domingo, 10 de julio de 2016

“Un tiempo de generación y manifestación: Permitan que sus destinos sean incubados en la gloria de Dios”

  
Por Ella Onakoya
Dios está hablando proféticamente en muchas maneras diferentes y una de ellas es por medio de “señales y maravillas”. Puedo percibir que el Señor está sintonizando con precisión nuestros oídos, nuestros ojos y nuestros sentidos espirituales, para discernir con gran precisión sus planes y propósitos para nuestras vidas y naciones. 

Hechos 2:19 dice: “Arriba en el cielo y abajo en la tierra mostraré prodigios: sangre, fuego y nubes de humo”.

El tiempo de incubación y la gloria
Recientemente me desperté y noté algo de polvo de oro brillante que apareció de manera sobrenatural en mis manos. También noté una pieza pequeña de polvo de oro brillante en mi estómago. Cuando aparece polvo de oro podemos hablar de la gloria de Dios. A veces el polvo de oro aparece en reuniones como una señal de la presencia de Dios. Las Escrituras describen al oro que se ve en el Cielo.

Apocalipsis 21:21 habla acerca de las calles de la ciudad Celestial hechas de oro puro. A veces cuando se manifiesta la gloria de Dios en la tierra, puede estar acompañada por la manifestación de algo del oro del Cielo. En lo personal creo que nuestro enfoque debe estar solo en Jesús, pero el Señor puede soltar estas maravillas de manera soberana cuando estamos enfocados en Él. Entonces podemos celebrar lo que hace.

Salmo 92:5 dice: “Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos!”.

El Señor escogió compartir sus pensamientos y un mensaje muy importante para la Iglesia a través de una sola pieza de polvo de oro brillante que se manifestó en mi estómago. Me habló que el polvo de oro en mi estómago se refiere a “su gloria cubriendo el vientre de nuestro espíritu”

Debemos permitir que su gloria incube y cubra las promesas y el propósito de Dios para nuestras vidas. Así su propósito y sus destinos para nosotros se podrán manifestar en el tiempo correcto.
El propósito y los destinos se conciben en el vientre de nuestro espíritu. Las promesas y la Palabra de Dios son las semillas en nuestro vientre espiritual que necesitan ser nutridas para crecer y brotar, entonces el propósito de Dios se podrá manifestar en nosotros. Algunos estuvieron experimentando retrasos en la manifestación del propósito de Dios. Otros simplemente deben esperar el tiempo de Dios para dar a luz su propósito en sus vidas. Escuché la compasión del Señor en estas palabras de Isaías 66:9: “¿Podría yo abrir la matriz, y no provocar el parto?, dice el Señor. ¿O cerraría yo el seno materno, siendo que yo hago dar a luz?, dice tu Dios”

Pariendo destinos y propósitos
Esta es una palabra que el Señor me entregó para compartir con diferentes categorías de personas que se encuentran en diferentes etapas del alumbramiento de sus destinos y propósitos:

1. Semilla de una Palabra de Dios
La primera categoría son aquellos a quienes Dios les entregó una “Palabra sembrada”. Podría ser una palabra de sanidad, una palabra profética o una revelación que recibieron mientras leían las Escrituras. Estos grupos de personas representan el comienzo del período de gestación donde cargan la palabra en su espíritu. Como la atmósfera en la cual incubamos las promesas de Dios es importante, es crucial saber cómo cultivar una atmósfera de gloria alrededor de las promesas de Dios dentro de nosotros.

En Lucas 1, luego que el ángel Gabriel se le apareciera a María para comunicarle que iba a concebir y cargar un niño llamado Jesús, ella le preguntó cómo sería esto porque nunca había conocido a un hombre. El ángel le dijo que el nacimiento de Jesús ocurriría porque el Espíritu Santo vendría sobre ella y el poder del Altísimo la cubriría.

María recibió una palabra que parecía imposible, pero la palabra que recibió ocurrió porque ella creyó y fue sabia para mantenerse en una atmósfera que nutrió su fe en las promesas que recibió. Mientras estuvo con Elizabeth, quien quedó embarazada luego de recibir las promesas de Dios aunque había sido estéril durante años, la fe de María continuó creciendo hasta que dio a luz a Jesús. Nosotros también necesitamos ser diligentes para permitir que crezca la semilla de la promesa de Dios dentro de nosotros en una atmósfera libre de dudas e incredulidad.

• Para aquellos que recibieron una palabra del Señor respecto a su propósito o al destino para su vida, compartiré un testimonio para alentarlos a darlos a luz:

Dos años atrás, mientras me encontraba en Noruega durante un viaje ministerial, una mujer me dijo que su esposo llevaba internado siete semanas en el hospital debido a una falla renal. Su riñón estaba dañado con niveles peligrosamente altos de creatinina, precipitando otros síntomas en su cuerpo. En consecuencia, quedó tan sordo que solo podía oír por medio de audífonos potentes. Su tensión arterial aumentó tanto que los doctores temían que tuviera un ataque cardíaco. Estaba sangrando internamente y debajo de su piel. La mujer me dijo que estaba agotada, pero no quería que su esposo muriera.

Mientras hablaba, recibí la certeza del Señor en mi espíritu que desataría su sanidad sobre este hombre. Esta seguridad era la “semilla” que recibí en el vientre de mi espíritu para el hombre enfermo. Sentí que la clave para que el hombre recibiera su sanidad era recibir esta seguridad en su propio espíritu. La desolación y el desamparo que tenía necesitaban ser reemplazadas por la fe y la seguridad. Con esta seguridad en mi espíritu, me fui al hospital para orar por él. Todo lo que ocurrió en la visita a ese hospital demostró cuánto necesitamos la gloria de Dios en la manifestación de su propósito y su destino para nosotros.

Cuando estaba por comenzar a orar en el hospital, el Espíritu Santo me dijo que me detuviera y adorara primero al Señor con la canción Aleluya. Cuando comencé a cantar, el cuerpo de este hombre vibró intensamente y gritó que estaba oyendo las voces de muchos ángeles cantando junto con nosotros. Supe que esta adoración desató la dimensión de la gloria de Dios, donde los ángeles estaban manifiestamente presentes. Creo que eran ángeles de apertura de sanidad que vinieron para ayudar a provocar su sanidad. El hombre era sordo y solo era capaz de oír las voces de los ángeles a través del monitor conectado a sus oídos, pero la dimensión de la gloria creó la atmósfera correcta para que pudiera hablar la palabra de vida necesaria para su sanidad.

Con frecuencia cuando percibimos esta dimensión de gloria, se incrementa una fe radical en nosotros. Le expliqué al hombre que iba a desconectarle los audífonos mientras oraba. Esto me ayudó a probar su audición luego de orar. Desconecté sus audífonos y le ordené a sus oídos que se abrieran, entonces desaté en oración el Reino dentro de su cuerpo, para que su tensión arterial se normalizara y la vida fluyera en su cuerpo. Luego de orar, le pregunté si podía oír y me respondió que oía por uno de sus oídos. Estas fueron buenas noticias porque sabía que su sanidad se había comenzado a manifestar.

En ese momento había recibido la semilla de la palabra de sanidad que necesitaba nutrir con cuidado bajo la atmósfera de fe y gloria, para que se manifestara el resto de su sanidad. Lo alenté a comenzar a hacer declaraciones de fe sobre su sanidad y dejar de hacer confesiones negativas.

Un día después, su esposa compartió agradecida cómo su esposo la llamó luego de mi visita al hospital para contarle su experiencia de oír las voces de los ángeles. Luego de ese primer día recuperó el 80% de la audición y su tensión arterial se normalizó. Los doctores dijeron que estaban asombrados. Hacia el tercer día, su audición era 100% normal y nunca más necesitó un audífono. Su salud mejoró de manera tan dramática, que fue dado de alta del hospital pocos días después.

Volví a verlo un año después en una reunión donde ministré y volvió a compartir su testimonio en público. Nos dijo cómo estuvo cerca de la muerte. El propósito de Dios para su vida era vivir y no morir, porque debía cumplir el plan de Dios. La dimensión de gloria proveyó la atmósfera para su milagro, mientras la palabra de fe y su determinación para recibir su sanidad, proveyeron el catalizador para la manifestación del propósito de Dios por medio de la sanidad.

2. Contratiempos y abortos de destino
La segunda categoría en el pueblo del Señor me hará entregar una palabra para los que estuvieron portando la semilla de su promesa demasiado tiempo, sufriendo contratiempos y abortos en el camino hacia su destino. El Señor desea acelerar el nacimiento de estos propósitos y liberar la gracia necesaria para que se manifiesten estos destinos.

• Esta es la historia asombrosa de una mujer que conocí varios años atrás, a quien Dios le ayudó a superar sus contratiempos en el cumplimiento de su destino:

Algunos años atrás conocí una mujer en Cambodia que compartió su historia conmigo. Creía que tenía un llamado del Señor para ministrar “libertad a los cautivos”. Sin embargo, parecía que no tenía la apertura para cumplir el ministerio que Dios tenía para ella. Tuvo contratiempos que parecían hacer imposible que cumpliera su destino. Compartió cómo sentía que esto se debía a una maldición que su esposo le había lanzado, porque era un adorador de satanás. A él no le gustaba que ella adorara a Jesús y verbalizó una maldición que operaba cada vez que ella decidía avanzar en el ministerio.

Compartió cosas horrendas e inexplicables que le ocurrieron cada vez que trató de avanzar en su llamado y me pidió que orara para quebrar esta maldición. Una de las cosas que amo de Dios es cómo puede desatar una apertura sobre nosotros en el momento donde nos sentimos más débiles. Sabía que la gloria de Dios produce apertura, entonces oré en el Nombre de Jesús para que fuera libre de la maldición de los contratiempos para que pudiera desarrollar la semilla de destino que Dios depositó en ella.

Dos años después la encontré y ella me contactó para decirme que la oración quebró la maldición de los retrasos en su vida. Entró de manera sobrenatural en la libertad para cumplir su ministerio con facilidad. Ahora es pastora en una congregación en Cambodia y tenía un par de ministerios donde entrenaba a otros en el área de liberación. Cuando parecía como si todo estuviera perdido en el cumplimiento de nuestro destino, debemos alentarnos porque la gloria del Señor carga en sí misma el poder para acelerar divinamente nuestro destino.

3. El tiempo del Señor
Finalmente, están los que aún no experimentaron la manifestación del propósito de Dios en un área de sus vidas, porque simplemente no es el “tiempo del Señor” para su manifestación. Están en un tiempo de preparación.

Pude oír el aliento del Señor para que perseveremos. No se precipiten en parir a Ismael, porque nacerá Isaac, el hijo de la promesa. Aunque Elizabeth había sido estéril demasiado tiempo, tuvo que esperar el tiempo del Cielo para que naciera Juan el Bautista y preparara el camino para el Señor. Mientras el Señor nos prepara, debemos esperar en Él y permitir que nos incube su gloria. En la gloria está el lugar de nacimiento y manifestación.

Ella Onakoya

(www.elijahlist.com)

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