lunes, 2 de noviembre de 2020

“La vieja mesa de madera que nadie quería”

 


Por Steve Porter

 

Esta es la historia de una vieja mesa de madera encontrada en un montón de basura al norte de New York. Una tarde a mediados del verano del 2013, viajamos con nuestra familia a ver a mi hermana, cerca del lago George, metido en las hermosas montañas Adirondack. Amo las montañas y nunca me canso de visitar ese lugar. Puede ver que cuando me llaman las montañas, ¡debo ir! Siempre buscamos visitar a mi hermana y a su familia. Eso me ofrece una oportunidad especial para amar a mis sobrinos que tanto quiero.

Ese viaje fue excepcional, porque tuvimos mucho tiempo para relajarnos y explorar las montañas con un corazón expectante, excitados por la aventura. Mi hermana gemela Stacey y mi cuñado Jim nos llevaron hacia un basurero escondido en el desierto estéril, lleno de tesoros viejos que nadie quería. Había muebles viejos que se estaban pudriendo luego de muchos inviernos fríos y rudos, con viejas chozas que fueron abandonadas hace mucho tiempo. La mayoría de la gente no querría ir a un lugar donde sus días de gloria, claramente habían pasado.

Ese día, buscando por el viejo vertedero, me crucé con una vieja mesa de madera. Estaba quebrada, desgastada y completamente abandonada. Había visto días mejores. Los expertos me dicen que probablemente fue fabricada cerca de 1930. Conservaba una buena estructura, pero necesitaba un gran trabajo de restauración. La mayoría de la gente la habría desechado o la usaría como leña.

Honestamente, era horrible en ese estado, pero mi corazón saltó dentro de mí cuando el Espíritu Santo atrapó mi atención. Podía sentir que la mesa tenía lecciones para enseñarme y valía la pena descubrirlas. Mientras la sacaba de la basura, la tapa se desprendió por completo. Quité todas las tablas y la cargué en mi auto. Mi familia me apoyó, pero se preguntaba por qué vi semejante tesoro en una pila de tablas viejas. Había sido abandonada por décadas y era claro que nadie la quería. ¿Por qué sería?

Los próximos siete años nos mudamos varias veces, entonces las piezas de la mesa se movieron desde un depósito a otro. Tenía planes para la mesa, pero nunca hice nada por ella. Supe que no tenía las habilidades para restaurarla y ningún carpintero querría tocarla, o si alguno estaba dispuesto, me costaría un brazo y una pierna. En consecuencia, la mesa quedó en un cuarto oscuro, resistiendo muchos inviernos fríos de New York y muchos veranos húmedos y calientes.

En el 2020 fue suficiente. Era claro que la mesa era algo importante para Dios, entonces también era valiosa para mí. Recordé esa tarde memorable siete años atrás, cuando el Espíritu de Dios me dijo que sacara ese tesoro del vertedero donde se estaba pudriendo. Había lecciones que el Señor quería enseñarme, una revelación más profunda que debía aprender. En ese momento saqué la mesa del depósito y se la llevé a un hombre que llaman “Doctor muebles” en Bloomfield, New York. Su especialidad era restaurar muebles rotos.

Saludé al doctor muebles con una sonrisa y le entregué las piezas sueltas de mi tesoro oculto. Me dijo que el proyecto sería costoso, pero acordamos hacerlo; después de todo, era el doctor de muebles y en realidad, mi mesa estaba muy enferma.

El proceso fue largo y tedioso. Pasó largas horas lijando la madera vieja y cepillándola para devolverle su belleza original. Lijarla no fue fácil, debido a su estado de deterioro, pero los puntos ásperos y las manchas de la intemperie no eran un obstáculo para el doctor de muebles.

Trabajó extremadamente duro para volver a unir la mesa. Luego de lijarla, encolarla y volver a atornillar las piezas juntas, restaurando cada pieza rota. Usó herramientas que parecían rudas, como un martillo y una sierra, pero con cada golpe y corte, la madera se volvía más hermosa. Finalmente, llegó el día cuando le aplicó el tinte para lustrarla y resaltar las vetas de la mesa de madera restaurada. La dejó secar y luego me hizo la llamada que tanto había esperado, para que pasara a buscar mi tesoro. Estaba lleno de anticipación mientras conducía los veinte minutos desde Bloomfield, New York. Cuando la vimos por primera vez, quedamos con la boca abierta porque era irreconocible, comparada con el desastre quebrado y abandonado que había sido.

Esa mesa ya no estaba tirada en un basurero o abandonada en un depósito, la podía exhibir con orgullo en nuestra sala. Es una confirmación que todo tiene un valor y esa belleza oculta puede surgir a través del poder de la restauración. Cada vez que camino cerca de mi mesa, mi corazón pega un salto cuando veo la verdad más profunda detrás de esta historia.

La historia detrás de la historia

Considere esto: Un maestro carpintero mueve sus manos sobre una mesa desgastada, claramente deteriorada luego de años a la intemperie. Estaba muy manchada, los tornillos oxidados y la madera torcida y raída. Alguien que pasara cerca hubiera gritado: “¡Tírala en el basurero!”. Aunque el Maestro no oyó ni una palabra, porque pudo ver la belleza de la pieza restaurada.

Incluso ahora, el Señor Jesús dice: “Mi precioso, Yo soy el Maestro constructor. ¡Yo soy el Gran Médico y te restauraré para volver a hacerte hermoso! Puedes sentirte débil y quebrantado por la negligencia y el abuso del pasado. Quizá sientes que tu carácter tiene fisuras y huecos, y mancharon tu nombre precioso”. 

“Te restauraré de la misma manera como restauré esa vieja mesa de madera raída hacia algo mejor que nuevo. Las manchas y los daños por el clima se suavizarán por la obra de mis manos, mientras mi Espíritu pule tu carácter para reflejar mi gloria. Mi martillo y mi sierra pueden no sentirse bien en este tiempo, pero mi obra es perfecta, cortando la madera muerta para que vuelvas a estar entero”.

“Otros pueden decir: ‘Está todo perdido, tíralo a la basura’. Pero haré todo lo necesario para sanarte y vendar tus heridas. ¡Te reconstruiré como hice con Jerusalén y otros verán que soy tu Dios! No careces de valor. ¡No todo está perdido! Vuelve a mí con todo tu corazón. ¡Humíllate en mi presencia y yo haré todas las cosas nuevas!”

“Mira a mis ojos y reconoce mi misericordia ilimitada y mi compasión por toda la humanidad. Esa verdad debería ser clara como el cristal, porque entregué mi vida por ti. Fui golpeado por ti. Mis brazos fueron abiertos en amor, mientras me clavaban a la Cruz terrible. Fui coronado con espinas y se burlaron de mí, me desnudaron y me humillaron para que todos mis hijos puedan tener vida eterna. ¡Nada puede afectar o minimizar mi amor perfecto por tu vida!”

“Hoy quiero que sepas que puedes sacar una lección de la vieja mesa de madera que nadie quería. Puedo reparar una vida quebrada. Puedo reparar un matrimonio quebrado. Puedo sanar un corazón quebrado, entonces no me pongas límites. ¡Yo soy el Gran Médico y siempre estoy ejerciendo!”.  

“¡Vengan a mí los que están debilitados y quebrantados, y Yo los haré descansar! Volveré a hacerte bello para que todos puedan ver la bondad de tu Dios y ver la obra poderosa del Carpintero de Galilea”.

Salmo 103:3-5 dice: “Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas”.

“Yo soy el Señor tu Dios y mi rostro siempre se vuelve hacia ti”.

Amado amigo, así como la historia de mi mesa antigua y despreciada en un montón de basura, una vez restaurado, serás una obra maestra que glorificará a tu Dios, entonces Él se agradará de ti, su obra majestuosa. Dios nunca quiso que estuvieras atrapado en el dolor o en una tristeza profunda. Él sana y restaura. El Señor nos llama a avanzar. Nos recuerda que en Él tenemos un propósito y una esperanza especial. Cristo vino para extraer belleza de las cenizas.

Steve Porter

(www.elijahlist.com)

 

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