Por
Ella Onakoya
Creo que estamos
viviendo en los días donde la voz del Señor es cada vez más clara para
nosotros. Después de todo, Hebreos 1:1-2 nos dejan muy en claro que en los
últimos días Dios nos está hablando a través de su Hijo, quien fue establecido
como heredero de todas las cosas. El Hijo fue constituido como heredero del
Reino, pero somos coherederos junto con Él. El deseo profundo de Jesús es para
recordarnos que en el Reino hizo provisión para nuestra herencia.
Pude oír en mi espíritu el deseo del Padre
para que aprendamos a oír la voz de su Hijo de muchas maneras, especialmente a
través de sueños y visiones. Joel 2:28 habla sobre un
derramar del Espíritu de Dios en estos últimos días que traería incremento en
los sueños y en las visiones. En consecuencia, es asombroso sentir que mientras
el Espíritu del Señor es derramado, el Señor abrirá nuestro espíritu para
recibir los sueños y las visiones de Él?
Se está removiendo de nuestro
espíritu el estupor, para que nuestro espíritu pueda despertarse por completo y
oír al Señor por medio de sueños y visiones. El mensaje del Reino nunca fue más
clave y necesario en estos días, donde las tinieblas están cubriendo la tierra. Mientras
recibimos una revelación fresca del Reino y caminamos en ella, cubrimos la
tierra con la luz del Cielo. Este es el clamor de Dios en Isaías 60, para que
nos levantemos y brillemos, porque llegó nuestra luz.
El Señor nos hizo reyes
con Él…
Estoy agradecido por la cantidad de
visitaciones y apariciones del Señor Jesús que recibí por medio de sueños y
visiones, pero recuerdo una en particular que fue muy significativa. Fue hacia
finales de Octubre del 2013. Estaba recostada en el sofá de mi living en
Londres y me quedé dormida. Cuando comenzaba a despertarme, entré en una
especie de estado de trance del que no me desperté por completo. Levanté mis
ojos y pude ver a Jesús.
Me asombraron las vestiduras de Jesús. Admitiré
que otras veces que vi al Señor, pero no siempre recordé o noté sus
vestimentas. Mi enfoque se concentraba en las palabras que me hablaba, pero en
esta visitación, parecía como si el Señor atrajera mis ojos hacia sus vestidos.
Tenía una túnica de
seda púrpura. Me miré y pude ver que también vestía ropas y colores que
combinaban. Vestía la misma túnica púrpura que tenía Jesús. Cuando salí de la
visión me desperté por completo, pero quedé con una impresión tangible de la
presencia del Señor. El Señor me habló mientras citaba Apocalipsis 5:10: “De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro
Dios, y reinarán sobre la tierra”. El Señor me
habló para recordarme la autoridad en el Cuerpo de Cristo que nos fue
impartida.
Las
vestiduras púrpuras en tiempos antiguos, con frecuencia significaban realeza. Este
era el color que usaba la gente con sangre real. Jesús me visitó con ropas
púrpuras para hablarme sobre nuestra naturaleza real. Así como Él es en los
cielos, nosotros somos en la tierra. Me habló acerca de la autoridad que
tenemos como reyes. Como reyes introducidos en el Reino por la Sangre real,
tenemos autoridad para actuar en la tierra con la autoridad de Jesús.
... y sacerdotes,
nuestro rol importante
Como Jesús, nuestro Sacerdote que vive
siempre para interceder por nosotros, también tenemos un llamado sacerdotal
para ofrecer nuestras oraciones e intercesiones para que se derrame
misericordia y gracia sobre la tierra, mientras nos acercamos al trono de la
gracia. Nunca antes el mundo necesitó la intervención de la gracia divina
mientras vemos cómo las tinieblas se levantan sobre nuestras naciones. La Sangre
de Jesús habla mejor que la sangre de Abel. Nuestro
sumo Sacerdote nos está llamando a asumir nuestro rol como intercesores sobre
nuestras naciones, nuestras congregaciones y nuestras familias. Nuestra oración
abre el camino para la intervención de Dios en la tierra.
Recuerdo el año pasado mientras ministraba en
una conferencia en Noruega en Octubre. Durante la noche el Señor me despertó
para orar por Londres, específicamente por protección contra ataques del ISIS.
Oré. Como sacerdote yo sé que tengo la autoridad para legislar en los cielos a
favor de mi nación, el Reino Unido. Inglaterra puede no ser una nación
totalmente justa, pero podemos invocar la misericordia del Señor sobre una
nación como sacerdotes parados en la brecha.
En mi rol como
sacerdote y rey, oré por protección, tomando autoridad simultáneamente contra
el espíritu de terrorismo y pidiéndole al Señor que soltara a sus ángeles. Ese
mismo día leí un artículo en las noticias sobre la desarticulación de un ataque
de cuatro militantes del ISIS, quienes estuvieron a punto de descuartizar y
decapitar a varias personas ese día. Fueron atrapados y arrestados. Este
incidente reforzó en mi corazón lo que les dijo el Señor a sus discípulos
cuando les enseñó cómo orar. Debemos orar para que su Reino venga a la tierra y
se manifieste como en el Cielo. Cuando el Padre imparte su conocimiento acerca
de su voluntad en nuestros corazones sobre una situación en particular, luego
nos levantamos en nuestro rol como reyes y sacerdotes para interceder y
decretar que desataremos su voluntad en la tierra, así como en el Cielo.
Cuando Dios habló de
nosotros como reyes en la tierra en Apocalipsis 5:10, creo que hablaba sobre un
Cuerpo de creyentes que como representantes de Cristo, desatarán la justicia,
el poder y la rectitud de Dios en la tierra. Cuando desatamos su
Reino, siempre tendremos la oposición de satanás y sus huestes, quienes no
quieren que esto ocurra. En consecuencia, ¿qué debemos hacer cuando tenemos que
enfrentar situaciones de extrema dificultad por caminar la senda que Dios nos
ordenó? Creo que caminar por fe, confiando
en el Señor, con una actitud de gratitud y proponiéndonos en nuestro corazón
atravesar todas las dificultades, nos llevará hacia el lugar de apertura.
Como embajadores reales de Jesús en la
tierra, recibimos el mandato de Dios para reinar en la tierra como reyes y
sacerdotes justos, actuando simplemente como si Jesús mismo estuviera en
nuestra situación. Con frecuencia la oposición y los desafíos se levantarán
mientras buscamos vivir como gente del Reino. Tenemos
toda la autoridad y el poder para ver la voluntad de Dios y desatar el Reino en
nuestras familias, nuestras ciudades y en nuestros lugares de trabajo…
Varios años atrás
estuve con un equipo en Mali. Nos sentimos llamados a participar en una cosecha
de almas para el Reino. Muchos eran musulmanes y gente de otras religiones. El
Señor con frecuencia nos dará una palabra de dirección sobre cómo Él busca manifestar
su Reino a través de nosotros. Entonces, la primera noche que llegué al hotel
en Mali, esperé en el Señor para que me entregara una palabra acerca de cómo
manifestaría su propósito a través de nosotros en esa nación. Mientras esperaba
oír su voz, el Señor le habló a mi corazón una sola palabra: “Lázaro”. Le pregunté qué quería decirme. Dijo: “En este lugar
resucitarán los muertos”. Mientras
me entregaba esa palabra, fue como si soplara vida de resurrección dentro de mi
espíritu. Comprendí que su estrategia para
manifestar su Reino en esa región era que el equipo caminara en el poder de la
resurrección, aun cuando enfrentáramos situaciones que parecían muertas.
Al comienzo del viaje tuvimos varios
testimonios de los miembros del equipo que vieron muchas sanidades y personas
salvas en cada cruzada que predicaron. Parecía sin esfuerzo, como si no
hubieran desafíos. Sin embargo, me pude dar cuenta que cuando el Señor nos
entrega una palabra, es para impartirnos poder divino para tratar con los
desafíos que podríamos enfrentar en el futuro.
Pronto me pidieron que llevara un equipo
hacia una villa remota donde condujimos durante horas. Debía predicar allí,
donde esperábamos la asistencia de muchas personas. Llegamos con anticipación,
pero nos quedamos sorprendidos por ver que no había nadie de la villa a la hora
del servicio, solo unos pocos pastores. Estos pastores nos dijeron que los
habitantes de la villa simplemente habían decidido no asistir a la reunión. Más
tarde nos dijeron que era la primera vez que se predicaba el Evangelio de
Jesucristo allí. Los pastores que predicaron en ese lugar en el pasado, nunca
lograron una apertura y no fueron capaces de realizar reuniones, quizá porque
los habitantes siempre fueron reticentes a oír acerca de Jesús.
Repentinamente recordé la palabra que Jesús
le impartió a mi espíritu sobre Lázaro y la resurrección. Comprendí que estaba
hablando sobre esta situación particular donde fuimos a encontrarnos con los
muertos en sus delitos y pecados, quienes resistían volverse a Jesús. Conforme
a Efesios 2:1-7, el corazón de Jesús está dispuesto a darles vida.
Lleno de fe y osadía, nuestro equipo decidió
no regresar al hotel para orar y creerle a Dios por su intervención. Mientras
enfrentábamos la oposición de las tinieblas que intentaban retener las almas de
esa gente preciosa, comenzamos a orar sobre algunos principios clave de las
Escrituras. Recordamos la sabiduría de Jesús en Mateo 12:29 mientras hablaba
sobre atar al hombre fuerte para liberar sus bienes. Tomamos autoridad y atamos
al hombre fuerte que retenía las almas, ordenándoles que las soltara. Oramos con una fe violenta como en Mateo 11:12, comprendiendo
que estábamos en una situación donde debíamos arrebatar el Reino por la fuerza.
Mientras orábamos, comenzamos a sentir un
cambio en la atmósfera. La pesadez de la atmósfera de tinieblas cambió y
comenzamos a sentir que penetraba la luz. En
ese momento pudimos ver que muchos hombres, mujeres y niños venían hacia el
terreno de la cruzada. El poder de la oración quebró la resistencia y removió
el velo que cubría sus corazones. Cuando
se congregaron y se sentaron, oré a Jesús para agradecerle con todo mi corazón.
Luego de predicar el Evangelio, hice un llamado al altar. Todos los que
llegaron a esa villa levantaron sus manos para aceptar a Jesús como su Señor y
Salvador. Cuando fueron tocados por su amor y su poder, muchos arrojaron sus
amuletos y sus talismanes, arrepintiéndose mientras se acercaban al Señor. Ocurrieron
muchos milagros mientras el equipo oraba por los enfermos.
Mientras veíamos este gran avivamiento le
dimos gracias a Jesús, sintiéndonos privilegiados porque nunca habían oído el
Evangelio y rechazaron cada oportunidad de oírlo. Nos regocijamos mientras
recordábamos la palabra del Señor en Isaías 66:8: “¿Quién ha oído cosa
semejante? ¿Quién ha visto jamás cosa igual? ¿Puede una nación nacer en un solo
día? ¿Se da a luz un pueblo en un momento? Sin embargo, Sión dio a luz sus
hijos cuando apenas comenzaban sus dolores”.
Qué hermoso momento del Cielo manifestando el
Reino de Jesús en la tierra. Mientras usted lee esto, quiero alentarlo a
vestirse con las ropas reales que le entregó el Señor. Fuimos llamados a ser parte del Reino como reyes y
sacerdotes para reinar en la tierra. Tenemos todo el poder y la autoridad para
ver la voluntad de Dios y su Reino manifestados en nuestra familia, nuestras
ciudades, nuestro trabajo, nuestros negocios y nuestro ministerio. En
todo lugar debemos recordar que fuimos ungidos para llevar las vestiduras
reales del Señor para un tiempo como este. Creo que el Señor está levantando un
ejército de reyes y sacerdotes llenos de humildad y osadía, porque saben
quiénes son en Cristo. Tenemos la victoria asegurada, mientras perseveremos en
fe, confianza y obediencia.
Ella Onakoya
(www.elijahlist.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario