Por Ruth Hendrickson
Pude oír al Señor que
decía que muchos de sus hijos se perdieron en su tiempo de silencio. Estuvieron vagando entre la niebla. Algunos incluso tuvieron que enfrentar riesgos y terminaron golpeados y
llenos de moretones. Otros perdieron su orientación y su enfoque. Como los
israelitas en el desierto, vagaron dando vueltas en círculos. También hubo otros
que se debilitaron y perdieron la esperanza como Elías. Se sentaron debajo de
su “árbol de enebro” y permitieron que la depresión los abrumara (1 Reyes
19:4). La niebla dominó todo.
La zona de peligro: La niebla
Cuando la voz de Dios
parece estar en silencio, un sobrecogimiento invade nuestra vida. Ahora surge el silencio
donde antes había relaciones, donde antes las carcajadas llenaron el aire y
donde los sueños corrían rampantes y saltaban de gozo. En ese mismo lugar, el
sobrecogimiento se desparrama como una niebla cubriendo toda la tierra.
En lo natural es muy
difícil ver cuando se despliega una niebla densa. En una noche clara encendemos
las luces altas y conducimos con confianza por la ruta, sin preocuparnos por el
mundo. Sin embargo, cuando se establece la niebla todo cambia. La niebla nos obliga a ir más lento, encendiendo las
luces bajas y procediendo con cuidado.
La niebla demanda un
enfoque intencional o nos arriesgamos a terminar engullidos por ella y perdidos
en su interior. Se hace muy difícil ver las señales y detectar los riesgos. Las
luces altas parecen inútiles para cortar la niebla y todo parece diferente. Surge el silencio.
El tiempo de silencio
es potencialmente peligroso. Podemos avanzar poniendo nuestra atención en los
lugares equivocados para tratar de llenar ese vacío. Somos más vulnerables a la
duda y a recibir definiciones y palabras que no están alineadas con nuestro
caminar en Dios o nuestro destino.
El clamor de una voz
Isaías 40:3 declara: “Una
voz proclama: Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en la
estepa un sendero para nuestro Dios” (ver
también Marcos 1:3). La voz profética es una voz que clama en el desierto. Debemos aprender a oír a través de la niebla.
Vientos de
cambio y restauración
El Señor escuchó el
clamor de los que se quedaron estancados en la niebla. Puedo ver a Dios soltando un viento. El viento está soplando contra la temporada de silencio. En las alas del viento está la
apertura. Es un viento de cambio que elimina la
niebla y nos introduce en un nuevo día. ¡Es un viento de restauración! Eleve sus ojos a
los cielos y sienta el viento. Permita que el viento remueva las
etiquetas, las dudas y los temores. Es un nuevo día, permita que su mente se
conecte con la atmósfera celestial.
El viento lleva la voz
de Dios Todopoderoso. El viento está restaurando las relaciones y abriendo los
oídos para oír. ¿Puede oírlo? Es la voz del Padre llamando a sus hijos. Puedo ver
a los hijos buscando a su Padre mientras su voz retumba a través de la
expansión para decirles que no están solos. Abba Padre está aquí. Si oye el sonido de su voz, corra hacia ella porque los brazos del Padre
están abiertos. Corra hacia Él, porque está
rodeado de pura luz y la niebla no puede resistirla.
El viento contiene
nuevas asignaciones. Puedo ver algo que parecen diseños enrollados y atados con
una cinta dorada. Este es el tiempo para comenzar las nuevas asignaciones. Puedo
ver una medida más profunda de sueños y visiones que se liberan con estos diseños. Sumado a esto, hay una luz brillando sobre áreas
específicas de los diseños para traer una claridad que destruye las fortalezas
de una manera instantánea y libera la “luz verde” para afirmarnos en esa área.
Los depósitos del Cielo están abiertos para usted
Puedo ver los depósitos
del Cielo, puertas que se abren por completo y una luz pura brillando a través
de ellas. Los ángeles están entregando sueños, visiones y provisión en el
viento que los lleva hacia la tierra. Los sueños, visiones y provisión están
aterrizando como el maná, esperando que los recojamos para comerlos. Mire el maná, está ahí para que lo recoja.
Claves para entrar en la claridad
• ¡Adoración! Levante su cabeza hacia los cielos. Donde una vez dominó
el silencio, afírmese llenando el vacío con alabanza.
• ¡Vuelva a contar! Recuerde la bondad del Señor y sea agradecido. Hay poder en el testimonio.
• ¡Coma el maná! Pídale al Señor específicamente
palabras de aliento para este tiempo y permita que sean alimento para su
espíritu.
• ¡Vuélvase hacia el viento! Ore en el espíritu y
permita que el viento sople a través de su vida.
• ¡Mire! Mire y vea lo que Dios está haciendo. No permita que lo engañe la niebla. ¡Hoy
es un nuevo día y los depósitos del Cielo están completamente abiertos!
Oremos juntos: ¡Hoy declaro que la niebla se está levantando! Nunca
más estaré atado por la confusión, la depresión, el engaño y el silencio. Invito
al viento del Espíritu Santo a soplar en mi vida, a través de mi vida y a mi
alrededor. Recibo
el maná del Cielo. Recibo la apertura. Recibo la restauración. Recibo los diseños celestiales que revelarán mis
próximos pasos hacia el destino que Dios determinó. Declaro que puedo ver en
las dimensiones celestiales y fui creado para vivir en la luz, no en la niebla.
Decreto y declaro que fui creado para relacionarme con mi Padre celestial y
caminaré en la plenitud de mi identidad.
Ruth Hendrickson
(www.elijahlist.com)
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