martes, 17 de febrero de 2009

“2009: El año del favor, la fructificación, la gracia, la verdad y el amor”

Por Kathi Pelton

clip_image002“Yo les mostraré mi favor. Yo los haré fecundos. Los multiplicaré y mantendré mi pacto con ustedes. Todavía estarán comiendo de la cosecha del año anterior cuando tendrán que sacarla para dar lugar a la nueva. Estableceré mi morada en medio de ustedes y no los aborreceré. Caminaré entre ustedes. Yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Yo soy el Señor su Dios que los saqué de Egipto para que dejaran de ser esclavos. Yo rompí las coyundas de su yugo y los hice caminar con la cabeza erguida” (Levítico 26:9-13).

Al hablar con la gente durante el 2008, pude ver que aunque fue un año de muchos cambios, nuevos comienzos y una purificación profunda, también fue un año donde el enemigo intentó hacer que el Pueblo de Dios bajara su cabeza avergonzado y regresara a una “mentalidad de esclavitud”. En tiempos de cambio, las circunstancias son poco familiares y nos pueden robar fácilmente nuestra confianza y seguridad. Durante estos tiempos debemos perseverar en nuestra verdadera fuente de confianza y seguridad: Jesús.

Mientras ingresamos en el año nuevo, es importante restablecer nuestra confianza y verdad en Cristo y su fidelidad para mantener su pacto con nosotros. Su Palabra y su pacto son verdaderos por siempre. Aunque como sucedió con Abraham, el cumplimiento de ciertas promesas parezca demorarse, no tema: Se cumplirán en el tiempo señalado. Ingrese en este año nuevo con una declaración de confianza y una postura de confianza en la fidelidad del Señor.

Vestimentas de favor

Yo les mostraré mi favor…. Necesitamos comprender que el favor es un don de nuestro Padre. Así como demostramos favor hacia nuestros propios hijos, no por lo que hacen, sino por quienes son; nuestro Padre también nos mostrará su favor. No sólo nos mostrará su favor, hará que repose sobre nosotros para que también podamos caminar con favor ante los hombres.

Dios nos quitó las vestimentas que llevamos en tiempos de esclavitud. Él quiere que recibamos las vestimentas de los “altamente favorecidos”. Estas son vestimentas sacerdotales que nos distinguen de aquellos que no son de Él. Los Cielos reconocen estas vestiduras espirituales; el favor precede, está por encima y sigue a aquellos que aceptan estas nuevas vestimentas.

Mi sensación es que el 2008 fue un año de nuevos comienzos que marcaron el final de muchas cosas e hicieron que muchos tuvieran que inclinarse y “morder el polvo” para edificar nuevos fundamentos para lo que viene; tanto en el ámbito espiritual como natural. Pero el 2009 es un tiempo para levantarse del polvo y cambiar las vestiduras. Aunque la edificación de nuestros sueños recién comenzó, es tiempo para colocarnos las vestiduras de favor, porque el Señor quebró nuestro yugo y nos hizo caminar con nuestras cabezas erguidas (Levítico 26:13).

El don de fructificación

“...y te hará fructificar...”

¡Sólo Dios nos puede hacer fructificar! Aunque hagamos un gran esfuerzo por cooperar con el Espíritu Santo y su guía, finalmente la fructificación es un don de Dios. Nuestros dones y talentos son maravillosos, pero confiar en ellos sin el favor de Dios y sin el don de fructificación que sólo proviene de Él, nos hará impotentes.

Lo asombroso acerca del “don de fructificación” es que nuestros esfuerzos sólo producen fruto si nos asociamos con el Espíritu Santo. No sólo eso, entramos en la fructificación personal del reposo, la paz y el gozo que no están presentes cuando utilizamos nuestros dones en nuestras propias fuerzas. Necesitamos permitirle a Él que nos haga fructificar para no ser arrastrados por el temor o la escasez.

¡Recuerde que a Él le agrada fructificar a sus hijos! Mientras comenzamos el 2009, recordemos que hay nueve frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y nueve dones del Espíritu (1 Corintios 12:8-10). Quizá este sea el año donde veamos al Cuerpo de Cristo entrar en la plenitud del fruto y los dones del Espíritu.

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas” (Gálatas 5:22-23).

“A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina” (1 Corintios 12:8-11).

Gracia, verdad y amor

“…pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

La gracia y la verdad que recibimos de Jesús es nuestra libertad. Esta es la fuente de nuestro gozo. Todos luchamos para comprender la verdad detrás del don de la gracia. Es difícil abrazar esto en una sociedad que demanda desempeño. Una de las “barras de nuestro yugo”, es la tentación constante y la presión en todas las áreas de la vida.

Como mujer, a menudo debo luchar con la presión del desempeño como madre, ama de casa, hija, esposa y cristiana. Encuentro difícil descansar a menos que todo esté en orden y a menudo peleo con sentimientos de fracaso si el piso de la cocina no está limpio o si uno de mis hijos no toma una buena decisión. Pude ver hombres y mujeres luchando en el campo de los negocios con la presión constante del desempeño y la competencia. Si podemos entrar en la gracia y la verdad que recibimos a través de Cristo, veríamos quebrarse las barras de este yugo en muchos para poder caminar en el don del favor, la fructificación y la gracia.

Quiero dejarlo con las palabras del Apóstol Juan:

“El Anciano, a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros y estará para siempre con nosotros: Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor. Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio” (2 Juan 1:1-6).

Según la mayoría de los teólogos, “la señora y su hijo” a la que Juan hace referencia, son “la Iglesia y sus hijos”; la Novia de Cristo. Él nos exhorta a caminar en amor, porque esta es la verdad. El amor es el mayor don con el cual podemos ingresar en el año 2009. Que este año no se limite a ver al pueblo caminando bajo el favor, la fructificación, la verdad y la gracia del Señor; sino bajo el mayor de todos: El amor.

Que el amor llene sus corazones y hogares durante el 2009. Que el amor llene sus congregaciones, sin importar su tamaño. Que el amor llene las calles de su ciudad, sus escuelas, sus lugares de negocios y las oficinas de gobierno. Y, por sobre todas las cosas, que el amor se derrame en los corazones de los perdidos para que puedan acercarse a Jesús.

Kathi Pelton

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