Por Bobby Conner
En este tiempo de oscuridad y tinieblas profundas, muchos están tropezando en desesperación, abrumados por la confusión y la duda. Sin embargo, como seguidores de Jesús tienen una oportunidad asombrosa: “Debemos atrapar las claves de la sabiduría divina, conociendo cómo alentarnos en el Señor, sin tambalear o temer, sino avanzando con velocidad hacia nuestro destino y acceder a la ayuda del Cielo para vencer las pruebas y las adversidades por venir”.
Ester 4:14 dice: “Si ahora te quedas absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la liberación para los judíos, pero tú y la familia de tu padre perecerán. ¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como éste!”. También recuerde que el Reino de Dios está en usted para un tiempo como éste.
Nunca dude esto: “Dios mismo lo escogió para estar en la tierra en un tiempo tan crucial de la historia como este. Este es su destino, levántese, afírmese por la Verdad y haga una diferencia en el mundo. Usted es sal y luz, el Espíritu Santo lo ungió con una unción poderosa para operar. Está dotado de una manera única para navegar por estos tiempos, guiado por el Espíritu de Verdad” (vea Nehemías 9:20).
¡Prepárese para contemplar las obras del Señor!
Muchos tienen preguntas sobre los tiempos y las estaciones. ¿Cuál es esta estación? ¡Es la estación de la cosecha! Pablo nos informa que no debemos engañarnos porque cosecharemos lo que sembramos. Esto es extremadamente alentador porque muchos estuvieron ocupados por años en la intercesión, orando para que Dios llene la tierra con su gloria y clamando para que Jesús les entregue su recompensa. Muchos se unieron implorándole al Cielo para ver la gloria del Reino de Dios. Este es un tiempo de oraciones respondidas (vea 2 Corintios 6:2 e Isaías 49:8). Tendrá respuesta el clamor corporativo “venga tu Reino, sea hecho en la tierra como en el Cielo”.
Al acercarnos al final de los tiempos descubrimos que habrá una estación de gran cosecha, entramos en este tiempo con gozo y confianza, con gritos de alegría y adoración. Este no es tiempo para estar en derrota o desánimo, estamos llamados a caminar en libertad en cada área de nuestra vida. Por tanto, nuestro corazón debe llenarse de gozo y victoria.
El Salmo 126:1-6 dice: “Cuando el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando. Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: El Señor ha hecho grandes cosas por ellos. Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría. Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos del desierto. El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas”.
¡Comenzó la gran cosecha! Este es el tiempo para entrar en los campos de cosecha del Señor, “contemplaremos sus obras”. Hechos 1:8 declara que recibimos el Espíritu de Dios por propósito y poder. Seremos herramientas efectivas en el campo de la cosecha.
Recientemente estaba clamando al Señor sobre el Salmo 90:16-17: “Oh Señor, ¡que aparezcan tus obras!”. Repetí esta oración varias veces, cuando repentinamente el Señor me habló y dijo: “¡Ve a trabajar!”. Si queremos ver las obras del Señor debemos trabajar en sus campos de cosecha. Enfrente estos días con confianza, conociendo que no estamos solos en la tarea que nos asignó, el Señor está con nosotros (vea Josué 1:9).
Multitudes se hacen las mismas preguntas:
¿Qué dice Dios? ¿Cuál es la palabra del Señor para el 2011? La hora crítica en la que vivimos demanda que sepamos lo que Dios está hablando. Por eso esta es una pregunta excepcionalmente importante. Sin embargo, hay una pregunta mucho más importante.
¿Qué está haciendo Dios?
Sin dudas, debemos tener oídos para oír lo que Dios está diciendo, ¡pero es extremadamente importante tener ojos para ver lo que Él está haciendo! Pídale al Espíritu de Dios que abra sus ojos espirituales para ver las obras y los caminos de Dios (vea Efesios 1:17-18). El plan y el propósito de Dios es soltar sus ojos y oídos para ver y oír (vea Mateo 13:16).
Nadie puede ser neutral o no estar comprometido, estos días reclama que nos paremos firmes ante la verdad. Espero que usted se sienta profundamente estimulado y movilizado para buscar la revelación del Señor con todo nuestro corazón. Si nos comprometemos a poner todo nuestro corazón en las cosas de Dios tendremos una gran recompensa.
Jeremías 29:12-13 dice: “Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón”. Dependa del Espíritu de Verdad para que sea su Guía y su Maestro, le dará revelación y entendimiento.
Juan 14:26 dice: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho”.
Estos son días oscuros y peligrosos (vea 2 Timoteo 3:1) y necesitamos con desesperación la guía divina (vea Salmo 119:130). Pídale al Espíritu Santo que le imparta revelación y entendimiento sobre lo que está hablando (Santiago 1:5). Permita que el Espíritu de Verdad lo guíe profundamente hacia la Sabiduría de los tiempos. Sí, un abismo llama a otro abismo en este tiempo decisivo de la historia (vea Salmo 42:7). Este es un tiempo donde se manifestará el Maná escondido (vea Apocalipsis 2:17).
Nadie debe estar ocioso porque este es un tiempo de avance y promoción en el Reino de Dios. Active su mente para que pueda transformar al mundo, dejando de pelear para seguir haciendo lo mismo. Estamos ungidos para ser catalizadores de cambios extremos. Así como el joven David, con el corazón de un guerrero confrontó las burlas de Goliat, reconocerá que existe una “causa divina” (vea 1 Samuel 17:29).
El Espíritu de Dios revelará los secretos del corazón de Dios a los que lo busquen (vea Deuteronomio 29:29). Enfrente el futuro con fe, conociendo que el Dios todopoderoso le entregó su Espíritu para instruirnos en el camino que debemos seguir (vea Nehemías 9:20). Nadie necesita tropezar en la oscuridad, todos podemos caminar con coraje en la luz revelada de la voluntad de Dios (Salmo 119:105).
Confíe, ¡el Espíritu de Dios está obrando!
¡Está revelando el poder de Dios! Prepárese para contemplar la evidencia de la obra de Dios. Él está respondiendo el clamor del Salmo 90:16-17: “¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes! Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos”.
El clamor desesperado de las multitudes continúa ascendiendo ante el Cielo, el pueblo de Dios está cansado de los rituales, debilitado por las palabras huecas, su clamor es ver la mano de Dios moviéndose en la tierra, contemplando el Señor en su esplendor y poder. Las palabras huecas y los programas pulidos no son suficientes para traer la gloria de Dios y desatar el poder de su Reino. Es tiempo para la acción (vea 1 Corintios 4:20).
Si vamos a ver la revelación del Reino de Dios, es imperativo que tengamos una demostración verdadera de su poder: “Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado. Es más, me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo. No les hablé ni les prediqué con palabras sabias y elocuentes sino con demostración del poder del Espíritu, para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana sino del poder de Dios” (1 Corintios 2:1-5).
¡El clamor profundo de sus corazones por contemplar el poder de Dios recibirá respuesta! El Espíritu de Dios revelará su corazón operando poderosamente en estos días. El Señor dijo: “¡Mi pueblo tendrá hambre de poder por las razones correctas!”.
Prepárese para ser un instrumento en las manos del Maestro y llene su corazón con una fe atrevida, con una confianza inconmovible en el Espíritu de Dios que habita dentro de usted para que cumpla todo lo que está asignado para su vida. Esta es la seguridad y la confianza que tenemos por medio de Cristo en Dios. Esto no quiere decir que somos firmes porque calificamos por nuestra habilidad personal o por cualquier cosa que surja de nosotros, nuestro poder y suficiencia vienen de Dios.
2 Corintios 3:4-6 dice: “Ésta es la confianza que delante de Dios tenemos por medio de Cristo. No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios. Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida”.
Que nuestra expectativa aumente más y más, esperando ver señales y maravillas que asombrarán la mente de los hombres (vea Efesios 3:20-21). Es tiempo para que la humanidad contemple con asombro el poder de Dios de una manera atrevida e inconfundible (vea Hechos 3:10).
Se está agitando una gran excitación en los cielos, millares de ángeles se están preparando para moverse a favor del pueblo de Dios. Espere asombrarse por la realidad de Dios. Estamos viendo dos eventos desarrollándose al mismo tiempo: los que están cayendo y los que tienen cada vez más hambre por el Dios viviente.
El amor radical produce un celo ardiente
Cristo revela que una de las características de los últimos días será que el amor de muchos se enfriará. “Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Sin embargo, el Señor tendrá su cosecha, sus trabajadores serán abrazados por su pasión y poder, así como los primeros discípulos trastornaron el mundo para Cristo. Nosotros experimentaremos lo mismo.
El Señor nos está llamando a volvernos a Él, arrepintiéndonos y amándolo con todo nuestro corazón para vivir en un amor radical. Apocalipsis 2:4-5 dice: “Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro”.
Desde el corazón de la Iglesia se está levantando un anhelo cada vez mayor por vivir en la presencia de Dios. Esto resulta en un alejamiento drástico de la lujuria de la carne, buscando agradar al Señor en cada área de su vida.
Colosenses 1:9-10 dice: “Por eso, desde el día en que lo supimos no hemos dejado de orar por ustedes. Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría y comprensión espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios”.
Dios reclama una respuesta genuina ante lo que está diciendo y haciendo, nadie puede ser neutral o apático. Dios está llamando a sus guerreros para que defiendan la fe con un celo ardiente: “Tus tropas estarán dispuestas el día de la batalla, ordenadas en santa majestad. De las entrañas de la aurora recibirás el rocío de tu juventud” (Salmo 110:3).
Bobby Conner
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