Por Ella Onakoya
Hace muy poco tuve un sueño donde les hablaba a los creyentes en una
reunión y declaraba: “¡Dios les está dando un nuevo nombre! Son una diadema
real en las manos de Dios y una corona de gloria” (ver Isaías 62). Mientras
declaraba esto en la reunión, el líder que la conducía (en el sueño) me dijo
que los creyentes afuera del salón también necesitaban oír este mensaje. Me
desperté del sueño y comencé a orar, decretando nuevos nombres y una entrada a
las identidades celestiales para el pueblo de Dios.
Creo que el
Espíritu Santo les está hablando ampliamente a muchos creyentes sobre la
importancia de entrar en la identidad de nuevos nombres que el Cielo está
impartiendo en este tiempo. Hay un mover para sacar a muchos de sus tiempos
pasados de limitaciones, vergüenza y reproches. Ustedes están saliendo de sus
lugares de contentamiento, donde estuvieron atrapados demasiado tiempo.
Creo que el Señor
quiere que comparta lo siguiente, sobre lo que Él está impartiendo a través de
los nombres nuevos que le está otorgando a la Iglesia.
Impartición de realeza, influencia y favor
Estamos entrando
en un tiempo donde Dios está por mostrar a sus fieles como una corona y una
diadema real en sus manos. Esto también es un aliento profético para algunos en
el Cuerpo de Cristo que se sienten como José. Estos son los que, debido a las
traiciones que sufrieron, sintieron que perdieron su manto de favor, como
ocurrió con José cuando fue traicionado por sus hermanos en la Biblia. El
reproche y la vergüenza serán reemplazados por la operación del favor del Señor
en sus vidas. El nuevo nombre que el Señor les impartió abrirá el camino hacia
el palacio del Faraón, que representa el lugar de influencia designado del
Cielo para ellos en su camino terrenal.
Los que se sintieron abandonados y desolados, están recibiendo un nuevo
nombre: “El Señor se deleita en ti”.
Puedo ver a los
que están en situaciones como la de Jabes, que estuvieron clamando al Señor para
que removiera el ciclo de dolor y desolación de sus vidas. Como Jabes en 1 Crónicas
4:9-10, usted sintió que su legado en la tierra estuvo lleno de dolor y estuvo
clamando al Señor para que desatara una apertura que lo liberaría de este
dolor. Estoy desatando estas palabras de aliento sobre su vida: “Usted no fue
abandonado, porque el Señor le impartió un nuevo nombre, ‘Mi deleite está en
ti’”.
Tal es la grandeza
del poder de Dios dentro de este nuevo nombre que le entregó, que algunos
comenzarán a experimentar aperturas repentinas que reemplazarán sus ciclos de
dolor y decepción.
En una reunión en New
York, el Señor me llevó a declarar proféticamente una palabra sobre un hombre
que nunca antes había visto. No conocía su situación, pero declaré que su ciclo
de decepción había terminado y desde ese día comenzaría a experimentar una apertura.
Más tarde vi al hombre en otra conferencia y se acercó a mí con una gran
sonrisa, para decirme que desde el día que el Señor me ordenó declarar esa
oración sobre su vida, había terminado su ciclo de decepción de una manera
inexplicable. A partir de ese día había comenzado a experimentar numerosas
aperturas y bendiciones. Me sentí humillada mientras compartía esto. Sabía que
solo era la boca profética de Dios, enviada para declarar un tiempo de apertura
en su vida debido al nuevo nombre que le había impartido: “Dios se deleita en ti”.
Hoy decreto sobre
los fieles de Dios que estuvieron atravesando ciclos de decepción y dolor: “Reciban su
nombre nuevo, ‘Dios se deleita en tí’”. Entre
en la nueva identidad de su nombre y reciba su apertura en el Nombre de Jesús.
Los inconversos verán su justicia
La gloria en el
nuevo nombre que Dios le impartió, hará que los inconversos vengan a la gloria
de la justicia de Dios en su vida. Puedo oír el aliento del Señor hacia usted
para que crea en este tiempo por un avivamiento de gran salvación por los
perdidos.
Me siento guiada a
compartir esta historia reciente de una conversión milagrosa de una mujer para
alentarlo a compartir el Evangelio. Cerca de un mes atrás me encontraba en Londres, mientras atravesaba el
proceso de una mudanza hacia una casa nueva. Me
encontraba junto al auto de un amigo que me estaba ayudando con la mudanza.
Repentinamente, noté que una mujer del otro lado de la calle se detuvo y me
miraba atentamente. Sentí que era como una cita divina, entonces crucé la calle
y comencé a charlar con ella.
Comenzó a
compartir su dolor sobre su hermana, quien tenía problemas mentales severos. Luego,
cuando le hablé del amor de Jesús hacia ella, respondió que era judía y no
creía en Jesús como el Mesías.
Pero esa noche
sentí que se levantaba dentro de mí el don de fe. Le dije que en el Antiguo Testamento
debían ofrecerse corderos en sacrificio para expiar los pecados, pero los
pecados nunca pudieron ser removidos hasta que vino Jesús, el Mesías, a morir
por los pecados del mundo. Declaré que Jesús fue el último Cordero sacrificado
por nuestros pecados y no había necesidad de otro sacrificio. Ante esta
declaración, el Señor removió el velo de su corazón y su luz alumbró su alma. Fue
un milagro. En ese momento ella creyó y dijo: “Es verdad. En realidad, no hay necesidad
de otro sacrificio debido a Jesús”.
Entonces le dije: “¿Ahora crees que Jesús es el Mesías?”. Con gran convicción, ella respondió que
creía.
Esa noche oró por
el perdón de sus pecados y le pidió a Jesús que fuera su Señor y Salvador.
Antes que me alejara caminando, me abrazo y me dijo: “Fuiste un rayo de luz que vino hacia mí”. Sus palabras me hicieron recordar el pasaje de Isaías 62:2: “Las naciones verán tu justicia…”. Creo que la gloria en el nuevo nombre que
recibimos hará que caigan los velos de decepción en los corazones de los
perdidos, mientras les ministramos en Evangelio.
Nuestro nuevo nombre está borrando las inscripciones
de muerte
Estuve percibiendo
en mi espíritu que el enemigo colocaba nombres en las lápidas como un símbolo
de una muerte prematura. Sin embargo, el Señor está reemplazando esas
inscripciones de muerte con la inscripción “Vida”. Puedo
ver el nombre “Vida”, entrelazado con el nombre Jesús. Puedo ver un
mover poderoso del Espíritu de Dios a través del nombre que nos entregó para
superar tácticamente los planes del enemigo, para provocar una muerte
prematura.
Recientemente,
estaba volando hacia Nigeria en un avión que pasaba por París. Mientras el
avión iniciaba el proceso de descenso, encontró vientos inesperados que lo
hicieron rebotar, en lugar de aterrizar normalmente. Todos sentimos el salto,
como si literalmente hubiéramos rebotado como una pelota, en lugar de aterrizar
sobre la pista en el aeropuerto. En ese instante parecía que cada voz en el
avión, incluida la mía, hubiera gritado como una sola: “Jesús”.
Milagrosamente, ante la mención de su nombre,
el Señor guio las manos del piloto y fue capaz de mover el avión sobre la pista
con seguridad. Me maravillé por la intervención divina del Señor
cuando después pude oír el relato de un avión que se estrelló bajo condiciones
similares, perdiendo las ruedas y partiéndose en pedazos, con un gran número de
víctimas.
Creo que cuando
llamamos a Jesús en el avión, su persona y su identidad de salvación y vida, se
impartieron a nuestro favor. Después de todo, Proverbios 18:10 dice que el
nombre del Señor es una torre fuerte y los que corren hacia ella, serán salvos.
Las Escrituras también dicen que todos los que invoquen el nombre del Señor
serán salvos (Romanos 10:13). Hoy decreto
una impartición de seguridad y vida en el nuevo nombre que usted recibió, en el
nombre de Jesús, para revertir cada trampa mortal del enemigo.
Amado, anímese. Espero que reciba las bendiciones, el favor, el honor, la protección y
todo lo que está destinado para usted en su nuevo nombre.
Ella Onakoya
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