jueves, 22 de mayo de 2014

Dios se está moviendo: Estamos en el comienzo de algo que está más allá de lo que hayamos visto alguna vez

Por Robert Hotchkin

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Por todo el mundo el Cuerpo de Cristo puede sentir la agitación de un gran mover de Dios. Nos encontramos en el comienzo de algo asombroso y global que está más allá de lo que alguna vez hayamos visto. Estuvimos creyendo en esto y declarándolo desde hace algunos años. Dios se está moviendo, la clave para el Cuerpo en esta hora es descubrir cómo moverse con Él y seguirlo hacia todo lo que tiene para nosotros.

Puede sonar simple: Oramos para que Dios se mueva, Él comienza a moverse y nosotros nos movemos con Él. Sin embargo, los primeros pasos de un mover de Dios pueden ser la parte más desafiante. Con demasiada frecuencia, cuando Dios comienza a moverse, la respuesta del Cuerpo es: “¡Eh, Dios se está moviendo! Dios, ¿hacia dónde te fuiste?”.

Nuevos aspectos de su plenitud

Por definición, un mover de Dios involucra su “movimiento”. Esto significa que podemos no encontrarlo exactamente donde o de la misma manera que en el pasado, porque está haciendo algo nuevo. Recuerde que Él no está cambiando, porque Dios nunca cambia (Malaquías 3:6). Es el mismo ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8). Sin embargo, ama revelarnos más de sí mismo en profundidades y dimensiones mayores para que podamos conocerlo más a Él (entonces podremos manifestarlo más hacia el mundo que nos rodea).

A menudo la manera como hace esto es bendiciéndonos con un tiempo donde parece que no hace nada (o aún encontrándose con nosotros) de la manera como lo hacía en el pasado. Nunca deja de ser quién es, pero añade a nuestra revelación todo lo que es para ayudarnos a ver nuevos aspectos de su plenitud. Nos introduce en una mayor revelación de todo lo que es, moviéndonos desde la zona de comodidad donde ya lo conocíamos.

Piense acerca de los israelitas en el desierto. Conocían al Señor como el libertador que los sacó de Egipto. Ahora los estaba guiando por medio de una nube de día y una columna de fuego por las noches, para cruzar el desierto hacia todo lo que les había hablado acerca de la Tierra Prometida. Día tras día los israelitas aprendieron a ver por la presencia del Señor y seguirla. A veces se quedaba en el mismo lugar varios días con ellos, ayudándolos a verlo y conocerlo como el Proveedor, el Sanador o algún otro aspecto del Yo Soy.

clip_image004Pero llegaría el día cuando la nube se tenía que mover. Los israelitas debían tener una relación activa con el Señor para darse cuenta que ya no estaba donde había estado. Debían observar a la nube de su presencia todos los días. Cuando la nube se movía, debían confiar que Él seguía con ellos y buscar hacia dónde se había movido para poder seguirlo.

Eso mismo ocurre con nosotros hoy. Dios se está moviendo. La clave para seguirlo hacia todo lo que nos está entregando es comenzar a confiar que, aunque no lo veamos donde “estaba”, aún sigue presente. Después de todo nunca nos dejará, siquiera por causa nuestra (Hebreos 13:5-6). Dios está moviendo al Cuerpo justo ahora de una manera poderosa. Se está soltando una gracia especial para incrementar nuestra intimidad y relación con Él. Una gracia para conocerlo en nuevas maneras y seguirlo hacia nuevas profundidades.

Un lugar de Cantares de Salomón

Hablando proféticamente, creo que nos encontramos en un lugar similar al final de Cantares 2 y el comienzo de Cantares 3. En Cantares 2:10, el Amado está llevando a su amada hacia un lugar nuevo: “¡Levántate, amada mía; ven conmigo, mujer hermosa!”. Continúa diciendo: “La higuera ofrece ya sus primeros frutos, y las viñas en ciernes esparcen su fragancia. ¡Levántate, amada mía; ven conmigo, mujer hermosa! El amado” (Cantares 2:13).

clip_image006El Amado está anunciando que es una nueva hora, un nuevo tiempo y tiene nuevas cosas para mostrarle, nuevos lugares para llevarla y nuevas alturas donde ir juntos. Ella lo escucha en un nivel (Cantares 2:8) y hacia el comienzo de Cantares 3, vemos que mientras ella anhela a su Amado, trata de alcanzarlo donde solía encontrarlo, solo para descubrir que ya no se encuentra allí (Cantares 3:1).

Ella debe tomar una decisión. Puede continuar buscándolo donde estuvo o responder a la invitación para levantarse y avanzar hacia la incertidumbre de lo desconocido, descubriéndolo en nuevos lugares y de nuevas maneras (Cantares 3:2-4). Ella escogió la última y al hacerlo así, se embarcó en un viaje con su Amado donde llegó a conocerlo, descansando en Él y aprendiendo a confiar en Él de tal manera que fue completamente transformada. Tanto que sus amigas no lograron reconocerla cuando regresó (Cantares 8:5).

Así como ocurrió en Cantares, nosotros entramos en un tiempo nuevo. El Señor nos está llamando, cortejándonos e invitándonos a salir de donde estuvimos para alcanzar un nuevo lugar con Él, un lugar de mayor revelación y demostración de todo lo que es.

Si luego notó que las cosas parecían diferentes o ya no puede encontrar a Dios “cómo” o “dónde” lo encontraba en el pasado, no se desespere ni se desaliente. Él simplemente está respondiendo a sus oraciones y se está moviendo, invitándolo a unirse a Él. ¡Levántese amado!

Directivas de oración:

Oremos este mes por el Cuerpo de Cristo:

1. Nuestros corazones se llenarán de Él y lo seguiremos hacia dónde nos lleve.

2. Podremos discernir los tiempos, conocer sus intenciones, oír su voz y seguirlo.

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3. Valoraremos todo lo que fue y lo que hizo hasta el día de hoy, pero también nos sentiremos excitados y expectantes acerca de lo que está haciendo y lo que está trayendo a la tierra.

4. Nadie quedará atrás, todos oirán y responderán a su invitación para levantarse y apartarse con Él hacia este tiempo nuevo, este nuevo mover.

5. Nos amaremos unos a otros como el Padre nos ama. Aunque alguien responda a su llamado a un ritmo diferente al nuestro o de una manera diferente a la nuestra, responderemos con amor y lo alentaremos.

6. Sobre todo, ¡la plenitud de lo que planeó el Señor para este tiempo se manifestará y recibirá toda la gloria que se merece!

Robert Hotchkin

(www.elijahlist.com)

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