Por Madeline James
En este tiempo estuve sintiendo
una carga del Señor por el Cuerpo de Cristo. Recientemente el Señor me entregó
una serie de sueños sobre los ministerios y la Iglesia. Muchos están heridos,
especialmente los líderes, y el enemigo está buscando las formas para exponerlos
y sacarlos del camino.
El año del
viento
La semana anterior a
Marzo comencé a sentir el viento de Dios soplando una vez más. Muchos
profetizaron que este sería el año del viento o los vientos. Donde hubo una
tregua en el espíritu, siento al viendo de Dios volviéndose a levantar. Pude
oír al Señor que decía: “Mis vientos de transición están volviendo a soplar. Es
tiempo para terminar los proyectos y las asignaciones, incluso algunas
relaciones están cambiando desde este tiempo. Mi gracia se está retirando de
las cosas del tiempo pasado y estará en lo nuevo que estoy impartiendo”.
Juan 3:6-8 dice: “Lo que
nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te
sorprendas de que te haya dicho: ‘Tienen que nacer de nuevo’. El viento sopla
por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va.
Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu”.
Como creyentes
estamos llamados a caminar en y por el Espíritu. Debemos aprender a mantenernos
sincronizados con el Espíritu. Cuando divagamos de la sincronización con el
Espíritu, nos arriesgamos a perder las cosas de Dios o somos un blanco para el
enemigo.
Siento que estamos
entrando en un tiempo que será muy polarizador. Creo que en la medida que el
viento de Dios vaya soplando, también lo harán los vientos del enemigo, los
vientos de la adversidad. El enemigo siempre falsifica las cosas de Dios. Debemos
usar la sabiduría y el discernimiento para conocer la diferencia.
Vientos de guerra
Recientemente tuve un
sueño que me golpeó debido a su intensidad. El sueño ocurría durante el
atardecer y me dirigiría en mi auto hacia algún lugar. Me había colocado el
cinturón de seguridad y estaba lista para encender el auto. Repentinamente, de
la nada comenzó a soplar el viento más violento que haya visto y empujó mi
auto. El viento trasladó mi auto varias millas, hasta que terminó en un
vecindario. Había dos autos más delante de mí que sobrevivieron y un auto
detrás, cuyo conductor no sobrevivió al impacto. Los otros conductores trataron
de llamar al 911, pero yo sabía que el conductor había muerto.
A veces no siempre
vemos lo que viene en contra nuestra. El enemigo no necesariamente puede
detener lo que Dios está haciendo en su vida, pero puede levantar un viento
repentino o una ola de oposición. 1 Corintios 16:9 dice: “…
porque se me ha presentado una gran oportunidad para un trabajo eficaz, a pesar
de que hay muchos en mi contra”. Creo
que este es un tiempo de grandes oportunidades, pero con cada oportunidad viene
la guerra. Los vientos de guerra tratarán de distraernos, sacarnos del
curso, hacernos perder el momentum o literalmente tratar de dejarnos fuera del
juego.
Anclados en la Palabra
En el sueño anterior,
los autos pueden ser representaciones proféticas de ministerios. Creo que mi
cinturón de seguridad en el sueño representaba el cinturón de la verdad. Estar
ceñidos con la verdad es imperativo cuando comiencen a soplar los vientos de la
adversidad. La verdad de la palabra de Dios nos protege en medio de los
vientos del enemigo.
Uno de los
conductores (ministerios) en el sueño, no sobrevivía debido al impacto. Tomé
esto como que no todas las personas o los ministerios podrán manejar bien la sacudida.
Los vientos traen una separación y una definición a nuestras vidas. Para
sobrevivir los vientos de adversidad, debemos estar anclados en Dios. Cuando no
estamos anclados en la Palabra de Dios y en su verdad, podemos naufragar con
facilidad.
En 1 Timoteo 1:18-19,
Pablo le dice a Timoteo: “Timoteo, hijo mío, te doy este encargo porque tengo en
cuenta las profecías que antes se hicieron acerca de ti. Deseo que, apoyado en
ellas, pelees la buena batalla y mantengas la fe y una buena conciencia. Por no
hacerle caso a su conciencia, algunos han naufragado en la fe”. La Palabra de Dios y las palabras
proféticas son armas de guerra que debemos usar para vencer. La Palabra de Dios
desata el poder para vencer.
Mayor es el que está en nosotros
No podemos temer
atravesar las cosas. Sin importar la intensidad o la duración de lo que
está ocurriendo, debemos recordar que mayor es el que está en nosotros, que
aquel que está en el mundo (1 Juan 4:4). Fuimos ungidos para pelear y
vencer nuestra guerra. Los vientos pueden soplar, pero no debemos ser
sacudidos. El Señor usará lo que el enemigo hace para dañarnos, haciéndolo
operar a nuestro favor. En la última parte del sueño me encontré a millas de
distancia de donde comencé. Dios usó el empujón del enemigo para
catapultarnos más allá de la oposición.
Profetizo y declaro
que los vientos de adversidad se están volteando a nuestro favor, para operar a
nuestro favor. ¡El retroceso está desatando el momentum y la aceleración que
nos lanzará!
Madeline James
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