Por Jane Hamon
Tuve un sueño muy interesante, justo antes del cambio del año hebreo del
5778 al 5779. Creo que este sueño tiene una gran relevancia para la gente en el
Cuerpo de Cristo.
En el sueño tuve
una visión donde había dos muchachos que se acercaban con la asignación
particular de quebrar a los líderes apostólicos y proféticos, los líderes de la
reforma. En mi sueño estos reformadores eran representados por mi esposo, pero
en realidad yo creo que esta es una palabra que se aplica a todos los que están
tratando de traer la reforma de Dios en la tierra hoy.
En el sueño, estos
dos muchachos se presentaban y rasgaban la espalda de la camisa de mi esposo,
echándole veneno. Luego uno de los muchachos tomaba esta vara de metal y
comenzó a azotar la espalda de mi esposo.
Simbólicamente, la
espalda es donde un hombre lleva sus cargas y donde porta su fortaleza. Creo que Dios nos está mostrando que el enemigo quiere
venir y atacar nuestras fuerzas. Quiere atacar donde estuvimos
llevando nuestra visión, donde estuvimos llevando nuestras cargas. Luego el
enemigo quiere derramar veneno. Quiere agitar la discordia. Quiere agitar las
cosas y golpear nuestra espalda. Quiere azotarnos hasta quebrarnos. Eso era lo
que ocurría en el sueño.
Recuerde que estaba
viendo lo que el enemigo quería hacer. Entonces, el sueño alertábamos a las
autoridades. Las autoridades venían y cuando llegaba el ataque, en lugar de permitir
que lo ejecutaran, capturaban a los atacantes. Los llevaban afuera y les
quitaban las camisas. Les quitaban las varas de metal de sus manos y las ponían
en las nuestras, diciéndonos: “Avancen y azoten la espalda de su enemigo”. (Disculpe
si esto suena demasiado violento para usted, pero así era mi sueño).
Rabsacés
Ahora, lo
interesante sobre este sueño fue que conocía el nombre de uno de los atacantes
y era Rabsacés. Entonces, cuando me desperté del sueño y lo estaba escribiendo,
pensé: “¿Qué
significaba Rabsacés?”. En ese
momento no tenía idea.
Mientras buscaba
en las Escrituras, encontré la historia en 2 Crónicas 37 y 38, donde se relata
la historia de Senaquerib, rey de Asiria, cuando atacó a Israel. Judá e Israel
estaban divididas, porque Israel había caído en apostasía, y Senaquerib avanzó
destruyendo todas las ciudades de Judá. Había establecido un sitio sobre Jerusalén,
bajo el reinado de un rey reformador justo llamado Ezequías.
Ezequías, el rey justo
Ahora, permítame
decirle que Ezequías estaba llevando a la gente hacia Dios, renovando sus
corazones por la adoración y renovando su amor por la ley de Dios. Había
derribado los templos de Baal y Astarté. Era un hombre justo y santo. Aun así,
su ciudad estaba sitiada. En sus propias vidas, algunos se deben estar
preguntando: “¿Por
qué me pasa esto? ¿Qué hice mal para encontrarme en un lugar de asedio?”.
“La repuesta podría ser que no hizo nada mal o
la respuesta podría ser que es un reformador que se está moviendo hacia
adelante”
Ahora, debe dejar
que el Espíritu Santo le hable para estar seguro que no hay nada pendiente en
su corazón ante Dios. Sin embargo, permítame decirle que no necesariamente
significa que hizo algo mal, cuando se encuentre bajo un asedio.
Senaquerib
Senaquerib era
cruel y perverso. Históricamente fue uno de los reyes más violentos que se
conocen. En realidad, esto motivó las palabras de Isaías: “No prevalecerá ninguna arma que se forje
contra ti…” (Isaías
54:17a). Senaquerib
siempre estaba diseñando nuevas maneras para torturar a la gente. Esto suena
perverso, ¿cierto? A mí me suena como una personificación del diablo.
Se revela el enemigo oculto
Entonces, ¿quién
era el Rabsacés? Bien, cuando Senaquerib estableció el sitio sobre la ciudad,
envió un príncipe jefe. El nombre Rabsacés significa: “Jefe de los príncipes”. Como puede ver, pienso que Rabsacés es un
principado que fue asignado en contra de la reforma. Es un espíritu de
resistencia.
Básicamente, el Rabsacés
fue enviado para entregar los términos de la rendición. Entonces el Rabsacés
llegó y se paró frente al muro de Jerusalén, donde comenzó a anunciarles a
todos: “No
piensen que Dios los va a salvar. No sean tontos. No sean tan tontos como para
pensar que Dios los va a ayudar. No sean tan locos como para pensar que su rey
los va a liderar por el camino correcto” (ver 2 Reyes 18:19-25). Comenzó a llenar la atmósfera con toda clase de
dudas y trató de meterlas en la cabeza de las personas.
Las estrategias del enemigo
Como puede ver,
pienso que esta es la estrategia del enemigo ahora mismo. Está tratando de
meterse en nuestras cabezas. Está tratando de decir: “Oye, todo es correcto y está bien, pero no
pienses que tu Dios te va a salvar. No pienses que Él va a salvar a tu familia.
No pienses que te va a ayudar en tu batalla. No pienses que Dios peleará por ti”. Eso es lo que el Rabsacés está diciendo. Trató
de agitar las dudas hacia Dios. Trató de agitar la duda hacia los líderes y
trató de agitar la duda hacia la reforma. Incluso trató de agitar la duda
acerca de ellos mismos.
“Esto es lo que está haciendo el enemigo. Ahora
mismo está llenando la atmósfera, tratando de meterse en nuestras cabezas”
Pienso que algo de
lo que está ocurriendo hoy en los medios de comunicación, es fortalecido por el
espíritu del Rabsacés. El Rabsacés está llenando la atmósfera con mentiras y
medias verdades, y está interviniendo para voltear nuestros corazones,
diciendo: “No
pienses que Dios te salvará. No pienses que Dios peleará por ti. No pienses que
estás obrando bien en esto”.
“Debemos comprender, tenemos que meternos en la
Palabra de Dios. Tenemos que meternos en la oración y saber que Dios pelea por
nosotros”
Luego de un mes
que ocurrió esto, me enfermé y tuve algunos problemas que parecía que no los podría
superar físicamente. Fue esta voz que siguió sonando en mi cabeza y decía: “Ya no tienes
poder. Ya no tienes autoridad. Ya no tienes nada de eso”. Sabía que era el Rabsacés. Sin embargo,
permítame decirle que no la pude detener. Aunque pude identificarla como la voz
del enemigo, por alguna razón no podía detenerla.
¿Sabe qué hice? Fui donde mi esposo, fui donde los ancianos y tuve gente
que oró por mí. Este es un tiempo cuando no podemos quedarnos solos. Debemos
tener gente que esté firme con nosotros y ore por nosotros. ¿Recuerda el pasaje que le entregué que dice que “ninguna arma forjada
prosperaría contra nosotros”? Sigue diciendo: “…toda lengua que te acuse será refutada” (Isaías 54:17a). Este es un tiempo cuando debemos condenar esa
voz que viene a nuestra cabeza para tratar de hablarnos y sacarnos de nuestra
victoria, sacarnos de nuestro destino y tratar de hacernos abandonar.
“No abandone. No vuelva atrás. Dios nos llamó a
perseverar en la batalla y Él peleará por nosotros”
¿Sabe que ocurrió
luego en la historia? Vino Ezequías y derramó las acusaciones del Rabsacés ante
el altar del Señor. Clamó a Dios y dijo: “¡Dios, necesito una palabra!” (ver 2 Reyes
19:14-19). (Permítame decirle que
este es el tiempo donde necesitamos una palabra. ¡Necesitamos una palabra de
Dios!)
Cuando Ezequías
clamó a Dios, Isaías se presentó diciendo: “Hola, Dios me entregó una palabra para ti. No temas,
ninguna flecha del enemigo caerá en la ciudad. En realidad, trataré con el
Rabsacés. Volverá a su país y alguien lo matará allí. Enviaré a Senaquerib de
regreso por donde vino. No te preocupes, también trataré con él” (ver
2 Reyes 19:20-34).
A continuación,
las Escrituras dicen que esa misma noche, Dios envió un ángel. Era un solo
ángel contra cientos de miles de asirios. Un solo ángel descendió y mató a
185000 asirios, así nomás (ver 2 Reyes 19:35).
Si usted piensa
que su problema es grande, recuerde que esta historia se resolvió con un solo
ángel. Dios no tuvo que enviar un ejército de ángeles. Solo envió un ángel para
tratar con el problema. Permítame decirle que usted sirve a un Dios grande. Usted
sirve a un Dios poderoso. Cuando clama a Él y cierra sus oídos a la voz del
enemigo que trata de profetizarle su derrota, podrá oír la profecía de Dios. La voz de Dios nunca suena como una profecía de derrota,
siempre suena como una profecía de victoria.
Quiero alentarlo,
si el enemigo estuvo bombardeando sus pensamientos, consiga alguien que ore con
usted. Escuche la Palabra del Señor en este tiempo. Quiero recordarle que al
final de mi sueño, nos dijeron a mi esposo y a mí que azotáramos la espalda del
enemigo. En realidad, Isaías 30:31 dice: “La voz del Señor sacudirá Asiria…”. ¡Sobre esto está hablando!
Isaías 30:32 dice: “Cada golpe que el Señor
descargue sobre ella con su vara de castigo será al son de panderos y de arpas;
agitando su brazo, peleará contra ellos”.
Este es el tiempo para desatar la voz de Dios. Este es un tiempo para
levantarse y profetizar. Este es un tiempo para creer la Palabra del Señor y no
ser sacudidos. No
abandone, no retroceda. Persevere hasta el final de la batalla y verá el Cielo
peleando por usted. Esa es la palabra del Señor. Dios está destruyendo el
espíritu del Rabsacés en su vida, en la Iglesia y creo, en esta nación.
Recuerde que la victoria
es nuestra. ¡Dios lo bendiga!
Jane Hamon
No hay comentarios:
Publicar un comentario