Por Jane Hansen Hoyt
¿Alguna vez experimentó la sensación de seguir oyendo en sus oídos las palabras de alguien, mucho tiempo después que las dijera? Esa fue exactamente mi experiencia luego de la reunión que nuestro grupo de Aglow tuvo con Asher Intrater y su Equipo de Avivamiento para Israel, al final de nuestro viaje a esa nación en Abril.
Mayor entendimiento
Podría decir que el entendimiento de nuestro compromiso con Israel continúa desarrollándose y está más enfocada, mientras nos unimos con los judíos mesiánicos en la tierra. Son el retoño tierno de un grupo de creyentes en Yeshúa que está creciendo de acuerdo con las Escrituras relacionadas con el regreso de Jesús en Mateo 23:39.
Este año la realidad de Romanos 11:17 se expandió mientras nos dimos cuenta que como cristianos, no sólo estamos ahí como una ayuda para el pueblo judío. Cuando nos unimos como uno, estamos allí como si fuéramos ellos. No los reemplazamos como nación, nos alineamos con ellos de una manera más profunda que sólo estar allí para ellos. Lo comparo con una pareja que da a luz una nueva vida. El esposo no le habla desde la esquina de la sala de partos. Se encuentra al lado de la mujer, identificándose con ella en su dolor. Él está comprometido en el proceso mientras se manifiesta su futuro en el momento del nacimiento.
En nuestro viaje por Israel, Asher comentó acerca del hecho que fuimos injertados, diciendo: “Recuerden, ustedes ya no son gentiles y ahora todas las promesas que eran para los judíos ahora son suyas”. Pensé en el pasaje de Romanos 11:17 que dice: “Ahora bien, es verdad que algunas de las ramas han sido desgajadas, y que tú, siendo de olivo silvestre, has sido injertado entre las otras ramas. Ahora participas de la savia nutritiva de la raíz del olivo”. Pensé más acerca de todo lo que Dios le prometió a Abraham siglos antes. Dios haría de él una gran nación. Dios lo bendeciría, engrandecería su nombre y sería una bendición.
Además hizo un pacto con Abraham acerca de la tierra: “En aquel día el Señor hizo un pacto con Abram. Le dijo: A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates. Me refiero a la tierra de los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos…” (Génesis 15:18-19).
Luego, mientras Israel estaba a punto de cruzar el Jordán y entrar en la tierra, Moisés le habló al pueblo palabras fuertes de dirección y aliento: “Yo les he entregado esta tierra; ¡adelante, tomen posesión de ella! El Señor juró que se la daría a los antepasados de ustedes, es decir, a Abraham, Isaac y Jacob, y a sus descendientes” (Deuteronomio 1:8).
“Entonces les respondí: “No se asusten ni les tengan miedo. El Señor su Dios marcha al frente y peleará por ustedes, como vieron que lo hizo en Egipto…” (Deuteronomio 1:29-30).
Las promesas que Dios les hizo siglos atrás, están por cumplirse. Israel tiene un propósito profético increíble revoloteando sobre ellos, simplemente esperando el momento de su cumplimiento. Habían salido de la prisión y de un tiempo de vagar por el desierto, debido al temor y la incredulidad. Ahora estaban preparados para entrar en su tierra prometida y enfrentaron un punto de quiebre en su historia. Enfrentaron nuevos enemigos, nuevas batallas y nuevos avances.
Avanza y posee tu tierra prometida
Muchas veces Moisés exhortó a la gente a “avanzar y poseer” la tierra. Les recuerda una y otra vez que esta es la tierra que el Señor les entregó. “¡No temas porque el Señor tu Dios estará contigo!”. El tema unificador a lo largo de las Escrituras es la actividad redentiva de Dios. Deuteronomio le recuerda a la gente que el Espíritu de Dios estuvo con ellos desde el tiempo de su liberación de Egipto. La clave fue creerle y confiar plenamente en Dios.
Dios le dijo al pueblo judío que la tierra que les había entregado fluía leche y miel, y estaba repleta de frutos. Obviamente, era un lugar de provisión. No debían temer a los gigantes en la tierra. Dios los ayudaría a vencer a todos sus enemigos hasta que poseyeran por completo la tierra de la cual les había hablado.
Verdad para hoy
Esto es muy cierto en la vida de los creyentes de hoy. Tenemos una tierra prometida que debemos poseer, un lugar de fructificación, provisión y un lugar de victoria. Cuando hablamos acerca de la tierra prometida, nos referimos a caminar en la fructificación y la abundancia de todo lo que Dios tiene para nosotros.
Para los creyentes del Nuevo Testamento, es recibir todo lo que Dios hizo para nosotros en Jesús. Luego sigue el proceso de permitir que el Espíritu Santo reprograme la disposición de nuestro ser interior hacia los pensamientos negativos, ansiedad, desaliento, depresión, sentimientos de inferioridad o una mentalidad de víctima. Este proceso nos transformará en la fabulosa nueva identidad que recibimos en la persona de Jesucristo, quien vive dentro de nosotros para hacernos a su imagen. Esa es nuestra verdadera identidad. No necesitamos vivir nuestra vida sujeta a esos pensamientos y patrones de conducta negativos. Fuimos liberados de todo eso y elevados hacia una vida superior.
Como crecimos en el sistema del mundo con un pensamiento secular, encontramos que tenemos algunos de los pensamientos limitantes y restrictivos que tuvieron los israelitas mientras fueron esclavos durante 400 años. Siempre estará peleando contra la nueva identidad que Jesús compró para nosotros. Pero en lugar de vagar por un desierto como ellos, podemos pararnos en nuestra verdadera identidad, viéndola con nuevos lentes espirituales, reprogramando nuestros pensamientos y nuestro lenguaje, para alinearlos con los pensamientos del Señor.
¿Se dio cuenta que cuando Dios les dijo a los israelitas que no temieran o desmayaran, en realidad les estaba diciendo que ya no debían vivir con una mentalidad negativa? En lugar de ello, ¡tuvieron otro pensamiento!
La mentalidad carnal es hostil hacia Dios. Pelea contra la mentalidad de Dios. Esto es lo que dice el lenguaje del Cielo:
Romanos 8:6 dice: “La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz”.
Romanos 8:2 dice: “… pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte”.
Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”.
Usemos el lenguaje acerca de nosotros mismos que usa el Señor…en nuestras oraciones, nuestra adoración, nuestras declaraciones y nuestra proclamación, para que nuestro territorio personal se expanda continuamente. Hoy es el día para tener un cambio total de corazón y mente. Es tiempo para renovarnos y reformular nuestras mentes y nuestro lenguaje para hablar las palabras del Cielo. Nos movimos hacia nuestra tierra prometida. Usemos el lenguaje de nuestra nueva ubicación. Exterminemos a todos los gigantes que se oponen y vienen a mentirnos sobre nuestra verdadera identidad.
Un real sacerdocio
1 Pedro 2:9 dice: “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Esa porción de las Escrituras está arraigada en el llamado de Dios a Israel en Éxodo 19:5-7. La verdad de esto está llegando al cumplimiento profético en el creyente del Nuevo Testamento. Existen judíos mesiánicos israelitas que también están caminando en un gran cumplimiento de su propósito celestial en Dios, hablando desde el principio.
Cumplimiento completo
Las promesas de Dios están llegando a su cumplimiento. Romanos 11:11-12 dice: “Ahora pregunto: ¿Acaso tropezaron para no volver a levantarse? ¡De ninguna manera! Más bien, gracias a su transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para que Israel sienta celos. Pero si su transgresión ha enriquecido al mundo, es decir, si su fracaso ha enriquecido a los gentiles, ¡cuánto mayor será la riqueza que su plena restauración producirá!”.
Las promesas que Dios hizo siglos atrás se están comenzando a cumplir. Dijo que tendría un pueblo en la tierra que expresaría su imagen. Reclame su tierra prometida personal y camine en la plenitud de quién es Él. Crea por un gran derramar de revelación para que el pueblo judío vea a Jesús como quien es en realidad: su Mesías, su Libertador y su Redentor. Caminaremos como uno en la tierra prometida.
Jane Hansen Hoyt
(www.elijahlist.com)
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