jueves, 28 de octubre de 2010

Profecía: ¡Es para todos!

Por John Mark Pool

clip_image002Dios nos creó a su imagen y sopló en la humanidad el primer aliento profético para que tengamos comunión eterna con Él. Nunca dejó de hablarle a su Creación. Dios nos hizo para tener compañerismo con Él y así multiplicarnos, llenarlo todo y tomar dominio de su Reino en la tierra como en el Cielo.

Para extender el Reino de Dios, les entregó dones a los hombres y le habló a su Creación. Al hablarnos, Dios escogió un canal conocido como profecía para comunicarles sus secretos a la Creación, comenzando por el hombre y hacia todos los elementos de la tierra. Tenga en mente que la gente fue creada para tener comunión con Dios. La comunicación, en su forma más básica, es hablar en cualquier forma de lenguaje con algún otro. En ese proceso, Dios comienza con su orden supremo de comunión, la humanidad, porque somos los que tenemos la carga de “tomar dominio y multiplicar” el Reino de Dios en la tierra, así como en el Cielo. La profecía es el canal más importante de los mensajes de Dios hacia su Creación.

“En verdad, nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).

No necesitamos ser profetas para oír a Dios o profetizar sus palabras. Sí, existe un oficio de profeta que es una función en una posición de liderazgo en la administración de los dones entregados para el beneficio de toda la Iglesia. Pero no todos deberían anhelar estar en ese oficio o en algún otro oficio de liderazgo. Tenga en mente que cuanta mayor responsabilidad haya en su llamado, mayor tiene que ser el estándar de consagración en su vida. Llevar un título no equipa a la persona para las responsabilidades que acompañan el llamado de Dios. ¡Considere esto cuando desee un título en el liderazgo!

Sin embargo, si entrenamos a los jóvenes confiadamente, ayudándoles a profetizar y no sólo a anhelar un título o una posición, encajarán en el lugar donde Dios los quiere. Debemos buscar al Señor en cada parte de nuestro llamado, pero especialmente cuando comenzamos a comprender el significado de “todos deben profetizar” (1 Corintios 14).

“Así que, hermanos míos, ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas” (1 Corintios 14:39).

Además está el oficio del profeta, pero alcanzar este oficio o título, no es nuestro objetivo en esta aventura de las asignaciones en el Reino. No podemos hacer que nadie sea un profeta, esa es una decisión de Dios. Pero podemos entrenar a muchos para que “deseen profetizar”. Piense en un equipo deportivo como el fútbol. Tienen pocos entrenadores, pero en los juegos hay más jugadores en el campo que entrenadores en el banco. Durante el juego, se combinan los jugadores y los entrenadores. Profetizar es siempre un trabajo en “equipo” para extender el Reino de Dios, no individualmente o para unos pocos escogidos.

La meta es que todos puedan oír y discernir la voz de Dios y equiparlos para hacer la obra del ministerio para que puedan cumplir su llamado. Mientras alcanzamos esto, debemos enfocarnos en el cuadro completo de todos en la familia del Señor creciendo hasta la estatura de Cristo, para que podamos ser edificados sobre la Iglesia y no sobre nuestros dones. Verdaderamente, debemos desear, ser entrenados y profetizar acerca de Jesús a un mundo en desesperación. ¡Cada uno de nosotros debe ser la palabra de Dios para un mundo herido!

En esta aventura del camino profético, es importante comprender algunos términos proféticos y cómo aplicarlos acorde a cada persona, grupos pequeños, comunidad de creyentes y todo el Reino de Dios. Mientras cada uno de nosotros madura en lo profético, cada persona debe familiarizarse con el vocabulario profético y cómo aplicarlo a la vida diaria, no sólo a un servicio en la Iglesia.

Términos proféticos básicos

Profecía

Es la comunicación dirigida por Dios hacia su pueblo. Además, la profecía es uno de los canales de comunicación sobrenatural de Dios. La profecía, como lenguaje del Señor desde el Cielo a la tierra, es predictivo para la humanidad cuando Dios habla por medio de sus profetas antes que ocurran eventos de interés sobre la tierra. Por eso se llama profecía, que implica decretar los eventos antes que ocurran. Sin embargo, tan interesante como parece, la profecía no se limita a predecir los eventos terrenales futuros, es la respuesta de Dios para los eventos que preparó de antemano para bien.

Podemos pelear con la palabra profética cuando se suelta para manifestar los planes de Dios, los cuales ocurrirían de una manera diferente por sí solos. Por eso la fe en Dios es esencial en lo profético, así como una comprensión clara de nuestro rol vital como hijos de Dios.

Derribando un mito profético

Un mito que necesitamos exponer en la profecía es el dicho: “Pondré la palabra profética en el estante y si es de Dios va a pasar, pero si no, no venía de Él”. Eso no tiene un gramo de verdad respecto de la profecía de Dios y carece de fundamento bíblico.

Debemos conocer al dador de la profecía, comprender el espíritu de verdad que rodea a la palabra que dijo, como un mensaje respetable y luego, si viene del espíritu correcto (el Espíritu Santo) y no de la carne o por influencia demoníaca, comenzamos a interceder y orar para traer esta palabra a existencia. Esta es la intención de Dios. Eso significa que todas las palabras proféticas son condicionales en el nivel de nuestra participación junto a la expectativa de Dios. La profecía es la misma Palabra de Dios, inclusive su corazón. Siempre compare el mensaje que encontramos en el libro de Jonás sobre el corazón de Dios para la profecía. ¡El deseo de Dios es rescatar la Creación perdida!

Los psíquicos son falsos profetas

Amigos, no le crean a cualquiera que diga hablar por el Espíritu. Debe probarlos para ver si su espíritu viene de Dios. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).

El sistema del mundo, aparte de la familia de Dios, asume a los psíquicos como profetas, pero no lo son. Las palabras de los psíquicos son inspiradas por los demonios, como la adivinación. A los psíquicos les agrada ser comparados con los profetas, aunque es correcto compararlos con los falsos profetas.

En qué se diferencian los psíquicos de los profetas

Los psíquicos roban las verdades de Dios como si surgieran de sus poderes especiales, luego distorsionan y revelan estas palabras como si fueran profecías psíquicas. Dios conoce las intenciones de nuestro corazón, pero los psíquicos anhelan engañar a muchos para alejarlos del Reino de Dios. Por eso la profecía se debe tratar por el espíritu que está propagando la Palabra. Dios juzga las motivaciones e intenciones del corazón. ¡No podemos ignorar lo concerniente a los dones espirituales!

Profeta

Un verdadero profeta es uno de los cinco oficios de los dones de Cristo. Cuando Jesús ascendió a su trono, impartió la tarea y la administración como vocero de Dios sobre la tierra (Efesios 4:7-12). El oficio del profeta no es un don del Espíritu Santo, sino un don a través de la ascensión de Cristo. La palabra hebrea es Nabi, derivada de Naba (pronunciada naw-baw). Un nabi le dice los mensajes de Dios a la humanidad, como hacen los profetas o profetizas. Además usa Chozeh/Hozeh, pero estos términos son particularmente para el profeta vidente.

“Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones. Yo le respondí: ¡Ah, Señor mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar! Pero el Señor me dijo: No digas: Soy muy joven, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene” (Jeremías 1:5-7).

En el Nuevo Testamento, la palabra original en griego es “prophayteuw”, predecir, anticipar, profetizar, alguien que habla por Dios.

Vidente

Un vidente es alguien que ve en la realidad del espíritu y profetiza lo que ve en el Reino de Dios sobre la tierra. El profeta Samuel, nuestro primer profeta mayor, fue también llamado vidente en los comienzos de su ministerio.

Más tarde, el término estándar para profeta, nabi, se usó para separarlo de sus funciones oficiales respecto de las características del profeta vidente clásico (hozeh/chozeh). (En el Antiguo Testamento, Gad, Iddo y Asaf fueron videntes).

Todos los videntes reales son profetas de Dios, pero no todos los profetas son videntes. Además, una persona como un intercesor o un salmista pueden ver en la realidad del Espíritu y esto no los establece como un vidente o un profeta. La gente que vive apasionadamente en la realidad del espíritu de Dios, a menudo se los menciona de una manera inapropiada como videntes y profetas, aún cuando pueden ver, oír y declarar lo que Dios les muestra.

El don de Profecía

También hay un don de profecía que viene del Espíritu Santo, en comparación con el oficio del profeta impartido con los “dones de la ascensión de Cristo” (Efesios 4:7-12). Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. El don del Espíritu Santo opera a nivel corporativo. Romanos 12:6 dice: “Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe”. Es interesante que de todos los dones del Espíritu Santo (como la sanidad, las lenguas, los milagros, etc.), este sea el único don que Dios nos exhorta a buscar o desear. Esto significa que es muy importante y Dios sinceramente quiere que toda su familia profetice.

Como Dios siempre está hablando, sería beneficioso aprender a utilizar apropiadamente los dones de Dios para comunicar su voluntad y sus caminos hacia los demás en nuestra esfera de influencia. Como Dios es amor, ¡qué mejor que profetizar los propósitos del Reino de Dios hacia su pueblo! Nuestra meta es llegar siempre al corazón de las personas para que cumplan la grandeza del plan de Dios para sus vidas. Cuando Dios usa un mensajero, ungido por el Espíritu Santo, para revelar su corazón sobre la vida de otro, esto lo libera de las garras del enemigo para funcionar en el nuevo plan de vida del Señor.

Obedeciendo y declarando

Al obedecer la “voz suave del Señor”, permitimos que el don del Espíritu Santo efectivamente añada una vida para la eternidad al Reino de Dios, en cualquier lugar, en cualquier momento y para cualquier persona. Puede suceder en un avión, en un centro comercial, en una cafetería o donde sea. Para mí esto es algo gracioso y sé que también lo será para usted. Siempre se nos permite hablarles el cumplimiento profético para edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3) a los que el Señor establece a nuestro alrededor. No se quede con los errores y continúe buscando lo bueno, entrenándose para fluir en esta aventura profética. Todo significa conocer que Dios quiere que anhelemos el don de profecía para que podamos extender su Reino, una persona a la vez, para que “todos puedan profetizar”.

Profetice, profetice, profetice, ¡sólo hágalo!

Así como el estudio de los idiomas extranjeros en el campo misionero, si oímos esto una vez, lo habremos oído cientos de veces, ¡lo usamos o lo perdemos!

Esto es muy cierto con los dones proféticos de Dios. Entonces, debemos buscarlos y recibir el mejor entrenamiento posible, pero por sobre todas las cosas, ¡no espere ser perfecto para profetizarle vida eterna a una persona herida! Podemos ser los últimos en hablarle la palabra a esa persona.

La gente siempre quiere un ejemplo y esto es lo que significa obedecer el “toque del Espíritu Santo en nuestro corazón”. Esta es la verdadera historia, algo que sucede más de lo que parece:

“Una voz me dijo un día que no fuera hacia mi casa a ver el juego del Súper Bowl, sino hacia el hospital a profetizarle la vida de Dios a un hombre. Obedecí con renuencia, porque no conocía al hombre del hospital. Las enfermeras me ayudaron a encontrar la habitación del anciano que estaba a punto de morir, debilitado por una cirugía. Cuando me miró a los ojos, me pidió si le podía hablar sobre la vida eterna y orar con él. Respondió susurrando que sí.

Tomé su mano débil y oramos una oración muy breve que incluyó la confesión de fe para salvación. Las lágrimas rodaron por su rostro mientras era transformado por ese brillo que sólo Dios puede expresar desde un corazón transformado. Regresé a mi casa contento y pude ver el final del juego. Más tarde recibí un llamado comunicándome que la persona que visité en el hospital había fallecido”.

¿Importa oír a Dios y obedecer su mandato de profetizar? ¡Sí! Recibí un llamado telefónico del hijo de ese anciano, agradeciéndome que Dios enviara a alguien para hablarle a su padre. Ahora sabía que tenía vida eterna.

Tenemos mucho para ganar por estar bien equipados con el asombroso “juego de herramientas” de Dios. La idea es no preocuparnos por equivocarnos al estar frente a personas que necesitan desesperadamente la vida eterna. ¡Sólo hágalo!

Sí, profetice a Jesús en medio de las tinieblas y vea cómo se enciende la luz de su amor sobre sus vidas. Cuídese porque es muy contagioso y otros cambiarán por el bien de Dios. Mientras lo hace, será energizado para profetizar con regularidad. De hecho, nuestra meta es profetizarles el plan de Dios a todas las personas que podamos. ¡Por eso todos deben profetizar!

Siempre una voz para Dios,

John Mark Pool

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