Por James W. Goll
¡Hablaron en los días
de Abraham! El Creador del universo le entregó una palabra directa y asombrosa
a uno de sus amigos. Le dijo que saliera y contara las estrellas del cielo esa
noche. Imagínese, ¡contar las estrellas de noche!
“Dios es un soñador y está
buscando gente que soñará sueños con Él”
Entonces, ¿qué hizo
Abraham? Salió y comenzó a contar las estrellas. Supongo que fue algo así. Luego
de decirle buenas noches a su esposa Sarah, Abraham salió a dar un largo paseo
esa noche, indagando y mirando los cielos. En obediencia comenzó a contar las
estrellas mientras hablaba con sí mismo y con Dios. “Uno, dos, cuatro,
veintisiete, cuarenta y cinco, ciento cincuenta, dos mil... Wow, ¿contar las estrellas? ¿Qué quieres decir? No puedo
contar las estrellas, porque son infinitas”.
El Señor le
respondió: “Abraham,
cuenta las estrellas”. Seguía perplejo mientras trataba de
percibir mentalmente lo que Dios quería con esta orden extraña. Abraham
continuó en su búsqueda siguiendo esa voz invisible. “Tres mil,
setecientas y… oh, me olvidé por dónde iba. ¿Desde dónde salió aquella otra?
¡Wow, seguro es la más brillante!”.
La promesa revelada
La voz volvió, pero
esta vez incluyó una explicación: “El número de las estrellas será el número de tus
descendientes”. Abraham
pensó: “¿Qué?
¿No sabes que Sarah y yo estuvimos casados largo tiempo y no tenemos fruto,
quedamos solos? Bien, sabes eso. No te quiero subestimar, pero lo que estás
diciendo es imposible. Me imagino que sabes eso, ¿verdad?”. Pero la voz del
Señor persistía: “Cuenta las estrellas. ¿Cuántas hay?”.
Sí, las estrellas le hablaron a Abraham. Quizá por un momento, la voz de
las estrellas lo obsesionó mientras iba noche tras noche, entrando en la
dimensión de lo imposible. Pero mientras caminaba, algo cambió. ¿Cambiaron las circunstancias? No,
bueno, aún no. ¿Qué cambió? Abraham, como el resto de nosotros, se movió desde
una valoración mental a creer en su corazón. Es el camino típico de 30
centímetros desde la evaluación de la cabeza hacia un corazón de fe, confiando
en Aquel que hizo las promesas.
De alguna manera el
sueño de Dios se filtró en el corazón de Abraham. Luego de muchas pruebas,
aciertos y errores, Abraham alcanzó un lugar donde salió una noche y al mirar
hacia arriba dijo: “Sí, hay una promesa. Sí, esa es para mí. Esa estrella
está declarando que la Palabra de Dios se manifestará. De hecho, esa luz
titilante me está diciendo que las promesas de Dios son sí y amén”.
“Abraham, como el resto de nosotros, fue desde su
razonamiento mental a creer en su corazón”
Sí, las estrellas siguen hablando
Usted conoce el resto
de la historia. Es una pieza de historia que nos afectó a todos nosotros. Como
puede ver, Dios es un soñador que está buscando gente que crea sus sueños con
Él. En cada generación se levantan soñadores. Piensan más allá de los límites
establecidos por los hombres y se atreven a forjar sus sueños. Hoy se está
levantando una nueva generación de soñadores. No solo hablarán de las cosas que
vendrán, llaman a las promesas a existencia aquí y ahora. No solo creen que Dios tiene un sueño, se atreven a creer
que los invitó a participar con ellos en el nacimiento de esos sueños, en la
tierra como en el cielo.
Sumado a eso, estos
soñadores de fe abrahámicos también creen que Dios quiere asociarse con ellos
en el cumplimiento de sus sueños. ¿En serio? Si,
se está levantando una compañía de reformadores por toda la tierra. No solo
creen en la gran cosecha de Dios al final de los tiempos, también creen que
tienen parte en el “Mayor show en la tierra”.
Sí, estos creyentes
de fe observan cómo sus sueños se cumplen ahora ante sus propios ojos. Están
viviendo sus sueños. ¡Aquí viene otro soñador! ¿Se unirá a esta multitud que
está surgiendo? Sí, ¡las estrellas continúan hablando! ¿Las está contando?
¡Sueñe con Dios!
Dr. James W. Goll
(www.elijahlist.com)
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