Por Bret
Wade
¿Alguna vez Dios se
movió sigilosamente sobre su vida? Estoy hablando de un tiempo donde el Señor
hizo algo que usted esperaba, pero en realidad no está seguro cuándo lo hizo. Podría
ser un cambio personal, una sanidad para usted o para otro, una apertura
financiera o lo que sea. Recientemente encontré un par de cosas sobre el “sigilo” del Señor que fue literalmente amoroso y cercano a mi
corazón.
Trasfondo para un milagro
Veintitrés años atrás
comencé con problemas cardíacos. No tenía idea de lo que produjo ese cuadro,
considerando que en ese momento era joven. Fui diligente en hacerme todos los
estudios necesarios. Con los años hubo efectos segundarios catastróficos como
resultado de un medicamento que me prescribieron. Esto fue creciendo y me trajo
otros problemas de salud importantes que requirieron años para recuperarme.
Quería restauración
desde el principio. Usé el bienestar para recuperar mi salud, porque
anhelaba estar completamente sano para poder vivir la vida tan activamente como
lo deseaba. Perdí esa oportunidad con mis hijos mientras crecían. Si me
esforzaba ligeramente, comía una comida o simplemente me levantaba para caminar
de una habitación a otra, mi corazón latía demasiado rápido, como si fuera
salirse de mi pecho. Aceleraba, tenía extrasístoles y eventualmente tenía dolores
en el pecho. Tenía que dejar de hacer lo que estaba realizando para recuperar
mi aliento. Tuve que aprender a ajustar mi vida con ello, haciendo cambios en
mi estilo de vida. Los médicos solo eran una grúa que me sacaba del pozo.
¿Qué ocurrió?
El medico de mi
familia me dijo consistentemente durante un par de años que tenía un soplo
cardíaco. Entonces tomé ese signo como una clave para seguir la evolución de
las cosas. Me enviaron al Heart Center en el Hospital de Huntsville, Alabama,
para hacerme algunos estudios y corroborar que todo estaba bien, mientras me
acercaba a mi cumpleaños 55. El día de la cita, mientras iba de camino oré por
mi sanidad. Mencioné cada área de mi cuerpo que necesitaba sanidad y
finalmente, casi como un pensamiento final, dije: “Padre, ¿sanarías mi corazón?”.
Cuando alcanzamos el
pico en la prueba de stress, casi a los once minutos, la enfermera preguntó: “Señor Wade,
¿le duele el pecho?”. Respondí
que no y me pregunté por qué no sentía dolor, cuando en ese punto siempre
ocurría. No lo había notado hasta que me concentré en eso. Me estuve
concentrando en mi respiración y la mantuve caminando en la cinta. Sentí como
si estuviera envuelto. No me sentía mal. Y no me dolía en absoluto. En este
punto estaba completamente sorprendido.
No sabía qué pensar. Fue
como tomar un auto que funcionaba mal y llevárselo al mecánico para que
funcione de manera perfecta. Después de todos esos estudios y pruebas me
dijeron que todo se veía bien. Parecía que no había razones para preocuparse y
la enfermera me llamaría para darme los resultados. Me quedé pensando: “Hummm…”. Mientras tanto miraba mi reloj y decía “gracias”,
luego me retiré.
¡Sorpresa!
En el curso de la
semana siguiente probé y exigí mi cuerpo para ver si esto nuevo era
consistente, antes de dar testimonio. Quería estar seguro y no apresurarme.
Todo era diferente, me sentía normal. No me había sentido así en tanto tiempo
que me parecía extraño. Seguía observando para ver cómo se sentía estar normal.
La semana siguiente recibí un llamado de seguimiento de la enfermera del
cardiólogo. Me dijo que todos mis estudios eran normales, sin signos de algo
inusual.
No había bloqueos,
las válvulas no eran insuficientes, no había preocupaciones o extrasístoles. Todo
estaba dentro del rango normal y el flujo de sangre era grandioso. ¡Era oficial!
Tenía la prueba que estaba sano. Dios me había ajustado. Dios me había tocado. No
tenía idea que estaba sano hasta que otros me observaron y me lo hicieron
notar. ¡Wow! El Señor me sanó y me dio una prueba incuestionable.
¡Milagros y favor!
Luego del diagnóstico
todo fue muy surreal durante unos días. Estaba demasiado acostumbrado a esas
condiciones de vida. Mientras discutía y evaluaba esto, planteé una pregunta: “¿Por qué Dios
escogió hacer esto ahora?”. Tan
rápido como pregunté, recibí la respuesta. El Señor dijo: “Te sané ahora para que supieras que te
metí en esta transición”. Al otro
día escuché al Señor que me decía: “¡Sorpresas! ¡Sorpresas! ¡Sorpresas!”.
Cambiando hacia lo nuevo
Todo estuvo cambiando
en mi vida personal y profesional porque el Señor me promovió a través de este
proceso de transformación. Junto con los nuevos emprendimientos vienen el temor
y la excitación, todas al mismo tiempo y sin remedio. Entonces debemos
enfocarnos y arar a través del temor para conectarnos con el fluir de los milagros
y el favor de Dios que siguen a nuestra asignación.
Puede resultar un
poco oscuro, negativo y temeroso. Esas emociones están ligadas al pasado y al
temor al futuro, aunque aún no lo hayamos vivido. Deben ser ignoradas y dejadas
a un lado. Para mí, el temor se va luego que me habla el Señor. Me impulsa a
avanzar solo por ver las posibilidades de Dios para crear el futuro que estaba
viendo y anhelando. Ahora, en lugar de temer a la incertidumbre del futuro, me
pregunto qué hará después el Señor. Mi anticipación es la evidencia que se
está produciendo una apertura.
¿Qué descubrí?
Primero, la manera
como oraba era tan simple y fácil, que para mí no había forma tomar el crédito
del milagro por mi elocuencia o con oraciones especiales si lo hubiera querido.
Siguiente, el ritmo de Dios es un recordatorio impecable de lo que Él me habló
en el 2010 sobre el lugar hacia dónde me estaba guiando, mientras lo obedecía a
través del horno. Se dio a conocer a sí mismo con la seguridad que mis pasos
estaban ordenados por Él y a su ritmo. Finalmente, removió mis ansiedades
acerca de fallar durante un tiempo de establecimiento muy crucial pero pleno.
Trabajar desde el descanso
El Señor quiere que
talle el nicho que me habló proféticamente. Requerirá que trabaje desde un
lugar de descanso mientras Él hace a través de mí. Veo la oportunidad en medio
del desafío y el cambio. Veo que el tiempo es crucial para mí de estar atento y
crear lo que Él habla. Estoy excitado y anticipando lo que el Señor hará
después.
Su lugar de promesa
Supe que estaba
entrando en el cumplimiento de la promesa de Dios para mi vida. ¿Qué le
prometió el Señor? Sorpresas en el lugar de su promesa… sea cuales fueran
para su vida. Espere las posibilidades invisibles de Dios con expectativa. El
Señor lo llevará hasta allí. Permítale que lo guíe.
Hebreos 6:11-12 dice: “Deseamos,
sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la
realización final y completa de su esperanza. No sean perezosos; más bien,
imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas”.
Bret Wade
(www.elijahlist.com)
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