lunes, 3 de julio de 2017

“Los cisnes saben cuándo abrazar el cambio y migrar”




Por Dan y Linda Wilson

Los cisnes están migrando hacia el norte
Recientemente vimos un par de cisnes hermosos en un pequeño lago de Alaska. Se encontraban alimentándose en aguas muy quietas y uno de los cisnes nadó hacia aguas más profundas. Los cisnes comenzaron a llamarse entre sí. Ese llamado sonaba como bocinazos ruidosos, continuando hasta que el segundo se unía a su compañero en la profundidad.

Estos raros cisnes trompeteros invernan en el noroeste de los EEUU y el sudoeste de Canadá, migrando más de 1400 millas hacia Alaska, en su camino hacia su destino final en el ártico para anidar cada verano. Con una envergadura de alas de diez pies, son las aves voladoras más grandes en el mundo.
En una palabra, ¡son magníficas!

Los cisnes nos enseñan a “abrazar el cambio”
Los cisnes saben de manera innata cuándo es el momento para migrar. Mientras cambian las estaciones, Dios les habla a los cisnes y “a nosotros” cuándo es el tiempo para desalojar el santuario actual, para movernos hacia uno nuevo donde la provisión de alimento sea plena y la temperatura sea la correcta. El viaje hacia el nuevo lugar puede ser largo y arduo, pero vale la pena el esfuerzo. ¡Vuele!

Somos como los cisnes en el lago. Dios nos está llamando, como su hermosa Novia, para movernos hacia aguas más profundas, hacia la abundancia del Espíritu, donde no podemos tocar el fondo. En estas aguas profundas del Espíritu donde encontramos seguridad en tiempos de transición. También es donde encontramos consolación y gozo. La comunicación entre los cisnes parece ruidosa y en alguna manera desagradable.
Pero se oyen entre sí. Quizá nosotros como Iglesia necesitemos escucharnos entre nosotros, más allá de las palabras y las distracciones ruidosas. Debemos oír lo que el Espíritu está hablando dentro y a través de cada uno de nosotros, mientras migramos juntos hacia la próxima estación.

Dos son mejores que uno: Los cisnes se necesitan entre sí
El cisne líder no se quedó tranquilo hasta que su compañero/a se le uniera en la profundidad. ¡Las Escrituras nos dicen que dos son mejores que uno! Cada cisne necesita estar cerca de otro. Esto mismo es cierto para la Iglesia. Durante este cambio migratorio en la estación, necesitamos unidad y compañerismo en la Iglesia. Necesitamos cuidarnos las espaldas entre nosotros, consolándonos y disfrutando el placer simple de estar juntos.

Es bien conocido el hecho que los cisnes forman pareja de por vida. Esto es pacto. La Iglesia a escala global se mantiene unida por el pacto establecido por Dios. Los cristianos en Indonesia están ligados a los de Uganda, Panamá, Irán, Alemania, etc. Somos una Iglesia, una Novia, preparándose para el regreso de su Novio. Que el Señor nos encuentre vestidos con un blanco resplandeciente, así como los cisnes amorosos cuando se sumergen en lo profundo.

Debemos oír el llamado de trompeta que el apóstol Pablo les hizo a los Efesios y sigue reverberando hasta hoy:
“Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos” (Efesios 4:1-6).

Los cisnes se dirigen hacia el norte para entrar en su refugio seguro de verano. Encontramos nuestro santuario seguro en las aguas profundas del Espíritu, mientras migramos hacia Jesús, nuestro norte verdadero.

Dan y Linda Wilson

(www.elijahlist.com)

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