Por Anne Marie Molster
En mi tiempo de quietud con el
Señor, entré en una visión que me mostró las bendiciones de la abundancia y el
alineamiento que Él les concedió a aquellos que buscan hacer su voluntad. Sus bendiciones vendrán como un río sobre aquellos que
estuvieron bajo innumerables ataques, perseverando a través de batallas
difíciles, siempre creyendo que el Señor les traería la victoria y serían
plenamente restaurados. Muchos están esperando la apertura final
hacia su Tierra Prometida.
En esta visión me
pude ver de pie sola en un campo, cansada y tratando de encontrar mi camino. La
senda que una vez parecía tan clara, estaba cubierta por los escombros de las
obvias batallas de muchos. Supe que el enemigo volvía a tratar de sacarme de
curso. Sé que muchos están experimentando un escenario similar en el cual
comenzaron a sentir una falta de dirección.
“Tus pasos serán más fáciles mientras avanzas y mi
camino se abrirá ante ti. Tendrás un gran discernimiento en este tiempo y te
encontrarán otros que se unirán a ti en mi gran asignación”
Mientras continuaba
mi visión, pude darme cuenta que esta palabra necesitaba soltarse en el mismo
punto de quiebre a nuestra salida de la estación que dejábamos atrás. Mientras
caminaba por esta visión, oraba para que usted pueda permanecer esperanzado en
las promesas del Señor. Dios oye nuestro clamor y conoce nuestra desesperación.
¡Abundancia de fruto!
En este campo abandonado,
Jesús se acercó repentinamente sobre un gran caballo blanco. Me monté detrás de
Él y me aferré con firmeza, mientras volvía en la dirección por donde vino,
guiándonos con gran intensidad. Luego de recorrer una gran distancia, comencé a
enfocarme en el escenario que estaba distorsionado. Llegamos a un huerto que
estaba lleno de árboles frutales. Había frutos que no reconocí y supe que nunca
había probado. Cuando pude darme cuenta de lo que había dejado atrás, permití que
Jesús me sostuviera mientras clamaba con gozo expectante.
Mientras caminaba
probando los frutos, Jesús le comunicaba a mi espíritu lo que vendría sobre
aquellos que rindieron sus vidas sin importarles nada más que extender el Reino.
Nos acercamos a una escalera apoyada contra un árbol frondoso. La escalera era
más alta de lo que podía ver y el plateado brillaba en la luz del Señor. Jesús
comenzó a subir y me alentó a seguirlo. Cuando nos acercábamos a la cima, la
escalera continuaba creciendo conmigo. Jesús
me dijo que no hay límites para la abundancia de frutos cosechados aquí. Estaba
arribando a nuevas alturas y podía cosechar todo lo que necesitara.
Ahora estaba por
encima del huerto y podía alcanzar todo lo que estaba debajo sin esfuerzo,
cosechando en la cima de los árboles. Aquí no había luchas, aunque ya no
podía ver el suelo. Fue como si estuviera parada sobre un piso invisible por
encima de los árboles. Podía caminar en cualquier dirección sin caerme. Jesús sonrió mientras me hablaba sobre la cosecha
abundante que estaba disponible en todo tiempo. Veía un mapa extendido sobre este piso y
comenzaban a resaltar en blanco los detalles, los nombres de las rutas y los límites
del terreno. Recibí una cesta de frutas y me dijeron que la guardara como si la
fuera a necesitar a lo largo del camino.
Siga alabando al Señor, ¡porque le prometió que
caminaría con usted!
Antes de seguir
avanzando quería darle gracias a nuestro Padre celestial. Cerré mis ojos ante
Jesús y me pude ver en la sala del trono ante Dios. Sentí su mano sobre mi. Oré
en su gran gloria. Mientras seguía rodeándome con el peso de su gloria, sentí
que su presencia removía instantáneamente todo cansancio que me debilitaba. Fue como si removiera cada carga que sentía y recuperaba
las fuerzas y la energía. Pude experimentar el cambio físico en lo natural
mientras sentía un fluir de renovación en mi espíritu. Me aseguró de su presencia en esta nueva
etapa mientras me veía a mí misma parada sobre el huerto de frutos.
¡Sus dones aumentarán y será desbordado!
Luego Jesús me
entregó una hermosa pluma de pavo real y un tintero. Comencé a escribir en el aire
y mientras lo hacía comenzaba a formarse un mundo a mi alrededor. Todo lo que
escribía comenzaba a fructificar. ¡Cada oración que
hacía, nacía ante mis ojos! Me reía con lágrimas en mis ojos.
Fue lo más increíble que haya visto. Jesús se rio entretenido ante el asombro
que estaba experimentando. Mientras mi asombro continuaba, me recordó la cesta
de frutas.
“Mientras mi visión
continuaba, pude darme cuenta que necesitaba soltar esta palabra en el mismo
punto de quiebre en nuestra salida desde la estación que dejábamos atrás”
El Señor dijo: “Debes cuidar
los dones que tienes y continuarán creciendo. Los usarás para servir a muchos.
Tu nuevo tiempo comienza aquí, pero todo lo que viene está más allá de este
huerto. No se puede ver más allá del horizonte. Tus pasos serán sencillos
mientras avanzas y mi camino se abrirá ante ti. Tendrás gran discernimiento en
este tiempo y encontrarás a otros que se unirán a ti en mi gran asignación,
Aliéntate, porque fuiste apartada para este tiempo de aceleración. Una escogida
para un tiempo como este” (ver Ester 4:14).
Mateo 21:22 dice: “Si ustedes creen,
recibirán todo lo que pidan en oración”.
Abre tus ojos, ¡estás en medio de lo repentino para tu
vida!
Originalmente
entregué esta palabra hacia finales de Enero. Pero recientemente percibí que el
Señor me impulsaba a volver a entregarla. Hay muchos que sintieron que siguen a
la espera, creyendo que quedaron postergados para la próxima temporada. Cuando
en realidad muchas cosas ocurrieron para provocar un cambio en sus destinos. El
Señor les dice: “¡Miren
alrededor! ¿No lo ven? ¿No se dan cuenta que están en un nuevo territorio? ¡Ya
comencé algo nuevo!”.
El Señor no dijo que usted alcanzó su destino, sino que comenzó el nuevo
viaje. Él desea que nos tomemos el
tiempo para mirar alrededor y ver que lo repentino ya comenzó a suceder. Necesitamos
reconocerlo y alabarlo por el lugar donde nos estableció. La alabanza es el
combustible para el siguiente nivel de activación. Si estamos preocupados sobre el lugar donde nos encontramos, en lugar
de ver lo que realmente ya preparó el Señor, nos lo perderemos. Ahora estamos
haciendo cosas que son necesarias para nuestro progreso.
Isaías 43:19 dice: “¡Voy a hacer algo nuevo!
Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto,
y ríos en lugares desolados”.
Es el tiempo de Dios y no el nuestro. Por
tanto, lo repentino del Señor no se manifestará en un instante terrenal.
Eventualmente miraremos para atrás asombrados por lo que ocurrió en un corto
tiempo. Si usted es capaz de ver un alineamiento o una provisión que ocurrió
recientemente, verá que lo impulsó hacia adelante. No
fije su mirada hacia abajo, porque no podrá ver su movimiento. ¡El
cuadro sigue siendo el mismo! Cuando mira alrededor podrá ver las cosas nuevas
que Dios creó solo para usted. Comenzará a alabar en lugar de continuar clamando. Los ángeles del Señor oyen la canción de nuestro espíritu, esperando en
anticipación para entregar la próxima asignación de promoción que determine el
Señor. Dios no puede entregarlas si no estamos listos. Nos preparamos mientras
nos enfocamos en lo nuevo que nos rodea.
Éxodo 23:20-21 dice: “Date cuenta,
Israel, que yo envío mi ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y
te lleve al lugar que te he preparado. Préstale atención y obedécelo. No te
rebeles contra él, porque va en representación mía y no perdonará tu rebelión”.
Anne Marie Molster
(www.elijahlist.com)
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