Por Christy Johnston
Un susurro sobre el enebro
Algunas semanas atrás
me desperté luego de oír al Espíritu Santo susurrándome toda la noche mientras
dormía. Fue bizarro porque aunque para mí es normal soñar casi todas las
noches, este no fue un sueño. Solo lo puedo describir como si el Espíritu Santo
estuviera junto a mi oído con una voz muy suave y le susurraba repetidamente
una palabra a mi espíritu mientras dormía. Simplemente susurraba: “Enebro”.
Me desperté perpleja
e inmediatamente escribí esa palabra y luego no pensé demasiado en ella, hasta
que me senté con mis hijas más tarde esa mañana para mirar con ellas uno de sus
programas favoritos. Uno de los personajes de ese show para niños era un
caballo que de la nada mencionaba repentinamente cómo había hecho para sí mismo
una montura. ¿Adivine con qué? ¡Con madera de enebro! Casi me caigo del sillón
y dije en voz alta: “Bien Espíritu Santo, ¡ya tienes mi atención!”.
Las últimas semanas fueron una caza de tesoros de todo tipo y creo que el
mensaje del Espíritu Santo en relación a este árbol es una palabra para el
Cuerpo de Cristo, particularmente para aquellos que estuvieron debilitados y
exhaustos por la batalla.
“Estoy reaprovisionando tus fuerzas”
Inmediatamente fui
trasladada a la historia de Elías, donde ocurrió el evento contra los profetas
falsos de Baal (ver 1 Reyes 19). En un tiempo donde Elías debía estar
celebrando la victoria por la liberación que Dios soltó a través de su vida,
estaba debilitado y muy susceptible a las mentiras y engaños del enemigo. En
lugar de encontrar descanso en el Padre, de quien dependía de manera absoluta
unos momentos atrás, repentinamente se vio escapando de una amenaza vacía y
débil. Estuvo vagando por el desierto y encontró refugio bajo un árbol de
enebro, pidiéndole a Dios que le quitara su vida.
“Pude ver que estos
guerreros no solo eran restaurados y consolados, sino repotenciados con una
gran determinación para cumplir el llamado de Dios sobre sus vidas, tenían un
fuego en sus ojos como nunca antes había visto”
Aquí pude ver una
visión de muchos hijos de Dios que en las últimas semanas se vieron en esta
misma posición. Pude ver una imagen de estos hijos e hijas que estaban cubiertos
de suciedad, sangre y cicatrices. Vieron muchos días de guerra y estuvieron
peleando por la victoria. Algunos estuvieron del otro lado de su victoria
mientras otros continuaron en el corazón de la batalla, pero los dos estaban
demasiado fatigados. La pelea los llevó a un lugar de debilidad y quedaron exhaustos.
Arrastraban sus pies y casi no podían mantenerse en pie, dando vueltas sin
rumbo. Como Elías, pude ver que sentían que ya no podían seguir peleando y solo
querían abandonar todo.
Pude sentir la
compasión y el amor del Padre por estos soldados, sus amados. Luego pude ver
que estos guerreros debilitados eran susceptibles a las mentiras y a las
amenazas vacías del enemigo. Pude oír al enemigo mientras se burlaba y sus
mentiras volaban por la atmósfera, sonando poderosas e intimidantes.
Yo misma estaba cerca
del enemigo y pude ver que sostenía un megáfono. Su voz débil sonaba
intimidante y hacía que estos guerreros corrieran y se escondieran ante sus
amenazas. En realidad, sus palabras eran mentira y carecían de peso o
credibilidad, simplemente se proyectaban en un tono que parecía alto y
atemorizante, pero carecían de todo poder. Luego pude ver estos guerreros
asustados y corriendo para escaparse de este peligro aparente.
“Encuentra reposo bajo mi cobertura”
Mientras corrían, el
temor de la intimidación vacía del enemigo los desorientaba hacia un desierto
donde clamaban: “¿Dónde
estás Señor, por qué te olvidaste de mí?”.
Estaban más que agotados, tanto a nivel espiritual como físico. Una vez más,
sentí la compasión del Padre hacia ellos. Estaban buscando cobertura y sombra,
susceptibles a los espejismos y las mentiras que sentían, como que Dios los había
abandonado. Repentinamente pude ver enebros que comenzaron a brotar junto a
arroyos de agua inquieta que brotaban en medio del desierto.
El Padre no los
olvidó ni los abandonó. Hizo un camino para
ellos en medio de su cansancio y su debilidad. Él sabe que no pueden dar un
paso más y les proveyó reposo, cobertura y reabastecimiento en medio del calor
del desierto, escondiéndolos bajo el paraguas de su protección.
Los árboles de enebro
son una imagen profética fascinante. Son conocidos por crecer en el desierto,
junto a corrientes de agua y son usados como un escudo o cobertura ante condiciones
abrasadoras. Son perennes, porque nunca pierden sus hojas y están siempre
verdes, sin importar la estación y pueden crecer en ambientes rigurosos. Irónicamente,
el enebro tiene forma de una sombrilla.
Hace poco un amigo me
regaló aceite esencial de enebro y cuando investigué acerca de ello, pude ver
que tiene muchas propiedades curativas, esencialmente ayuda a proteger las
heridas de las infecciones y ayuda a mejorar la circulación, esto ayuda a remover
las toxinas del cuerpo.
“En un tiempo donde Elías
debía estar celebrando la victoria que Dios desató a través de él, se sentía
débil y susceptible a las mentiras y amenazas del enemigo”
Creo que el enebro es
una representación de las alas del Padre cubriendo y protegiendo a sus hijos
amados, proveyéndoles descanso, provisiones y sanidad. Remueve las toxinas y
previene que nuestras heridas se infecten cuando nos escondemos debajo de la
sombra del Señor. Mientras esta visión continuaba, pude oír que el Padre les
decía a sus guerreros escondidos debajo de su escudo: “Amados, levántense y coman”. Luego pude ver que tomaba una hogaza de pan
que tenía escrita la palabra “verdad”. Se
las entregó y ellos se la devoraron. Mientras
comían la Palabra del Señor en su debilidad, podía ver que la apariencia de sus
rostros se volvía a llenar y se fortalecían milagrosamente.
Un tiempo
de reposicionamiento
Cuando Elías también
comió el alimento preparado para él por segunda vez, esta comida lo fortaleció
para emprender un segundo viaje de cuarenta días hacia el monte de Dios. Fue en
ese mismo momento que Dios vino hacia él con una pequeña voz y lo reposicionó
en la senda que necesitaba recorrer. Luego pude ver en la visión la imagen de
estos guerreros que también estaban siendo reposicionados. Donde perdieron las
fuerzas para pelear, Dios no solo les estaba restaurando las fuerzas que habían
perdido en las batallas anteriores, los equipaba con fuerzas sobrenaturales,
guiándolos de regreso al corazón de su presencia.
En este lugar de
rendición y quietud el Padre reposicionó sus corazones con una determinación de
un nuevo propósito para sus asignaciones celestiales. Pude ver que no había
terreno perdido y esta estación de restauración era necesaria para reequiparlos
con herramientas y fuerzas sobrenaturales para levantar a otros como ellos,
trayendo la manifestación del Reino de Dios a la tierra (ver 1 Reyes 19:19).
Pude ver que estos guerreros no solo fueron restaurados y confortados, sino
energizados con gran determinación para cumplir el llamado de Dios sobre sus
vidas, tenían un fuego en sus ojos como nunca antes se había visto. Los intentos del enemigo por gritar sus mentiras y
amenazas sobre ellos cayeron en oídos sordos, mientras los cuerpos y los
espíritus debilitados volvían a vivir con la verdad. Observé mientras
regresaban a la senda que Dios preparó para ellos y pude ver a muchos que los
seguían.
El camino detrás de
ellos estaba encendido en fuego mientras sus asignaciones celestiales se
convertían en luz para las tinieblas, llamando a otros para que regresen donde
pertenecían y equipándolos también para cumplir el propósito de Dios para sus
vidas. La fuerza que les fue restaurada bajo el enebro se convirtió en la misma
fuerza sobre la cual cabalgaban. Estos guerreros ardían con un propósito fresco
y un fuego inagotable en sus ojos.
Fuerzas inagotables en lugar de debilidad
Profetizo y declaro sobre estos que se debilitaron por la batalla:
Su tiempo de reabastecimiento está sobre ustedes. Así como el enebro es
perenne, puedo ver que sus fuerzas sobrenaturales nunca se agotarán. Será una
fuerza permanente en cada temporada como un testimonio para otros de la bondad
del Señor sobre sus vidas. El Padre los está restaurando y reposicionando para
los mayores días que vienen. Levántense y coman, guerreros. Sus días de
agotamiento y debilidad quedaron detrás de ustedes.
Isaías 55:12-13 dice: “Ustedes saldrán con
alegría y serán guiados en paz. A su paso, las montañas y las colinas
prorrumpirán en gritos de júbilo y aplaudirán todos los árboles del bosque. En
vez de zarzas, crecerán cipreses; mirtos, en lugar de ortigas. Esto le dará
renombre al Señor; será una señal que durará para siempre”.
Nate y Christy Johnston
(www.elijahlist.com)
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