Por Tiffany Ann Lewis
“… las riquezas del pecador se quedan para los justos” (Proverbios 13:22).
Existen cosas almacenadas para los justos que están en las manos de los impíos. Creo que estas cosas vendrán hacia nosotros a través de la oración. Amado, fuimos creados y llamados para un tiempo como este, declarando los deseos que están en nuestro corazón y pidiéndole al Rey para que venga su Reino. Permítame mostrarle qué quiero decir.
Hay varias palabras en hebreo que se traducen como oración. Una de ellas es sha'al (Strong AT: 7592). Sha'al no es la palabra habitual para oración, sin embargo, es la escogida específicamente por el Espíritu Santo.
La palabra más común para oración y de la que hablé en otro escrito, es palal. Palal significa intervenir, interceder, rogar y suplicar. Sin embargo, Sha'al es significativamente diferente. Sha'al es el significado típico que podemos pensar sobre oración: pedir, requerir, solicitar o desear. Además tiene una característica muy interesante que se pierde en la traducción y es pedir o demandar.
Vemos esta raíz (sha'al) en el pasaje supremo de las Escrituras, cuando Dios sacó a los hijos de Israel de la esclavitud por medio de la sangre del cordero, instituyendo la primera Pascua. Pero no se detuvo en la libertad, hay más… también hay una promesa.
No saldremos con las manos vacías
Dios les dijo a los hijos de Israel que no se irían de Egipto con las manos vacías. Estuvieron en cautividad por más de 400 años, sirviendo como esclavos del Faraón. ¿Qué tenían? Probablemente poco o nada, sin embargo, sus riquezas estaban depositadas literalmente en las manos de sus captores.
Las mujeres recibieron instrucciones muy específicas que debían cumplir para que se manifestara esta promesa. “… Toda mujer israelita le pedirá a su vecina, y a cualquier otra mujer que viva en su casa, objetos de oro y de plata, y ropa para vestir a sus hijos y a sus hijas. Así despojarán ustedes a los egipcios” (Éxodo 3:22).
La palabra “pedir” en el pasaje anterior es “sha'al”. Imagine por un momento que va ante la persona que lo mantiene en cautividad y le ordena que le entregue la plata, el oro y los vestidos para que pueda huir rico de su cautividad. ¡Increíble! Sin embargo, esta promesa se cumplió y vemos a Israel saliendo de la esclavitud con las riquezas del pueblo egipcio en sus manos (Éxodo 12:35-36).
¡Aleluya!
Atrape esto. Jesús, nuestro Cordero pascual, nos redimió y no saldremos de la cautividad con las manos vacías. Debemos pedir, orar y aún demandar que las riquezas de los perversos almacenaron, se manifiesten en las vidas de todos los que hicieron pacto con el Rey.
Ya está hecho. Fuimos redimidos del pecado y la tumba, pero hay mucho más. Tenemos una vida abundante de la que Jesús habló en Juan 10. Abundantemente significa que excede y supera toda la medida que necesitamos. Esto no se limita a las finanzas, Jesús vino para darnos paz sin medida, relaciones significativas, gozo y felicidad que van más allá de los límites.
Este es el tiempo de nuestra redención porque el enemigo almacenó nuestras riquezas. Nuestra justicia sólo se obtuvo por la sangre derramada de Jesucristo. Él nos hizo libres de la tumba y nos transfirió las riquezas. ¡Gloria al Cordero, el Rey de reyes!
Invitados a buscar asegurar nuestras demandas
Nuestra raíz también aparece en un lugar muy notable, el libro de Ester. El rey Asuero llamó a Ester, invitándola a presentarse ante él y le dijo: “Dime qué deseas, y te lo concederé. ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!” (Ester 5:6)
Es interesante notar que el rey preguntó dos cosas. Primero, preguntó cuál era su petición. Segundo, preguntó cuál era su demanda. “Petition” (Strong: AT 7596), viene de la palabra sha'al y “demanda” es baqqashah (Strong: AT 1246).
Baqqashah es una petición, una demanda y significa: buscar, demandar, desear, buscar el rostro o pedir. Esta palabra retrata a alguien que está buscando pero esperando hallar y seguro en lo que él o ella están pidiendo. No es una palabra pasiva sino una acción activa, forzada y positiva. Eso es baqqashah.
Esto sacudió mi mente, pero el rey Asuero estaba invitando a Ester a demandar algo de él cuando la invitó para que pidiera algo. Aparentemente había un deseo en el corazón del rey para que Ester se asegurara de lo que estaba pidiendo. Esto revela la invitación que Jesús nos extiende a nosotros también.
Mateo 11:12 dice: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él”.
Amado, tenemos una posición real ante el Rey del universo que recibimos por el sacrificio del Cordero. Nos llamó por nuestro nombre. Fuimos creados y llamados para un tiempo como este: orar y pedirle a Dios por lo que deseamos y demandar que esa justicia descienda sobre nuestras vidas.
Debemos pararnos en nuestra posición real y orar con osadía bíblica. El Señor quiere desesperadamente establecer su Reino en la tierra, por eso nos enseña a orar de esa manera. Ya se nos transfirió, no lo dejemos ir.
Hebreos 4:16 dice: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos”. Pidamos con osadía por más que la mitad del Reino… pidámosle a Dios que se establezca su Reino en plenitud en la tierra.
Oremos (sha'al): “Padre, te agradecemos por tu amor y fidelidad interminables. Te agradecemos Jesús por tu sacrificio. Te agradecemos por tu Espíritu Santo, por llenarnos con tu presencia. Llénanos del poder de lo alto. Satanás, te ordenamos que nos devuelvas todo. Demandamos que regresen nuestros hijos, nuestra paz, nuestro gozo, nuestra salud y nuestras finanzas. Creemos y declaramos que veremos el Reino de Dios manifestarse en la tierra. En el Nombre de nuestro Cordero Pascual, Jesús, Amén”.
Tiffany Ann Lewis
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