Por Jeff Jansen
Quiero compartir con usted una enseñanza sobre el poder de los decretos del Reino. A lo largo de la Palabra, existen muchas referencias sobre emitir decretos y manifestar el poder de Dios.
Gálatas 1:11-12 y 17 dice: “Quiero que sepan, hermanos, que el evangelio que yo predico no es invención humana. No lo recibí ni lo aprendí de ningún ser humano, sino que me llegó por revelación de Jesucristo… Tampoco subí a Jerusalén para ver a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui de inmediato a Arabia, de donde luego regresé a Damasco”.
Job 22:28 dice: “Tendrás éxito en todo lo que emprendas, y en tus caminos brillará la luz”.
Como nuestro Padre en el Cielo, tenemos la autoridad para hablar ante el Trono y emitir decretos por medio de las palabras de nuestra boca. Jesús dijo que podemos tener lo que declaramos (vez Marcos 11:23). En Hebreos (vea Hebreos 10:23), nos alientan a sostener nuestra confesión. Cuando desatamos nuestra fe por medio de órdenes o en nuestras oraciones, debemos seguir creyendo que Dios está trabajando a pesar de los cambios que podamos ver. Uno de los caminos por los que podemos hacer esto es continuar recordándole a Dios las cosas por las cuales estamos creyendo, orando y agradeciéndole a Él, porque estamos confiando en lo que está haciendo en la dimensión del Espíritu.
Hay poder sobrenatural en la Palabra de Dios. Cuando el Espíritu nos revela nuestra participación en Cristo, se nos imparte esa habilidad. Lucas 1:37 dice: “Porque para Dios no hay nada imposible”. Traduciendo estas palabras de una manera más literal: Ningún “rhema” de Dios quedará fuera del dunamis. En otras palabras, cuando Dios habla, su palabra está cargada de poder sobrenatural. La palabra rhema es un término griego para “palabra hablada” y dunamis es el término griego para “poder sobrenatural”.
Cuando meditamos en la Palabra sobre nuestra autoridad, el Espíritu Santo escribe sus leyes en las tablas de nuestros corazones. Mientras perseveramos como buenos soldados, nos aferramos a la Palabra hasta ver su manifestación en la realidad natural. Las palabras que Jesús recibió de su Padre, sostienen todas las cosas. Hebreos 1:3 dice: “El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa…”.
El poder de las palabras decretadas ante el Trono
La voz del Señor es poder creativo. Dios creó todas las cosas por el poder de sus palabras decretadas. La voz del Señor es una vibración que sacude y recrea el desierto. Tiene el poder tanto para crear como para recrear. Cuando Dios habla, quedamos impregnados por su Palabra o sus asuntos. Mientras el tiempo pasa, esa palabra crece y se desarrolla, eventualmente haciéndonos dar a luz esas promesas específicas. Sin embargo, cuando se declara la palabra de Dios en la realidad de su gloria, el tiempo requerido para que la palabra crezca y madure se reduce sólo a unos breves momentos, porque el tiempo se hizo para servir a aquellos que conocen y entienden sus derechos como ciudadanos del Reino.
Cuando experimentamos la gloria de Dios, vivimos la realidad de la eternidad. Así como la voz del Señor tiene poder creativo, nosotros también tenemos el mismo poder en nuestra voz porque somos hijos del Reino. Como nacidos de nuevo, creyentes llenos del Espíritu, fuimos creados a su imagen y como Dios, tenemos la misma posición y lugar para hablar con la voz de la autoridad creativa. Esta puede ser una exigencia para algunos, pero no obstante es una verdad.
Cuando nacemos de nuevo, con el Espíritu Santo recibimos todo su ADN y su genética. El Dios que creó el mundo visible e invisible habita dentro de nosotros, este es un misterio y una belleza. La plenitud de la deidad habita dentro de nuestros corazones. Pablo dice que no debemos comportarnos como las demás personas (vez 1 Corintios 3:3). Esto es porque estamos lejos de ser como las demás personas, debido a que somos posesión del Dios Creador.
Romanos 8:11 dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes”.
¿En qué tipo de ser humano nos convierte esto? Nos hace ser como Dios en la tierra. No quiere decir que somos Dios, somos hijos de Dios y hechos a su imagen. Somos como Dios. Éxodo 7:1 dice: “Toma en cuenta, le dijo el Señor a Moisés, que te pongo por Dios ante el faraón”. Hablamos como los representantes terrenales de Dios. Cuando soltamos la voz del Señor por medio del poder de la palabra declarada, podemos decretar algo y se cumplirá. Ocurrirá. Todo fue hecho por las palabras de fe.
Job 22:28 dice: “Tendrás éxito en todo lo que emprendas, y en tus caminos brillará la luz”. Existen requerimientos físicos y espirituales para desatar los milagros. Necesitamos la nube de la presencia gloriosa de Dios y luego comprender cómo hablar dentro de ella. Para nosotros es tiempo de cambiar nuestras vestiduras y comenzar a declarar los decretos de la presencia de la gloria para operar en realidades superiores de milagros creativos.
Somos la voz de Cristo
Una de las mayores revelaciones del Nuevo Testamento es que Cristo habita dentro de su pueblo que vive en la tierra. Por esta razón somos el Cuerpo de Cristo. En realidad, somos las manos y los pies de Jesucristo en la tierra, pero también somos su boca. Dios habla proféticamente a través de su pueblo.
1 Pedro 4:11 dice: “El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”.
Cristo es Aquel que habla por medio de su pueblo para traer salvación, sanidad y liberación. Los seres humanos están diseñados de una manera única para ser el templo de Dios en la tierra. En la medida que rendimos nuestras voces al Señor, Él demuestra su gran poder y la extraordinaria sabiduría y revelación hablándoles a las naciones a través de nosotros. Esta es la unificación máxima entre el Cielo y la tierra, mientras Dios desarrolla a Cristo dentro de nosotros y a través de nosotros, hacia resto del mundo.
Nuestras voces son el sonido del Salmo 29 en la tierra. Así nos transformamos en una expresión de la voz profética del Señor. Su sonido espiritual se expresa a través de nuestro sonido natural. Mientras hablamos, Él habla a través de nosotros. Las ondas del sonido mecánico se transforman en la expresión de la onda de otro sonido sobrenatural con la capacidad para penetrar todo el universo.
Personalmente fui testigo de la realidad de ser una voz del Señor clave mientras viajaba por las naciones. Pude ver al Señor moviéndose en unidad con mi voz para impartir sus directivas personales para la gente, la Iglesia, las ciudades y las naciones con poder asombroso. Pude ver que cuando la voz del Señor habla, en numerosas ocasiones hubo terremotos, tormentas de nieve, tornados y huracanes que se desmantelaron por el poder de la palabra decretada.
Este es el sonido dentro del sonido que sacude la tierra. Esta es la voz que clama en el desierto. Así como esas ondas de sonido mecánico en ciertas frecuencias bajas pueden sacudir un edificio desde sus cimientos, el sonido de las ondas del Cielo puede sacudir las fortalezas en nuestras vidas y derribar los muros como ocurrió en Jericó.
Obreros de las maravillas del trono de Dios
Necesitamos estar listos para los nuevos “obreros de maravillas”. Estos transformarán ciudades, regiones y naciones cuando hablen como la voz de Dios en la tierra con una palabra de poder. Se moverán con una unción y con la luz del sonido ilimitado que viene de la presencia del Señor. Nada los podrá detener.
Hasta hoy vimos muchas olas de avivamiento que golpearon las naciones de la tierra, incluyendo los EEUU, pero nada como lo que estamos comenzando a ver ahora. Dios está impulsando la madurez del Cuerpo de Cristo a un nuevo lugar en el planeta. Los milagros y el poder para evangelizar se están volviendo comunes en las calles de los EEUU y el mundo. Se está levantando una compañía con carbones encendidos del Cielo en sus labios.
Como Moisés, hablarán declarando y decretando la voluntad de Dios a través de sus palabras. Las multitudes comprenderán quién es Dios, mientras cientos, miles o aún millones vendrán a los pies de Cristo por medio de las demostraciones de estos obreros poderosos de maravillas.
Hemos visto algunas cosas muy notorias en los avivamientos del pasado, incluyendo el avivamiento de Gales, el Gran despertar, el de la Calle Azuza, la Lluvia tardía, La voz de la sanidad de los años 50 y 60 y los últimos movimientos como la Bendición de Toronto y el Avivamiento de Brownsville. Más allá de lo impresionante que fue, simplemente fueron “ensayos de la atracción que viene”. Todos ellos palidecerán en comparación con el derramar de la gloria en este nuevo tiempo, el derramar del Espíritu del avivamiento.
Aquí veremos algunos puntos de oración que lo aliento a presentar ante el Señor:
• Pídale al Espíritu Santo que le muestre algún lugar donde sus palabras no están de acuerdo con las palabras de Dios.
• Cambie lo que está creyendo y diciendo, hable las palabras de Dios sobre su vida, su familia y sus finanzas.
• Ore para que el Cuerpo de Cristo gane una mayor revelación para ser su representante en la tierra que traerá un nuevo nivel de señales, maravillas, sanidades y milagros.
• Pídale al Señor por su visión para su nación y por su ciudad. Decrete lo que Él dice y desate el poder sobrenatural.
Ricas bendiciones,
Jeff Jansen
(www.elijahlist.com)