viernes, 27 de noviembre de 2020

“¡Nacimos para este momento!”

 

Por Bill Yount

Recientemente pude oír estas palabras: “¡Tenemos que ir para el lanzamiento! ¡Tenemos que ir para el lanzamiento!”. Entonces caí en la cuenta que… no hay lanzamiento sin un gran sacudón. No sé de usted, pero estoy sentado en el borde de mi sillón por lo que viene, porque el Rey está llamando.

El llamado del Rey para lanzarnos

Deuteronomio 32:11 dice: “… como un águila que agita el nido y revolotea sobre sus polluelos, que despliega su plumaje y los lleva sobre sus alas”.

¿Su vida está siendo agitada, sacudida y detenida? Le diré por qué. El Señor tiene cosas mayores para su vida. Como un águila, Él (el Señor) aterrizó y está removiendo el infierno del lugar donde está usted. Abrace el sacudón y dele un beso de despedida a su vida normal. Es tiempo para extender sus alas y volar, porque usted es un águila, no una gallina. ¡No muera en su nido! 

Dios está por hacer algo bueno en su vida. Él está descendiendo y tomando lo bueno, lo malo y lo feo, para agitarlo todo, haciendo que todo trabaje para el bien de aquellos que lo aman y son llamados de acuerdo a su propósito. 

¡El águila aterrizó!

Cuarenta años atrás, cuando comencé a asistir a nuestra Iglesia, en el espíritu, pude ver un águila enorme en un nido en nuestro balcón. Estaba agitando el nido en las vidas de las personas. Agitó y sacudió a veintiséis de nosotros para que nos involucremos en el ministerio a tiempo completo. Algunos fueron a otros continentes y nunca regresaron, salvo para visitar, porque se habían enamorado de las personas en esos países. Algunos, como yo mismo, nos quedamos en los EEUU. Luego de 40 años pude ver esta águila volviendo a nuestra Iglesia y a todo el Cuerpo de Cristo. ¡El águila había aterrizado! ¡El águila había aterrizado en nuestras vidas!

Cuando el águila aterrizó cuarenta años atrás en nuestra Iglesia, comenzó a agitar un hambre dentro de mí por oír la voz de Dios. En esos días vivía a dos cuadras por esa avenida y caminaba hacia la Iglesia rogando que Dios me permitiera oír su voz durante el servicio, porque necesitaba saber qué debía hacer con mi vida. Como esperaba oír al Señor mismo, nunca dejó de ungir a mi pastor o a cualquier otro que se parara en nuestro púlpito para ministrar exactamente lo que necesitaba oír. Durante cuarenta años, en la misma Iglesia, Dios siguió hablándome porque esperaba oírlo.

Esta águila agitará, sacudirá y detendrá nuestras vidas. Volviendo a ver mi vida, Dios estuvo más en mis interrupciones que en mis planes. Puedo oír al Señor diciendo: “¡Dale un beso de despedida a tu vida normal!”. Nuestros nidos tienen algunas plumas cómodas, pero este año, mientras se sacude el nido, las púas afiladas nos pincharán y nos aguijonearán para sacarnos de nuestra comodidad, ayudándonos a salir de nuestros nidos, porque nacimos para volar.

Cada tormenta y adversidad que estuvimos enfrentando este año, nos preparó para extender nuestras alas. No muera en el nido. La cosecha es ahora. Con frecuencia, Dios viene cuando menos lo esperamos, cuando vamos por la vida pensando en nuestros propios asuntos. Nuestro sueño está al alcance de la mano y ya casi estamos. Ahí es donde con frecuencia viene el águila, deteniendo nuestras vidas para hacer los negocios de nuestro Padre.

El Señor dice: “No habrá más personas sentadas a un lado este año. Estoy quitando los asientos. No habrá más asientos donde sentarse. Estoy llamando a cada uno al campo de sus vecinos, las aceras de la ciudad, el mercado y las naciones. Dondequiera que vayas, Yo estaré ahí”.

¡Comenzó el movimiento! ¡El Rey lo está llamando!

Las interrupciones de Dios: ¡Él está dispuesto a hacer algo bueno!

“¡Prepárese para despegar! Asegúrese que su cinturón de seguridad está bien fijo”. Estas son las palabras que mi esposa Dagmar y yo oímos recientemente mientras estábamos sentados en un vuelo hacia Houston, Texas, donde debíamos ministrar. Luego el piloto habló por el intercomunicador y dijo: “Esperamos un vuelo agradable hacia Houston hoy”.

Cuando pude oír esto, dije: “¡Gracias Señor! Estamos en el avión correcto y con el piloto correcto”. Un poco más tarde dijo: “Puedo ver un par de asuntos menores que me preocupan. Le pediré a los mecánicos que lo revisen, entonces emprenderemos nuestro viaje”. Luego de un rato dijo: “Tengo buenas y malas noticias para ustedes. La buena es que volarán a Houston. La mala es que no lo harán en este avión”.

Esas palabras me atravesaron y nunca me abandonaron, porque creo que fue una palabra profética de Dios para el Cuerpo de Cristo en este año.

Pude oír al Señor que decía: “Estarás arribando al destino que tengo para ti, pero no será sentado en los asientos de tus iglesias. Estos bancos no te llevarán allí, tampoco lo hará el nido”.

Tuvimos que dejar el avión y abordar otro. Nos paramos en una larga fila para volver a abordar y nos anunciaron que debíamos ir hacia otra puerta de embarque para tomar otro vuelo. (Para algunos de nosotros, este año habrá algunos cambios de puertas). Me sentía frustrado con todos estos cambios. Dije: “Señor, ¿qué estás haciendo? ¡Porque estoy en una misión para ti!”.

El Señor me respondió: “En primer lugar, te salvé de un accidente aéreo. En segundo lugar, ¡estoy dispuesto a hacer algo bueno!”. Muchos en el pueblo de Dios, con toda la agitación, el sacudimiento y las interrupciones, se están preguntando qué está pasando en sus vidas. Se están preguntando dónde está Dios o hacia dónde se fue. Volviendo a mi vida, Dios estuvo más en mis interrupciones que en mis planes.

Permítame decirle: Dios está dispuesto a hacer algo bueno en su vida. Está descendiendo y tomando lo bueno, lo malo y lo horrible, para agitarlo todo y hacer que las cosas operen para el bien de aquellos que lo aman y fueron llamados conforme a su propósito. ¡Incluso removió el aguijón de la muerte y lo está usando para su gloria!

¡Ya no estamos más en Kansas!

Recordaba la película del Mago de Oz donde un tornado levantaba la casa de Dorothy en Kansas y la arrojaba hacia otro lugar. Cuando aterrizaron, Dorothy le dijo a su perro: “Toto, ya no estamos más en Kansas”. Puedo oír al Señor diciéndole al Cuerpo de Cristo: “Ya no estamos más en Kansas. Ya no puedes volver atrás y vivir como lo hacías o hacer las cosas como solías hacerlas. Tendrás que pensar de manera diferente, porque estarás en un nuevo lugar”.

El Rey nos está llamando a usted y a mí, porque nacimos para este momento. Pregúntele al Rey qué le espera después. No se sorprenda por lo que va a oír, porque puede volar su mente.

Susurros desde el nido:

• La persona de la cual está celoso, podría ser la que inicie su ministerio, si se humilla ante ella.

• La gente que lo ama lo suficiente como para confrontarlo, es la que más le enseñará.

• Puede preguntarse: “Señor, ¿estás tratando de matarme con la gente loca que me rodea?”. Su respuesta será: “¡Estás entrando en la revelación ahora mismo!”.

Bill Yount

(www.elijahlist.com)

 

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