Por Jamie Rohrbaugh
¿Qué son las herencias de tierra?
Primero, la palabra está
en plural. Cuando el Padre me entregó esta palabra fue muy claro que se trataba
de muchas herencias. Pero yendo un poco más lejos, son las herencias de
cualquier tipo que recibimos por virtud, por línea de sangre o por relación con
otra persona.
Usualmente una
persona recibe una herencia cuando se produce un evento que la dispara: concretamente,
la muerte del benefactor. Cuando
muere el benefactor, se lee su voluntad y se ejecutan sus órdenes, repartiendo
sus propiedades a la gente mencionada en su voluntad. En nuestro caso, Jesús es
el Benefactor. Como Jesús murió, podemos leer su voluntad. Su muerte fue el
evento disparador que hizo posible que se ejecute su voluntad. Ahora, gracias
al sacrificio de la sangre de Jesús, Dios está repartiendo su propiedad entre
el pueblo nombrado en esa voluntad. Conforme a la voluntad escrita de Dios, la
Biblia, el pueblo nombrado en ese testamento somos usted y yo.
¿Cómo
recibir nuestra heredad?
Primero necesitamos
comprender que toda la tierra le pertenece a Dios y Él se la entrega a quien
quiere. El
Salmo
24:1 dice: “Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en
ella, el mundo y cuantos lo habitan…”. Pero si toda la tierra es de
Dios, ¿querría dárnosla a nosotros? ¡Si! Como el Padre es el dueño de todo y siempre fue así,
también seguirá siendo el dueño después de entregárnosla. Le pertenece porque
es el dueño absoluto de toda la Creación. Sin embargo, su voluntad es
entregarnos físicamente las tierras de su propiedad para que la habitemos
mientras vivimos en la tierra. Sabemos esto porque Dios siempre le entregó
tierra a su pueblo.
Dios plantó
personalmente un huerto para que lo habitaran Adán y Eva. Era de ellos para que
la cuidaran. Después de eso, les entregó la tierra a Abraham y a sus
descendientes. En Génesis 13:14-17, Dios le dijo a Abraham: “Abram, levanta la vista desde el lugar
donde estás, y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el
oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que
abarca tu mirada. Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si
alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tus descendientes.
¡Ve y recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque a ti te lo daré!”.
“¿Qué tipo de tierra sueña tener?”
Dios perpetuó ese
pacto que hizo con Abraham. Lo mantuvo siempre y sigue haciéndolo, porque es un
pacto eterno. Hizo eso para introducir a Abraham en esa tierra y le pertenece a
sus descendientes hasta el día de hoy le sigue perteneciendo al pueblo judío. Las
bendiciones que Dios le entregó a Abraham por medio del pacto que hizo con ese
hombre de fe, están disponibles para nosotros hoy.
Gálatas
3:13-14 dice: “Cristo nos rescató
de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito:
Maldito todo el que es colgado de un madero. Así sucedió, para que, por medio
de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y
para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa”.
¿Qué dice Dios sobre entregarnos la tierra?
Veamos algunas
Escrituras que nos dicen que Dios quiere darnos su tierra:
Salmo 37:29 dice: “Los justos
heredarán la tierra, y por siempre vivirán en ella”.
Salmo 37:34 dice: “Pero tú, espera en el
Señor, y vive según su voluntad, que él te exaltará para que heredes la tierra.
Cuando los malvados sean destruidos, tú lo verás con tus propios ojos”.
Deuteronomio 6:10-12 dice: “El Señor tu Dios te hará
entrar en la tierra que les juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Es
una tierra con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste, con casas
llenas de toda clase de bienes que tú no acumulaste, con cisternas que no cavaste,
y con viñas y olivares que no plantaste. Cuando comas de ellas y te sacies,
cuídate de no olvidarte del Señor, que te sacó de Egipto, la tierra donde
viviste en esclavitud”.
Deuteronomio 6:20-24 dice: “En el futuro,
cuando tu hijo te pregunte: ‘¿Qué significan los mandatos, preceptos y normas
que el Señor nuestro Dios les mandó?’, le responderás: En Egipto nosotros
éramos esclavos del faraón, pero el Señor nos sacó de allá con gran despliegue
de fuerza. Ante nuestros propios ojos, el Señor realizó grandes señales y
terribles prodigios en contra de Egipto, del faraón y de toda su familia. Y nos
sacó de allá para conducirnos a la tierra que a nuestros antepasados había
jurado que nos daría. El Señor nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos
preceptos, para que siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido
hasta hoy”.
Deuteronomio 8:6-10 dice: “Cumple los
mandamientos del Señor tu Dios; témelo y sigue sus caminos. Porque el Señor tu
Dios te conduce a una tierra buena: tierra de arroyos y de fuentes de agua, con
manantiales que fluyen en los valles y en las colinas; tierra de trigo y de
cebada; de viñas, higueras y granados; de miel y de olivares; tierra donde no
escaseará el pan y donde nada te faltará; tierra donde las rocas son de hierro y
de cuyas colinas sacarás cobre. Cuando hayas comido y estés satisfecho,
alabarás al Señor tu Dios por la tierra buena que te habrá dado”.
La Biblia dice con
claridad que Dios quiere darnos casas, tierra, viñas y más. Solo para
asegurarme que no estaba interpretando estas Escrituras de manera incorrecta,
me concentré en la palabra “tierra” que
se usa mucho en los pasajes anteriores. Para mi sorpresa, encontré que
significa tierra, suciedad y un espacio físico actual en el planeta tierra, es tierra
tangible y física.
Amado, debemos dejar
de espiritualizar todas las promesas de Dios. A veces el Señor realmente está
hablando de temas físicos. Y en estas promesas, el Señor está hablando sobre
tierra física. La tierra
que podemos recorrer, comprar, vivir y cultivar. Tierra. ¿Qué tipo de tierra sueña tener? ¿Sueña con una tierra
donde vivir? ¿Una tierra donde sus hijos se puedan divertir? ¿Una tierra que
use para ministrar?
Salmo 37:4 dice: “Deléitate en el Señor, y
él te concederá los deseos de tu corazón”.
Hermanos y hermanas, es tiempo de orar por la tierra de nuestra herencia. Si
usted desea deleitarse en el Señor y presentar su palabra ante Él en oración,
Él oirá su oración, honrará su palabra y le concederá los deseos de su corazón.
“Necesitamos comprender que toda la tierra le
pertenece a Dios y se la entrega a aquellos que Él quiere”.
Hagamos esta oración por la tierra de nuestra herencia:
Padre Dios, en el Nombre de Jesús te agradezco por todas
las promesas que me muestran tu deseo de entregarme tierra. Padre,
gracias porque la sangre de Jesús, quien murió, resucitó y vive para siempre, compró
una herencia para mí. Gracias porque tu palabra dice que si me deleito en ti,
tú me concederás los deseos de mi corazón.
Padre, en el Nombre de Jesús, clamo por tu promesa.
Tú dijiste que los justos heredarán la tierra. Soy la justicia de Dios en
Cristo (2 Corintios 5:21), entonces te pido que me envíes a la tierra que
tienes para mí. Entrégame la herencia de tierra que quieres que tenga.
Entrégame la tierra perfecta en el tiempo perfecto y ayúdame a habitar en ella
para siempre. Padre, gracias por mi
tierra. Gracias por entregarme una
fe osada para creer en lo que me quieres entregar. Yo sé que recibí mi tierra y
por eso te alabo.
En el Nombre de Jesús, amén.
¿Este mensaje le habla hoy a su corazón? Si es así, ¡ore por la tierra de su herencia y no deje de orar hasta que la
reciba!
Jamie Rohrbaugh
(www.elijahlist.com)
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