Por Eileen Fisher
La siguiente palabra profética corporativa fue entregada por Eileen Fisher en su Escuela Profética en Colorado Springs, Colorado:
“¿Permitirás que mi paz haga su obra?”
Pude oír al Señor que decía: “Te entregué mi paz. Te la entregué. ¿La recibirás? ¿Permitirás que destierre cada preocupación, cada temor y cada angustia? ¿Permitirás que mi fe se manifieste para derramar aceite de sanidad en tu mente, tu cuerpo, tu espíritu y tu alma?”.
“¿Permitirás que mi paz abra y cierre puertas? Aunque una puerta se cierre en tu cara, ¿te volverás a poner de pie en mi gracia para decirme: gracias Señor, por tu paz que me guía?”.
“¿Permitirás que mi paz haga su obra? ¿Permitirás que mi paz complete lo que le dije que hiciera? Llama al ‘Príncipe de Paz’ y cuando encuentras la paz, encontrarás al Príncipe de Paz”.
“Pídeme que me manifieste en las situaciones turbulentas. Permíteme entrar y calmar esas tormentas, así como manifesté mi paz en medio de la noche, cuando existen tormentas que lanzan cosas. Una viene por un lado, la otra viene desde el otro. Fueron atemorizantes y clamaron. Aun así seguí durmiendo porque estaba en los brazos de mi Padre, descansando en su regazo”.
“Debes aprender bien esta lección. Cuando la turbulencia te rodee y los ‘no’ se transforman en los ‘sí’ que nadie quiere oír y los ‘sí’ se transforman en los ‘no’ que nadie quiere oír, debes rendirte al Señor”.
Conquistando la turbulencia
“Debes tener un corazón sumiso. Debes estar dispuesto a someterte. Aprende a no pelear contra mi voluntad, ni contra mi ritmo o contra mis caminos. Vive con paz y que ningún hombre te robe la paz. No les permitas entrar en tu territorio para robarte la paz, trayendo su turbulencia. En lugar de ello, permite que tu paz conquiste su turbulencia”.
“Muchos de ustedes son como mis barcos que envío entre aguas cambiantes y agitadas que arrojan a mi pueblo hacia un lado y otro. No hay dirección, la noche es oscura y no se ven las estrellas para poder guiarse. Te envío allí con mi paz, para hablar mi quietud, en todo lugar donde puedan oír a mi Espíritu”.
“No puedes oír mi Espíritu en la turbulencia, sólo si te fatigas, pero no quiero que te fatigues. Quiero que te mantengas en quietud y te familiarices con mi paz. Porque el enemigo no conoce la paz. No puede contrarrestar mi paz. No puede tocar mi paz, porque tomé la victoria sobre la paz”.
“Cuando fui declarado como el ‘Príncipe de Paz’, poseo la paz. Permite que mi paz te posea. Declárala en tu casa. Declárala ante el miedo, la angustia y la preocupación. Declárala sobre tu cuerpo y tu mente. Permite que mi paz gobierne tu alma. Permite que mi paz gobierne tus decisiones”.
“No temas porque te entregué un cheque en tu espíritu. Mira para ver si no envié una tormenta donde debes declarar ‘calma y aquiétate’. No pelees con mi paz, permite que mi paz te abrace”.
“Comprende, cada vez que mi paz toma territorio en tu vida, te metes más en mi territorio. Permíteme poseer tu turbulencia, porque quiero que mi paz te posea”.
“Abraza a mi hijo, el Príncipe de Paz”
“Clama por la paz sobre todos los que te rodeen, más aún, por la paz dentro de ti mismo. Haz la paz contigo mismo para que puedas reconocer la visitación de mi paz que está sobre tu vida. Porque mi Hijo fue el pacificador, mi Hijo fue la ofrenda para la paz eterna. Entra en tu obra en la Cruz. Participa de la paz por la cual Él murió. Él murió para que puedas vivir en su paz”.
“Una vez más digo, ‘te ofrezco mi paz’. Extiendo mi mano de paz. No de una manera impertinente, no sin darte cuenta del valor y el costo. Porque dentro de esa mano te ofrezco a mi Hijo. Por eso te digo, ‘toma a mi Hijo. Abraza a mi Hijo, el Príncipe de Paz’”.
“No temas, permite que el Señor te abrace, así como abrazo a los míos en la tormenta. Permite que Él te abrace en la tormenta y no sólo lo conocerás como el Redentor, el Salvador, el Rey de reyes, el Señor de señores, el Sanador y el Libertador, también lo conocerás a Él y clamarás por su dominio como el Príncipe de Paz, Aquel ante quien se doblará toda rodilla y el que sostiene tu mano en su mano. Él devorará tu turbulencia y la disolverá en su paz. Escoge mi paz”, dice el Señor tu Dios.
Palabra profética entregada por Eileen en la Escuela Profética del Espíritu Santo en Colorado Springs, Colorado:
“Pongo sobre tu cabeza dignidad, honor, fuerzas y entendimiento”
Pude oír al Señor que decía: “Levántame. Cuando me levantas y me exaltas, todo lo demás reposará bajo mis pies. Mi Palabra dice que la tierra es estrado de mis pies”.
“Debes saber que puedo cambiar todas las cosas en un instante. Cambio la maldad en bien, la debilidad en fortaleza, la enfermedad en salud, la muerte en vida, el temor en fe y la pena en gozo. Porque conmigo todas las cosas son posibles. Permite que mi Espíritu te cubra. Permite que mi Espíritu entre en tu corazón, donde había dolor, rechazo, abandono y temor. Donde había tanta confusión que te cansaste de tratar de salir de la jungla por tus propios medios”.
“No sólo soy el Dios que hace un camino donde no hay, Soy el Camino. Vendré con la espada de mi Espíritu cuando estés demasiado cansado y abriré una senda nueva. Diré, ‘elévate sobre las alas de un águila’. Permite que mi Espíritu se manifieste y se levante debajo del águila, porque tienes la paz de mi Espíritu y tendrás las fuerzas de un águila. Tendrás la visión de un águila, pero la gentileza de una paloma. No soy el autor de la confusión o el dolor, soy el Autor del amor y la ganancia”.
“Perdona a todos aquellos que te dañaron. Nunca permitas que ningún hombre, ninguna organización, nada del pasado, el presente o el futuro, tenga las llaves que te puedan volver a llevar al pasado. Devuélveme la llave. No regreses a la prisión de la vergüenza, el rechazo y las incertidumbres, eleva tu cabeza con dignidad. Practica esto”.
“Aprende a caminar porque te creé para caminar, con tu cabeza alzada, con respeto, con dignidad y con honor. Esta noche pongo sobre tu cabeza dignidad, honor, fuerzas y entendimiento. Ni siquiera conoces las preguntas, por las respuestas que te quiero entregar”.
“Permite que se manifieste mi paz. Que mi paz se establezca en medio de la tormenta. Que mi paz te atraiga hacia mi Persona y te cubra. Yo te dije que no te dejé solo, porque había enviado a mi Consolador. Él es Mi cobija. Permite que te conforte. Permite que te cubra. Permite que esponje las almohadas y te entregue los sueños de mi Espíritu. Permite que sea el que se sienta contigo para ser el Consolador, para que puedas sentirte cálido, seguro y confiado. Permite que sea Aquel que te levante y te diga cuándo elevarte”.
“Mientras aprendes a descansar, verás que las pruebas se alejan y verás cómo el reposo te sostiene. En mi reposo está la fortaleza. Reposa en mi Camino”, dice el Señor.
Prof. Eileen Fisher
(www.elijahlist.com)
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