo ungió como rey sobre la nación (1 Reyes 19:16).
Rango apostólico
Jehú tenía el rango apostólico para derribar el principado jezabélico que dominaba sobre la nación. En otras palabras, Jehú fue el brazo ejecutor del juicio que Elías le había encomendado. El ataque que el espíritu de Jezabel lanzó sobre el liderazgo en este tiempo no se puede detener sino por medio del accionar conjunto de los apóstoles y profetas que Dios levantó como señal sobre nuestro continente. Si no logramos detectar a tiempo este ataque, el liderazgo y luego el pueblo, recibirán los embates de este principado que los llevarán a bajar los brazos a metros de cruzar la meta. Así quedarán fuera de la tierra que lucharon tantos años por conquistar.
Sentimientos encontrados
Ni bien entramos con mi esposa en mi casa se desató un aguacero como muy pocas veces había visto. Mientras ella preparaba el almuerzo, me retiré a mi cuarto para oír un poco de música y hablar un rato con el Señor. Necesitaba descargar todos los sentimientos encontrados que llevaba por dentro. Aunque Jezabel tuvo que cerrar su boca porque se quedó sin argumentos ante la Verdad (porque la presencia del Señor estaba a mi lado de una manera tangible), no estaba feliz. Como afirmé antes, en las confrontaciones espirituales dentro del Cuerpo de Cristo no existen los ganadores y perdedores, siempre quedarán brechas abiertas que habrá que cerrar.
La cueva profética
Repentinamente, mientras oía un tema instrumental la presencia del Señor llenó la habitación y el mismo Rey en persona se paró a mi lado. Comenzamos a conversar de todo lo que había pasado y pude descargar todo lo que sentía. Necesitaba esconderme a solas con mi Señor. Luego me tomó de la mano y me llevó a un lugar muy hermoso. Era un jardín perfecto donde la grama no tenía ningún defecto, al punto que parecía artificial. Nos sentamos en una pérgola blanca y mientras hablábamos, aparecieron varios ángeles que me colocaron una armadura nueva, plateada y reluciente. El reflejo de la luz en ella era tan intenso que no podía mirarla de frente. Finalmente el Señor me entregó una espada nueva y sin uso. Medía unos dos metros y era muy aguda. La empuñadura era de oro con piedras preciosas.
Luego me llevó desde ese lugar hacia otro sector del jardín donde veía un camino recto de unos cuatro metros de ancho, pero no lograba ver hasta dónde llegaba, porque se perdía en el horizonte. El camino estaba hecho de piedras partidas de un color blanco intenso y la grama que lo rodeaba también era perfecta. A ambos lados del camino había una hilera de caballos blancos con armaduras de unos cinco metros de altura y sobre ellos unos ángeles enormes que tenían una espada de luz en sus manos. Mientras avanzábamos por el camino, el Señor iba en medio de nosotros, abrazándonos a mi esposa y a mí. Cuando caminábamos los caballos se paraban en dos patas y los ángeles señalaban con su espada hacia nosotros.
Guardia de honor
En ese momento el Señor se detuvo y nos dijo: “En este lugar nunca vas a ver a los que te persiguen en el plano natural, porque no tienen acceso a esta dimensión de mi Espíritu. Los ángeles guerreros y los caballos de guerra sólo le rinden honores a los que batallaron durante toda su vida por la causa de mi Reino. Esta es tu realidad, aquí la opinión de la gente perversa e incrédula no tiene cabida. Sólo existe una perspectiva acerca de tu vida y es la que estás viendo. Esta es tu realidad y puedes entrar aquí todas las veces que quieras, nunca te olvides de ello. Estas legiones de ángeles guerreros fueron comisionadas para ayudarte a avanzar en la tarea que te encomendé. Recuerda que los que pelean por ti siempre serán infinitamente superiores en número a los que están con el enemigo”.
Un carruaje blanco
Luego el Señor nos invitó a subir a un carruaje blanco con piedras preciosas incrustadas, como el que usan los reyes para los eventos especiales y continuamos recorriendo ese parque perfecto. Al poco tiempo comenzamos a ver a nuestros abuelos y a la gente que partió en el Señor antes que nosotros. Todos aparentaban una edad cercana a los treinta años y cuando nos veían se acercaban corriendo a abrazarnos. En esa dimensión también vimos a muchas personas que en algún momento visitamos, recibieron una palabra de aliento o hicimos algo por ellos que determinaron cambios en sus vidas. Cuando partieron con el Señor, hoy están trabajando con Él. También vimos a nuestro hijo pequeño, quien ya era un muchacho de unos 16 años de edad. El Señor me dijo que Él lo estaba entrenando personalmente como una parte clave dentro de su Reino. Aunque físicamente nunca pudimos abrazarlo porque fue un embarazo que no llegó a término, el Señor nos permite verlo de tiempo en tiempo junto a Él.
Nada se pierde
Cuando veíamos las caras de felicidad y gozo que tenían nuestros viejos que nos precedieron en el camino del Reino, comenzamos a llorar por la emoción. En ese momento el Señor detuvo el carruaje, nos miró fijamente y nos dijo: “Todo lo que hicieron por Mí en el Reino no se perdió. Hasta el gesto más insignificante que tuvieron hacia alguna persona que no volvieron a ver, la marcó tan profundamente que más adelante siguió avanzando en mis caminos. Los hombres necesitan ver resultados en el plano natural para sentirse satisfechos por su trabajo, pero en esta dimensión nada se pierde. Todo lo que haces para Mí siempre sigue vigente, porque mi Palabra es vida, soplo que va y no vuelve”.
“Ahora puedes ver el verdadero alcance de una palabra sembrada en mi Nombre sobre un corazón sediento de justicia, porque nunca volverá a Mí vacía, siempre hará todo para lo cual la envié. Ustedes recorrieron muchos lugares e impactaron a muchísima gente, pero a la mayoría de esas personas ni siquiera las llegaron a conocer. ¡Pero Yo sí! Como pueden ver, en mi Reino nunca hay pérdida. Cuando los hombres los persigan y hablen calumnias de ustedes, búsquenme porque aquí arriba hay muchos más testigos que afirman que ustedes son una bendición para mi Cuerpo. Nunca te olvides de esto…”.
Palabras finales
Después de esas palabras volvimos a nuestra casa y a la realidad que nos rodea a diario. Pero jamás me olvidaré lo que el Señor me hizo recordar mientras caminábamos por ese jardín perfecto. Puede que el fragor de las luchas que vienen por causa de los de afuera o, peor aún, por los de adentro que se comportan peor que los de afuera, nos desanimen. Pero en ese momento, no debemos dudar en tomar el único camino que el Señor ya abrió con su sangre hacia el corazón del Padre. Este es el verdadero refugio de los guerreros del Reino. El Señor me guió a escribir esta experiencia y compartirla porque me mostró que no somos los únicos que tuvimos que atravesar situaciones similares.
Los amamos y bendecimos,
Bladimiro y Magui Wojtowicz
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