martes, 17 de agosto de 2010

“¿Qué tiene que ver el amor de Dios con esto?”

Por Cindy Trimm

clip_image0011 Corintios 13:1-8 dice: “Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá” (lea el resto de 1 Corintios 13).

En este capítulo, descubrimos que el amor es un verbo que requiere iniciativa, integridad y un interés en alguien más que nosotros mismos. El amor no se centra en sí mismo, no es egoísta ni absorbente. El amor da de corazón y requiere una intencionalidad inteligente, no emocional. El amor es ocuparse positivamente de los demás. Algunos dicen que la fe hace que todas las cosas sean posibles, pero el amor las facilita. Donde existe el amor, no sólo hallará cosas buenas, también hallará a Dios, porque Él es amor.

En mis momentos más reflexivos, llegué a la conclusión que cada uno de nosotros anhela hacer algo grande. Queremos implementar algo tan extraordinario que cambiará positivamente el curso de nuestro destino, haciendo una diferencia en este mundo para que sea un lugar mejor para las generaciones futuras. Ocasionalmente, las noticias de los periódicos registran las hazañas heroicas o descubren a una persona con talentos superiores que alcanza algún logro. La extravagancia describe los shows de los premios anuales que se reúnen para reconocer al mejor actor, cantante, músico, reina de belleza o atleta del año. Porque se considera a estos individuos como grandiosos.

Pero estos encabezados de los medios palidecen ante los héroes desinteresados quienes, todos los días, se preocupan por los indigentes, alimentan a los hambrientos, visitan a los enfermos o los postrados para edificarlos, amarlos, llenarlos de esperanza, ayudarlos, proveerles lo necesario o amarlos. Aman y cuidan como Cristo amó, incondicionalmente, desinteresadamente y sin esperar recompensas, recomendaciones o promociones. Actúan desde sus corazones. Esta clase de acciones, a menudo desapercibidas, son nada menos que las que merecen reconocimiento y honra. Prueban que el amor auténtico es un verbo que se viste de servicio hacia la humanidad. Jesús dijo en Mateo 20:26: “Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor…”. Debemos demostrar compasión hacia aquellos que nunca podrán devolvernos el favor.

Caridad en nuestro corazón

Mi compás moral, la Biblia, establece que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Este es uno de los mandamientos más repetitivos de la Escritura. Amar a nuestros enemigos es lo opuesto a centrarnos en nosotros mismos. Actuar con amor divino, demuestra que es posible que los seres humanos sean desprendidos. Demuestra que vivir en un mundo apacible y amoroso, es posible. El amor es la caridad cargada de diamantes, demostrando compasión, piedad y una preocupación positiva por toda la creación de Dios que no se puede ignorar, negar o destruir.

El amor es filantrópico, una palabra derivada del griego “philos” (amor) y “antrophos” (hombre), traduciéndose como “hombre amoroso”. Cada ser humano tiene la capacidad de ser un filántropo. Aún cuando Jesús habló su mandamiento hace más de dos mil años, sigue válido y necesario en nuestros días. En un tiempo cuando los fundamentos de la familia se sacuden por el crimen, la guerra, las enfermedades o los desastres que ocurren a diario; debemos demostrar amor hacia nuestros enemigos de una manera práctica.

La caridad es más que sólo darles dinero o cosas a los pobres e indigentes. Es dar de nosotros mismos, nuestro corazón, tiempo, talentos, experiencia y habilidades.

Bob Hope dijo: “Si no tiene una caridad en su corazón, tiene la peor enfermedad cardíaca sobre la tierra”. Creo que todos nuestros problemas terrenales son condiciones del corazón. El mundo está sufriendo un ataque cardíaco masivo. Sin embargo, el amor es el desfibrilador de esperanza, sanidad y vida abundante. Restaura el ritmo cardíaco de un mundo vibrante justo, seguro y dinámico. El amor es poderoso, perseverante y eterno. El amor nunca falla, conquista todo. Aunque es la virtud humana menos conquistable. Hay tres cosas que duran para siempre: “La fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de todas es el amor”.

Etienne deGrellet dijo: “Pasaré por este mundo una sola vez. Cualquier cosa buena que pueda hacer o cualquier cosa en la que pueda ayudar a otro ser humano, permítanme hacerla ahora. No voy a postergarla o ignorarla, porque no volveré a pasar por este camino otra vez”.

Helen Hayes dijo: “Disfrutamos las noticias de nuestros héroes, olvidándonos que también somos extraordinarios para alguien más”.

¿Quién es su prójimo?

Lucas 10:25-37 dice: “En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús replicó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú? Como respuesta el hombre citó: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Bien contestado, le dijo Jesús. Haz eso y vivirás. Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús respondió: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. Cuídemelo, le dijo, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva. ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El que se compadeció de él, contestó el experto en la ley. Anda entonces y haz tú lo mismo, concluyó Jesús”.

¿Quién es su prójimo? Cuando a Jesús le preguntaron quién era su prójimo, respondió contando la historia del Buen Samaritano que ayudó a un extraño en problemas al costado del camino. Luego, en el verso 37, Jesús le dijo al hombre que fuera e hiciera como el Buen Samaritano, ayudando a los que no podían hacerlo por sí mismos o estaban en crisis. Un vecino es alguien cercano a nosotros. Amar a su prójimo es parte del plan de Dios para sanar al mundo, comenzando por una persona y una comunidad a la vez. Nuestro amor demuestra cómo es Dios y su Reino.

Mateo 5:16 establece: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”. La luz no es la ausencia de oscuridad, es la ausencia de maldad, ignorancia y todo lo que sofoca nuestra semejanza de Dios.

La Biblia nos enseña que aquellos que tienen el sentir, las riquezas y los recursos para hacer todo el bien que pueden, deben ayudar a todos, recordándole al rico que sea generoso y comparta lo que tiene (1 Timoteo 6:17-19). También establece que nuestro amor no debe ser sólo palabras vacías, debe ser verdadero y respaldado por acciones concretas (1 Juan 3:17-19). Este amor viene de Dios, quien demostró su cuidado y preocupación por el mundo herido al entregar lo más preciado y valioso para Él: su Hijo, Jesucristo.

La reconstrucción y el desarrollo de la comunidad se trata de esto: gente ayudando gente. Sin lugar a dudas, enfrentamos algunos de los mayores desafíos registrados en la historia. Pero la sabiduría y la historia de nuestro pasado me dicen que cuando la humanidad trabaja unida para resolver sus problemas, no sólo los pueden trascender, puede cambiar el destino de la humanidad. Debemos concentrarnos en los esfuerzos para continuar elevando el nivel de concientización sobre cómo un individuo puede hacer diferencia enorme, contribuyendo para que este mundo sea un lugar mejor para la humanidad y un lugar más seguro donde vivir. Con el esfuerzo concertado de individuos que se comprometen a hacer un acto por alguien que no se los puede devolver, sin importar si es pequeño o insignificante, podemos rescatar a comunidades enteras para llevarlas desde:

• La discordia hacia la armonía

• El conflicto hacia la cooperación

• La guerra hacia la paz

Así como dice el principio bíblico, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, podemos generar cambios globales positivos. ¡Todos podemos hacerlo!

Tiempo, talento y tesoro

Tres de las cosas más valiosas que una persona le puede dar a otra son: tiempo, talentos y tesoros. Aún si la persona no tiene los ingresos disponibles, dar su tiempo y su talento o sus habilidades y experiencias, consejo o compasión, pueden marcar la diferencia. Visitar a los ancianos, leerles una historia a los niños hospitalizados, organizar jornadas de limpieza en la comunidad, entregarle ropa a una mujer que sale de la cárcel y se está insertando en el mercado laboral, reciclar o levantar fondos para ayudar a las escuelas en crisis; refleja que el amor sin acciones es mera imaginación.

Todos tratan de dar sentido desde sus vidas. Están buscando respuestas, apoyo emocional y alivio. A veces su búsqueda los lleva hacia relaciones y situaciones donde no tienen todos los elementos para dar alivio y brindar soluciones. La tragedia es que tratan de darle a la gente lo que sólo Dios está en capacidad de entregar. Esta gente termina desalentada, deprimida, abatida y sintiéndose traicionada, con sus expectativas frustradas y sus esfuerzos diluidos. Existe demasiada gente que, a pesar del estado de este mundo, van más allá de su seguridad para ayudar a otros. Están conformando organizaciones sin fines de lucro, grupos de vigilancia vecinal e instituciones de base para tratar las condiciones actuales y los problemas que estamos enfrentando globalmente.

Debemos ayudar a la gente que realmente lo necesita y tener cuidado de no transformarnos en una fuente de subsidios.

Mateo 25:37-40 dice: “… Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos? El Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.

Hay algunas cosas prácticas que puede hacer. Comience por amar a su prójimo como a sí mismo. El amor les brinda a otras personas sentido de:

• Valor

• Pertenencia

• Propósito

• Dignidad

• Esperanza

• Confianza

Alcanzar a alguien más hace esto por ellos. Es como tocar el alma con una porción de Cielo.

En segundo lugar, ore por ellos y pídale a Dios que le imparta inspiración, capacidad, coraje y oportunidades para hacer de este mundo un lugar mejor. Si realmente ama a su prójimo, lo primero que debe hacer es orar por ellos. Como ser humano, está limitado en los recursos que puede emplear para ayudar a su prójimo, pero los recursos de Dios son ilimitados. Lo más grande que puede hacer por su prójimo es orar seriamente por ellos.

Dios puede hacer más por su prójimo en un minuto que lo que usted puede hacer en toda su vida. A través de nuestros pedidos de oración, Dios nos da más autoridad para trabajar en las vidas de nuestro prójimo.

Oración de San Francisco:

Señor, hazme un canal para tu paz,

Que pueda darle amor al aborrecido,

Que donde haya odio, pueda llevar el espíritu de perdón,

Que donde hay duda, pueda llevar fe,

Que donde haya desánimo, pueda llevar esperanza,

Y donde haya sombras, pueda llevar la luz,

Que donde haya tristeza, pueda llevar gozo,

Señor, que pueda confortar a otros, en lugar de ser confortado,

A entender, en lugar de ser comprendido,

A amar, en lugar de ser amado,

Porque es por dar que recibimos,

Es por perdonar que encontramos,

Es por perdonar que somos perdonados,

Es por morir que resucitamos a la vida eterna.

Amén

San Francisco de Asís

En tercer lugar, debemos hacer de las buenas obras un hábito diario. Cada día debemos hacer una obra de bien y cuando alguien haga algo bueno por usted, reconózcalo. Comprométase a encontrar a otra persona y más allá de recompensarla con una buena acción, encuentre a otra y ayúdela. El verdadero amor se entrega sin reservas, sin pedir o demandar nada a cambio. Sólo por conocer a alguien, no es garantía que siempre los amará. Así también, sólo porque no conoce a alguien, no significa que no lo pueda amar sinceramente. Todos oímos del amor a primera vista.

Nadie puede amar a un completo extraño. Por eso abrir el corazón ante un extraño requiere tiempo. Nunca se sabe cómo una pincelada de amor incondicional puede cambiar el destino de una persona. Quién sabe, quizá una simple sonrisa podría impedir que alguien se quite la vida. Sólo se necesita una chispa para encender un fuego. La chispa puede ser un acto de amor, extender una mano o una carta de ánimo.

Henry Wadsworth Longfellow dijo: “Ningún hombre es tan pobre como para no tener nada para dar. Aprenda a dar de lo que tiene. Para otros, puede ser mucho mejor de lo que piensa”.

La Madre Teresa dijo: “Podemos sentir que lo que hacemos es una gota de agua en el océano. Pero el océano será más pequeño por causa de esa gota de agua”.

En cuarto lugar, decida hacer una diferencia. Una persona puede hacer la diferencia. Hay un poema que dice:

Una vida

Una canción puede contar una historia

Una acción puede despertar un sueño

Una semilla puede comenzar un bosque

Un pájaro puede ser embajador de la primavera

Una sonrisa puede comenzar una amistad

Un amigo puede aliviar un alma

Una estrella puede guiar a un barco en el mar

Un barco puede llevarlo hacia su casa

Una voz puede hablar con coraje

Un corazón puede conocer lo que es verdad

Una vida puede hacer la diferencia

¡Una vida te pertenece!

Una mano comienza una cadena de amor

La cadena de amor puede cambiar una nación

Una vela puede iluminar una habitación

El amor de Aquel puede encender una esperanza

Una esperanza puede conquistar las tinieblas

Un paso da comienzo a un viaje

Una palabra da comienzo a una oración

Una oración puede sanar un espíritu

Un toque puede demostrarle cariño

Una voz puede hablar con coraje

Un corazón puede conocer la verdad

Una vida puede hacer la diferencia

¡Una vida te pertenece!

Autor anónimo

Cada vez que haga el bien, eso siempre regresará hacia usted. La Biblia establece que “cualquier cosa buena que hagamos, recibiremos lo mismo del Señor…”. Todos sabemos que las manos del Señor son mucho más grandes que las nuestras. Para el mundo puede parecer una persona, pero para otra persona, usted puede parecer el mundo. ¡Comparta amor esta semana! “¿Qué tiene que ver el amor con eso?”. Más allá de ser un mandato de Dios y el mayor don, el amor tiene que ver con todo.

Juan 3:16 dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

Dr. Cindy Trimm

No hay comentarios: