lunes, 28 de abril de 2008

“El ejército de Dios se moviliza: Debemos determinarnos a no retroceder”

Por Rick Joyner



“No debemos abandonar ningún territorio más y reconquistar lo que perdimos”


La Iglesia está llamada a ser tanto la Novia de Cristo como un ejército. Mientras nos acercamos al final de este tiempo, comenzaremos a tomar más de la naturaleza y el comportamiento de ambos. Comprender esto es difícil para muchos, porque la Novia debe ser femenina y la naturaleza marcial de un ejército es más masculina. Aún así, tomaremos de ambas naturalezas al mismo tiempo, fortaleciendo la salud y la efectividad del Cuerpo de Cristo.

Antes de continuar con este pensamiento, necesitamos comprender que los hombres están llamados a ser amantes y adoradores consagrados de Dios. Asimismo, las mujeres pueden y son algunas de las guerreras más valiosas. Aún así, una de las estrategias fundamentales del diablo es diluir las diferencias entre los hombres y las mujeres, tratando de invertir sus roles. Existen diferencias que no pueden comprometerse. Las grandes mujeres de guerra son y deben seguir siendo femeninas. Los grandes hombres que adoran son y deben seguir siendo masculinos.

La naturaleza marcial
Estoy por compartir una generalización. Por lo tanto, no es completamente exacto para todas las iglesias, pero actualmente, aunque la Iglesia es liderada por hombres, su naturaleza es más femenina. Por eso más del 70% de la Iglesia está compuesta por mujeres y muchos de los hombres que la conforman, no están realmente conectados de corazón. Esto no quiere decir que las mujeres sean más espirituales que los hombres, aunque este pudiera ser el caso. Muchos de los hombres no se relacionan con la Iglesia en su forma actual porque se aburren o se sienten fuera de lugar. En la medida que la Iglesia asuma la naturaleza marcial a la cual fue llamada, los hombres se volverán a congregar.

Mientras la Iglesia comienza a asumir su naturaleza marcial, la naturaleza femenina crecerá al prepararse para ser la Novia de Cristo, ayudándonos a mantener un equilibrio. Así como el rey David fue uno de los mayores guerreros en la Escritura, pero también uno de los mayores adoradores, la Iglesia crecerá en ambos aspectos. Encajarán perfectamente como lo hicieron en David. Por eso comenzamos las conferencias de Guerra y Adoración años atrás, y continúan siendo unas de las conferencias más poderosas.

Estudié las milicias y las estrategias militares por muchos años porque pude ver que el Cuerpo de Cristo llegará a ser el ejército que está llamado a ser hacia el final de los tiempos. Como lo discutimos antes, Dios usa el título de “Señor de las huestes” o “Señor de los ejércitos”, diez veces más que los demás títulos juntos. Es un Dios marcial, debemos comprender este aspecto de Su naturaleza y cómo Su pueblo comenzará a conformarlo. Cómo se relaciona de una manera práctica es un asunto muy importante para aquellos que se prepararán para estos tiempos.

Debemos comprender que hay muchas formas en las cuales la conducta marcial humana se diferencia de la conducta marcial de Dios. Como leemos en Isaías 55:8-9: “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos, afirma el Señor. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”. La naturaleza marcial de Dios es mucho más elevada que la naturaleza marcial de los hombres, pero ambas siguen caminos parecidos. También debemos comprenderlos.

Por ejemplo, una de las formas en que nuestra naturaleza marcial humana es diferente a la del Señor, es que los ejércitos humanos están inclinados hacia la destrucción y el ejército de Dios a la edificación. A los soldados humanos se les enseña cómo matar y tomar las vidas de sus enemigos, mientras a los soldados de Dios se les enseña a dar vida y aún a dar las propias por causa de sus enemigos. Algunos de los aspectos en los que se parecen ambos ejércitos es que están edificados sobre la disciplina, la obediencia y la determinación que tienen ante un objetivo, eso los lleva a pagar el precio necesario para alcanzarlo.

También existen similitudes en las estrategias entre los ejércitos humanos y el de Dios. Una es la estrategia básica militar llamada “concentración de fuerzas”. Esta es la estrategia de concentrar las fuerzas en un punto de las líneas enemigas para crear una brecha. Una vez que se logra abrir una brecha, el enemigo debe retirarse para impedir que las fuerzas enemigas avancen en su terreno, destruyendo sus líneas de abastecimiento y rendir sus tropas de avanzada. La concentración de fuerzas llegó a ser la estrategia militar más exitosa y la razón para la mayoría de las victorias militares decisivas de la historia.

Contrariamente a esto, la estrategia menos exitosa y que provocó las mayores derrotas en la historia militar, fue la dispersión de las fuerzas para pelear batallas en demasiados frentes al mismo tiempo. Ahora apliquemos esto de una manera práctica y personal.

La mayoría de nosotros tenemos un par de cientos de cosas equivocadas que necesitamos arreglar. La estrategia del diablo es empujarnos a tratar con todas ellas al mismo tiempo. Por eso el Apóstol Pablo dijo: “una sola cosa hago” (vez Filipenses 3:13). Si estamos concentrados en un abrir una brecha en un área determinada, probablemente obtendremos una victoria rápida y comenzaremos a ver una brecha tras otra, mientras nos concentramos en ellas. Rápidamente serán removidos todos los territorios que el enemigo ocupó en su vida.

Victorias rápidas
Ahora pensemos cómo se relaciona esto con la Iglesia de una manera integral. Actualmente, la Iglesia está peleando batallas en demasiados frentes al mismo tiempo. ¿Qué pasaría si comenzáramos a concentrarnos sólo en una o dos áreas? Probablemente obtendríamos grandes victorias y veríamos grandes avances. En este momento la Iglesia está tan dividida que es difícil imaginar la clase de unidad que se requiere, pero el fundamento de esta unidad está comenzando.

Además debemos considerar que si el enemigo ataca en más de un frente, a menudo debemos pelear en varios frentes. Por lo tanto, los cristianos haríamos bien en conocer estas tácticas y estrategias. Algunas de las mayores victorias en la historia militar fueron obtenidas por generales inteligentes que ignoraron el ataque del enemigo y concentraron sus fuerzas para atacar al enemigo en un lugar y por un camino inesperado. Cuando comenzamos a movernos de triunfo en triunfo por el camino que debemos hacerlo, no reaccionaremos ante el enemigo, estableceremos la agenda con nuestros ataques contra las fortalezas del enemigo y deberá reaccionar constantemente ante nosotros.

Primero, debemos determinarnos a no retroceder. No abandonaremos ningún territorio al enemigo y comenzaremos a recuperar el territorio perdido. En muchos países, la Iglesia fue mucho más efectiva en su llamado a ser sal y luz hace cincuenta años que ahora. De hecho, probablemente perdimos más terreno en los últimos cincuenta años que en los quinientos años anteriores. No podemos abandonar más territorios y debemos dedicarnos a recuperar los que perdimos. Debemos consolidar lo que ganamos, ocupando la tierra tomada para luego seguir avanzando.

El Salmo 24:1 dice: “Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan”. El Reino del Señor viene sobre la tierra y allí se cumplirá Su voluntad, así como en el Cielo. Ahora debemos preparar el camino para ello. Nuestra meta final es grande, pero debemos ser prácticos y capaces de concentrarnos en el siguiente paso. Es tiempo de ver algunas victorias. Cuando la Iglesia comience a ver algunas brechas y algunas victorias, los cristianos se levantarán en unidad por todas partes para pelear la buena batalla de la fe.

Rick Joyner

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