Por John Belt
Isaías 22:22 dice: “Sobre sus hombros pondré la llave de la casa de David; lo que él abra, nadie podrá cerrarlo; lo que él cierre, nadie podrá abrirlo”
Tomando la llave de David
En este tiempo el Señor está soltando una revelación fresca sobre la Llave de David. Este es el tiempo para tomar esa llave con la revelación de su significado. La llave de David no es un sitio de actividad externa. Es entrar en el lugar santísimo, donde habita la misma gloria de Dios. A la presencia tangible y a la Gloria de Dios se accede por medio de la adoración íntima ante el Trono. Debemos entrar al Trono para poder ver la manifestación tangible de la Gloria de Dios en medio nuestro, quedarnos fuera no sirve. Jesús pagó el precio y derramó su Sangre para que podamos entrar al lugar santísimo a través de Él (Hebreos 10:19-22).
En ese lugar encontramos la Gloria y la unción necesarias para transformar las atmósferas en la tierra. Estamos llamados a ser portadores de su Gloria. Cristo en usted es la esperanza de Gloria (Colosenses 1:27). La Gloria de Dios hace la diferencia. Al resignar la llave de David, no permitimos que la Gloria del Espíritu Santo lo manifieste en y a través de nosotros.
Note que la Llave de David se menciona en Apocalipsis 3:7. Básicamente, la revelación de Jesús es la experiencia ante el Trono que tuvo Juan cuando fue arrebatado en el espíritu. Todo se trata de tener el paradigma del lugar del trono. Esta es la perspectiva apropiada que debemos tener como creyentes. No veremos las cosas desde un punto de ventaja a menos que lo hagamos desde la perspectiva Celestial. Es allí donde nos sentamos en lugares Celestiales sobre toda fuerza demoníaca. En el lugar del trono alcanzamos la revelación y la realización de la victoria completa conquistada a nuestro favor. Es aquí donde caminamos en esa victoria y las realidades celestiales se manifiestan en nosotros.
Mientras levantamos esta llave de adoración en la Gloria, nos movemos hacia otras realidades de la intimidad con Dios, hacia una mayor revelación y comprensión de sus propósitos divinos, recibiendo la unción para establecer y plantar su Reino en la tierra. Dios salió de la caja hace tiempo y anhela un pueblo que quiera caminar como su habitación en la tierra. Nuestra misión es cargar su Gloria y soltarla. Las verdaderas riquezas de su Presencia llevan a la gente hacia su corazón.
¡Suba más alto!
El Salmo 18:33 dice: “…da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas”.
El Señor nos está llamando hacia un lugar más alto. Cuando Dios comience a manifestar su Gloria, necesitamos asegurarnos de no levantar tiendas y edificar estructuras que la prostituyan. Si subimos hacia el lugar alto en la intimidad de su Presencia, encontraremos nuestra identidad en Él y no haremos esto. El mercadeo de su Gloria ocurre cuando los hombres tratan de establecer sus propias identidades y reinos en aquello que Dios está haciendo, atrayendo la atención hacia ellos mismos.
Jesús se transfiguró ante los ojos de Pedro, Santiago y Juan. Pedro sugirió que levantaran tiendas, pero esto no estaba en el corazón de Dios. La Gloria de Dios se mostró en Jesús, una señal del apoyo sobre su Hijo. Pero los hombres vieron una oportunidad, no lo que el Señor quería que vieran. El Padre les hizo una corrección muy dura al decirles: “Este es mi Hijo, ¡escúchenlo!” (Marcos 9:3-8).
Después de esto, ¡todos vieron a Jesús! Cuando viene la Gloria, debemos enfocarnos en oír su voz y obedecerlo; sin caer en la trampa de agregar nuestros “condimentos” a lo que Dios está haciendo. Dios no necesita nuestros maquillajes. Desea nuestra intimidad, afecto y amor dirigidos hacia Él. Debemos mantenernos enfocados en Él y no volvernos hacia los arreglos terrenales. Es asombroso ver que cuando los hombres ven la Gloria, siempre hay una reacción carnal para capitalizar lo que Dios está haciendo, edificando estructuras terrenales, etc.
Dios quiere las cosas orgánicas y vivas. Pero si el hombre mete sus garras en ello, Dios retira su Presencia. Las agendas carnales de los hombres hieden ante Dios. Si queremos formar parte de lo que Dios está haciendo, debemos mantener nuestras propias agendas fuera de la mezcla. La mezcla es la que causa confusión y finalmente trae desgracia.
Pensamiento de odre nuevo
Marcos 2:22 dice: “Ni echa nadie vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino hará reventar los odres y se arruinarán tanto el vino como los odres. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos”.
Si queremos formar parte de lo que Dios está derramando en esta hora y permanecer, debemos tener una nueva mentalidad, un odre nuevo. ¿Qué significa tener un odre nuevo? Una es que no debemos descansar en nuestro propio entendimiento. Existen muchas culturas en el Cuerpo de Cristo (expresiones, maneras de pensar, etc), y con ello vienen las ideas preconcebidas sobre cómo deberían ser las cosas cómo deberían verse. Por eso necesitamos tener un corazón tierno y anhelar desechar todo lo que es negociable ante los ojos de Dios. De otra manera, descansar en nuestro pensamiento natural y en nuestros antiguos caminos será como los odres viejos y resecos. Esta manera de pensar no puede cargar el vino nuevo de la Gloria de Dios que se está derramando.
Necesitamos ser flexibles y sensibles al Espíritu Santo en nuestros corazones. El espíritu religioso puede conformarse a cualquier cultura. La cultura de ninguna Iglesia está a salvo de esto. Tenemos la Palabra de Dios que no cambia y permanece para siempre (Marcos 13:31), pero nuestra cultura de iglesia y nuestro pensamiento natural no son eternos; son hechos por los hombre y tienen fallas. Por eso debemos mantenernos siempre flexibles. Debemos aferrarnos verdaderamente a la Palabra, pero mantenernos flexibles sobre cómo se ven las cosas acerca del mover del Espíritu de Dios.
Esto es importante porque la tendencia del hombre es tratar de poner a Dios la caja de nuestro pensamiento limitado. Dios no se adaptará en el pensamiento cuadrado de nadie. Tiene la tendencia de romper constantemente el pensamiento limitado del hombre, sólo para ofender su mente. Sus caminos son más elevados que los nuestros y sus pensamientos más elevados que los nuestros. Todos anhelamos entender a Dios, pero esta es una de las cosas donde nunca nos permitirá comprenderlo por completo, porque Él es Dios.
Así que, deje su pensamiento natural a un lado y pídale al Señor que lo ayude a ver con los ojos de su Espíritu. La mentalidad natural no puede comprender los caminos del Espíritu. Pero el espíritu dentro de nosotros ve y entiende los caminos del Señor (1 Corintios 2:11). ¡Entreguémonos a ver con los ojos de nuestros corazones y permitamos que Dios haga explotar nuestras mentes con su poder ilimitado!
Este es el tiempo para movernos en la gloriosa realidad de la adoración. Es en la Gloria que todos los recursos espirituales de los Cielos están al alcance de la mano. ¡Atrape esa Gloria de Dios tangible en su vida y no busque nada más!
2 Pedro 1:17 dice: “Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él”.
¡Adoremos en la Gloria!
John Belt
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