Por Kathi Pelton
Pilas y pilas de estacas de madera
Mientras avanzamos en el Año Nuevo judío de 5776, tuve una experiencia repetitiva. En esta visión, pude ver una carpintería donde había un banco de trabajo cubierto por pilas y pilas de estacas de madera. Luego pude ver al Señor de pie ante el banco. Sostenía un cuchillo y estaba tallando una de las estacas de madera con gran atención. Mientras afilaba esta estaca, se detuvo algunos minutos para comprobar si cabía en el agujero y quedaba fija con seguridad en el lugar donde se suponía debía estar clavada. Sus ojos repasaron cada detalle de la estaca, como si fuera lo más importante que haya hecho.
Cada vez que tenía esta visión, podía oír estas palabras: “Mi pueblo ya no será como las estacas cuadradas, tratando de encajar en huecos redondos. Serán conocidos como hijos e hijas que encajan con seguridad en el corazón de mi Padre”.
Entramos en el Año Nuevo Hebreo 5776. Dos de las letras hebreas asociadas con este número son la ayin la vav. Ayin nos muestra la figura de un ojo y Vav nos da la figura de una estaca, un clavo o un garfio. Cuando descubrí esto, comprendí por qué los ojos de nuestro Señor estaban tan concentrados en la estaca que estaba tallando. Estaba removiendo cada aspecto de las vidas de sus hijos que no está fundado sobre su identidad como hijos o hijas. Cada borde que les impide encajar en el corazón del Padre era removido para que pudieran encontrar un hogar seguro en su corazón.
El tiempo de los hijos e hijas
1 Juan 3:1 dice: “¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él”.
Entramos en un tiempo donde los campos para la cosecha es grande y está maduro. La clave para la cosecha es la revelación de los hijos e hijas de Dios. Leemos en Romanos 8:19 que toda la creación anhela y gime por la revelación de los hijos de Dios. En tiempos pasados hubo muchos que trabajaron diligentemente para el Señor, pero no atraparon completamente su deseo profundo por ellos como miembros amados de una familia. Pero ahora, Dios está invitando a todos los que anhelan abrazar sus identidades como hijos e hijas. Un espíritu huérfano está afectando a muchos en la Iglesia, causándole un gran dolor al corazón de Dios. Él está observando el comportamiento de sus hijos como huérfanos y pobres, haciéndoles vivir con profundas inseguridades y representando mal su verdadera naturaleza ante el mundo. Mientras comprendemos que somos hijos de Dios, ya no solo conoceremos algo de Él, lo experimentaremos verdaderamente como un Padre (Papá, Papito o Abba).
El Padre confiará la herencia de su Hijo Jesús en las manos de sus hijos e hijas. Oigo al Espíritu decir que este es el tiempo de los hijos e hijas. Revelarán el amor abundante del Padre y muchos correrán a ser parte de esta familia.
La manzana del ojo del Señor
Cuando el mundo vea la revelación de los hijos de Dios, vendrán a la familia por miles. Esta revelación también abrirá los ojos del pueblo escogido por Dios, los judíos. Dios está enviando a muchos de sus hijos e hijas a apoyar y manifestar su amor al pueblo escogido.
La batalla ha comenzado sobre las naciones que apoyaron a Israel. La mayoría le dieron la espalda a esta tierra que fue el hogar de nuestro Mesías. Mi nación, los EEUU, los ha rechazado dentro de nuestro propio gobierno. Pero muchos de los hijos e hijas de Dios continuaron apoyando fielmente en la brecha a la “manzana de sus ojos”.
Zacarías 2:8 dice: “Porque así dice el Señor Todopoderoso, cuya gloria me envió contra las naciones que los saquearon a ustedes: ‘La nación que toca a mi pueblo, me toca la niña de los ojos’”.
Este año que habla de un ojo, también habla de la manzana de los ojos del Señor. Habla de los ojos de muchos hijos e hijas que se abren para volver al hogar en el corazón del Padre. La familia de Dios representa su gobierno dentro de la nación mientras apoyan a Israel.
Asegurando la estaca
¡Toda la gloria le pertenece al Señor! No puede haber otros dioses ante Él y no podemos tomar su gloria en vano o para nuestro beneficio personal. Hay una gran purificación que está ocurriendo en sus hijos rendidos, limpiando todas las impurezas y las acciones y las motivaciones egoístas.
En Isaías 22:20-25, leemos sobre un oficial de la corte de Ezequías llamado Sebna, quien anhelaba poder y prestigio, pero sin pensar en el bienestar de su pueblo. Edificó una tumba maravillosa para sí mismo, entonces sería recordado con honor y esplendor. Sebna era un hombre que quería promoverse a sí mismo, más que impulsar el Reino. Entonces el Señor proclamó que sería removido de su posición:
“En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquín hijo de Jilquías. Le pondré tu túnica, le colocaré tu cinto, y le daré tu autoridad. Será como un padre para los habitantes de Jerusalén y para la tribu de Judá. Sobre sus hombros pondré la llave de la casa de David; lo que él abra, nadie podrá cerrarlo; lo que él cierre, nadie podrá abrirlo. Como a una estaca, lo clavaré en un lugar firme, y será como un trono de honor para la dinastía de su padre. De él penderá toda la gloria de su familia: sus descendientes y sus vástagos, y toda la vajilla pequeña, desde los cántaros hasta las tazas. En aquel día, afirma el Señor Todopoderoso, cederá la estaca clavada en el lugar firme; será arrancada de raíz y se vendrá abajo, con la carga que colgaba de ella. El Señor mismo lo ha dicho”.
Debido a su orgullo, Sebna fue reemplazado por Eliaquim, un verdadero siervo con un corazón de padre. Aunque finalmente un hombre honorable como Eliaquim no podría ser un apoyo para todo su pueblo (verso 25). Simplemente fue una sombra de Aquel que verdaderamente llena esta promesa, quien es “santo y verdadero, el que tiene la llave de David” (Apocalipsis 3:7). El Señor está tallando cada vestigio de auto exaltación entre su pueblo. Es debido a su gran amor que está removiendo todo lo que nos esclavizará y nos sepultará. En su gran amor, el Señor está removiendo las raíces del orgullo y la auto dependencia que nos harían caer si permanecen.
Proverbios 3:11-12 dice: “Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido”.
Como Él se deleita en nosotros, nos disciplinará. Simplemente, su disciplina es la manifestación de su amor en nuestras vidas. El formón en su mano es doloroso en contra de nuestros bordes por un momento, pero la obra final nos hará vivir seguros como hijos e hijas dentro del amor del corazón del Padre. Rendirnos a la obra de su mano y humillarnos ante Él, permitirá que este proceso se cumpla rápidamente.
Dios es un Padre muy, muy bueno
Hay una canción que se hizo muy popular entre los círculos cristianos llamada “Buen, Buen Padre” (escrita por Pat Barrett y Anthony Brown). Cada vez que escucho esta canción me conmueve profundamente. Es el mensaje de este tiempo. Dios es un Padre muy, muy bueno y nos ama. Las letras son el sonido que oigo en el Espíritu cuando espero en Dios. Oigo al Espíritu revelando el amor del Padre y revelando la verdad de nuestra identidad como hijos e hijas.
Esta verdad es nuestra seguridad y la estaca que no caerá. Muchos serán capaces de volver al hogar y colgar sus vestidos en esta estaca de verdad. Volverán a la casa del Padre y al corazón del Padre donde encajarán con seguridad.
Kathi Pelton
(www.elijahlist.com)
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