miércoles, 2 de julio de 2014

“¡Permiso garantizado! El secreto: “¡Pide, espera y escucha!”

 

Por Jason Hooper

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“¿Podemos? ¡Claro que pueden!”

En nuestro último artículo compartimos cómo se abrió una ventana de favor divino en el mes de Mayo. A través de esta ventana, el Señor les garantizaba el permiso para alcanzar justicia y apertura a todos aquellos que persistieron en conocer su corazón, confiando que respondería a su deseo por Él a través de una lluvia (vez Oseas 6:3).

 

Mientras creemos que este es un mes donde se nos garantizó el permiso para avanzar, el Señor nos hizo notar que este “permiso, aceleración y promoción” no está garantizada para los que se preguntan “¿Puedo?”. Está garantizado para aquellos que se preguntan “¿Podemos?”. Por supuesto que esto habla de una consciencia del Cuerpo de Cristo y el deseo que toda la familia de Dios sea capaz de avanzar como “uno” en esta grandeza de días.

 

En Santiago 4 descubrimos una razón significativa por la cual muchas oraciones bien intencionadas que hicimos en el pasado sobre las promesas proféticas, quedaron sin respuesta hasta ahora. A menudo, cuando primero recibimos las promesas y sembramos las semillas de destino, el primer enemigo que debemos vencer no es una oposición externa, sino la ambición interior que debemos sepultar.

 

“¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones” (Santiago 4:1-3).

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El Señor estuvo trabajando profundamente en los corazones de aquellos que desean verlo verdaderamente recibiendo toda la gloria y el honor que viene en estos tiempos de imprevistos. Para muchos, esta obra refinadora del Espíritu Santo fue hacia un nuevo nivel alrededor de la primera parte de la primavera de este año y ahora están cargando un fruto tangible en una forma donde todas las oraciones prevalecen.

 

En la mañana del 4 de Marzo del 2014, el Señor me despertó diciéndome: “Si me entregas algo pequeño y algo nuevo, podré hacer algo grande en ti”. Esta invitación señalaba la realidad que antes que Dios pueda hacer algo grande por nosotros o aún a través de nosotros. Desea hacer algo abundante que sobrepasa extremadamente cualquier cosa que podamos pedir o pensar, conforme al poder que opera en nosotros (vea Efesios 3:14-20).

 

La verdad es que Dios nos ama demasiado para hacer algo grande por nosotros o a través de nosotros, para que podamos llevar de una manera apropiada la plenitud de lo que desea hacer por nosotros y a través de nosotros en este tiempo. En los días por venir se nos garantizó a muchos una nueva revelación y apreciación del amor y la persona de Cristo Jesús. Esto nos posicionará plenamente para participar en lo que el Señor estará derramando en los días por venir.

 

Las lluvias de Abril traerán las flores de Mayo

Jesús reprendió a los Fariseos y Saduceos de sus días porque eran capaces de pronosticar el clima observando las señales naturales, pero no eran capaces de discernir los tiempos en los que vivían (vea Mateo 16:1-4 y Lucas 12:54-56). Mientras algunos malinterpretaron la lectura de este pasaje argumentando que no debemos reconocer la aplicación espiritual de las señales naturales, las Escrituras señalan y verifican el factor muy importante donde desde el comienzo de los tiempos, Dios usó los patrones de las estrellas, el sol, la luna y el clima para traer entendimiento y confirmación sobre el tiempo que vivimos.

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El apóstol Pablo nos alienta en 1 Corintios 15:46: “No vino primero lo espiritual sino lo natural, y después lo espiritual”. Los patrones climáticos señalan hacia las grandes promesas de Dios para nuestras naciones: “Desde el occidente temerán el nombre del Señor, y desde el oriente respetarán su gloria. Porque vendrá como un torrente caudaloso, impulsado por el soplo del Señor” (Isaías 59:19).

 

clip_image008Dios está levantando un estándar y está preparando el ambiente para desatar inundaciones de avivamientos por todas las naciones. Así como los recientes tornados trajeron las lluvias y éstas causaron inundaciones severas, hay vientos espirituales que comenzaron a soplar que arrancarán y derribarán las antiguas maneras de hacer las cosas, haciendo espacio para todo lo nuevo que Dios desea edificar y plantar en estos días (vez Jeremías 1:9-10). Con estos vientos de cambio que comenzaron a soplar, también veremos mareas espirituales que comenzarán a elevar el nivel de las aguas en la Iglesia y esto desatará un aumento de la sed espiritual (vea Salmo 42:1, 63:1; Isaías 44:3 y Juan 7:37-38).

 

Aceite fresco

Junto con este aumento de la marea espiritual, debemos prepararnos para una infusión tangible de gozo, sumado a una perspectiva fresca, una visión clara y una excitación renovada por la vida. Muchos que sintieron que todos sus caminos se habían cerrado, en este tiempo experimentarán un nuevo crecimiento que les permitirá atravesar algunos de los lugares más duros y florecer brillantemente de nuevas maneras. Este es un tiempo de promoción y aceite fresco. Esta unción fresca hará que muchos que sintieron como si estuvieran “colgados”, comenzarán a florecer de una nueva manera. En algunos casos serán catapultados hacia un nuevo lugar con una gracia fresca, mientras comienzan a correr su verdadera carrera a paso acelerado. 

 

“Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume… Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: El Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia” (Salmos 92:10, 13-15).

 

El secreto: “¡Pedir, esperar y escuchar!”

Una hermana de nuestra congregación tuvo un sueño hace poco en la víspera de su cumpleaños donde el Espíritu Santo, con la apariencia de un mensajero, le impartía revelación y entendimiento divino en una gran reunión corporativa. En este sueño no solo se soltaban revelaciones proféticas en forma de rollos de miel para los hambrientos, también se entregaban estrategias para acceder y recibir entendimiento personal para aplicar los secretos y los misterios de Dios que estuvieron reservados para estos días.

 

Después de compartir, el Espíritu Santo tomó su asiento y le susurró a los oídos de esta hermana estas preciosas palabras que atesoró en su corazón: “Todo lo que debes hacer es pedir, esperar y escuchar”. Luego sentenció de una manera firme: “¡Ahora conoces mi secreto!”. Este también fue el secreto del rey Salomón, quien fue al mismo tiempo el hombre más sabio que caminó sobre la tierra y el que tuvo el honor increíble de edificar una casa que el Señor escogería como su habitación. Este rey supo que el secreto se encontraba en su manera de pedir, escuchar y esperar en el Espíritu de Sabiduría donde encontraría la vida, obtendría el favor del Señor y tendría acceso a los mayores misterios de sus días.

 

“Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor” (Proverbios 8:34-35). Esta fue la misma revelación del ministerio del Espíritu Santo que Jesús les entregó a sus discípulos cuando les habló de la venida del Espíritu de Verdad. Jesús no solo señaló el “pedir y escuchar” del ministerio del Espíritu Santo, también identificó que el propósito de este ministerio es tomar lo que el Padre le entregó a Jesús y entregárnoslo a nosotros.

 

“Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso les dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes” (Juan 16:13-15).

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El don

En las Escrituras, la impartición del Espíritu Santo se refiere como “el don del Espíritu Santo”. Cuando verifican nuestra identidad, a menudo la primera pregunta de seguridad que nos hacen en nuestra fecha de nacimiento. El tiempo del sueño de esta hermana señala la herencia que les fue dada a aquellos que conocen y caminan en la identidad que Dios les concedió.

 

Dios está entregando los dones del Espíritu Santo en conexión a la medida de nuestra identidad única, con el propósito de desatar nuestra herencia como hijos e hijas de nuestro Padre celestial. No todos recibirán estos dones, sólo aquellos que busquen al Espíritu Santo. “Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre…  Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11:9-10 y 13).

 

Este Mayo quiero alentarlo a comenzar a pedirle al Señor una mayor revelación del Espíritu Santo. Pídale una mayor sensibilidad ante Él, un mayor amor por Él y un mayor conocimiento de cómo busca glorificar a Jesús en y a través de su vida. El deseo del Padre es dárselo de esta manera, solo necesitamos pedir y recibir.

 

Jason Hooper

(www.elijahlist.com)

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