Dios dice: “El amor será la característica distintiva de mi novia”
Por Taffie Furr
Lucas 6:27-36 dice: “Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan. Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la camisa, no le impidas que se lleve también la capa. Dale a todo el que te pida, y si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. ¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. Sean compasivos, así como su Padre es compasivo”
En Juan 13:35, el Señor dice: “En esto conocerán que son mis discípulos, en que se amen unos a otros”. El diccionario Webster define la palabra “fundamental” de la siguiente manera: perteneciente al fundamento o a las bases, esencial, un principio, ley o artículo que sirve como base para un sistema, parte esencial. Con esta definición en mente, el Señor dice que sus instrucciones en Lucas 6:27-38, son el fundamento que se debe establecer antes de llegar a ser hijos maduros del Reino. Este comportamiento de entrega es el fundamento sólido por el cual debe edificarse todo el resto del Reino. Es absolutamente imposible entregarse sin un amor genuino.
El amor real produce el deseo y la habilidad para bendecir a otros, rechazando cualquier motivación de ganancia personal. Exactamente lo opuesto sucede cuando se entrega una bendición y sólo existe una apariencia “superficial” de entrega. Si existen motivaciones ocultas en el corazón detrás de la bendición, habrá un deseo por buscar el reconocimiento. Así como Dios dijo más arriba, está pelando cada capa de nuestros corazones para ver hasta lo más profundo. Esto nos habla que quiere revelar todas las áreas, grandes o pequeñas que necesitan ser refinadas dentro de nuestro corazón. Cuando bendecimos con la intención oculta de recibir reconocimiento y sin verdadero amor, somos como un címbalo desafinado. Es imposible que produzca un sonido agradable para los demás, porque sólo sirve para distraer la atención.
1 Corintios 13:1-3 dice: “Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso”
Si nosotros, la Iglesia, deseamos verdaderamente la plenitud de su herencia en la que somos considerados hijos y mayordomos confiables, debemos establecer su amor como el fundamento de nuestros corazones. Anhelamos alcanzar y caminar en la herencia del Reino, porque enseñamos y hablamos acerca de ello como si ya fuera nuestro. ¡Nos pertenece! Pero somos los primeros en reconocer que nuestra herencia no es para obtener ganancias codiciosas. Es para que seamos victoriosos, no para atraer la atención hacia nosotros mismos.
Compartiendo para el beneficio de los demás
Nuestro Padre se deleita en bendecirnos más allá de nuestra imaginación. Sí, claro que hay recompensas, bendiciones y ganancias extras por ser herederos del Rey. Cuando el Espíritu del Señor nos llena, nos transforma. Pero nunca quiso que encerráramos la bendición, guardándola sólo para nosotros. Encontré que cuando me excito con algo hermoso y divertido o algo nuevo que funciona para mí de una manera especial, no puedo esperar para compartir la revelación con otros para que experimenten el mismo gozo. Eso es exactamente lo que quiere el Señor que hagamos con todo lo que nos entregó: ¡Compartir cada don y gozo que encontramos en Él! Ahora, no todos con quienes comparto mis anhelos se excitan con las mismas cosas que yo, pero siempre hay algunos que se deleitan conmigo. Y cuando me cruzo con ellos, ¡es un tiempo asombroso!
Lucas 4:18-19 dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor”. Esta Escritura habla de ser equipado por el Espíritu Santo para hacer algo que beneficiará a algún otro.
En el corazón del Padre debemos darnos cuenta que si debemos morir a nosotros mismos cada día, entonces debemos desear que la autoridad y el poder del Reino sean restaurados a la Iglesia, “no por lo que voy a recibir”, sino “por lo que puedo darle a otros”. Cuando comprendemos y aplicamos esto, allí se manifestará el Reino de Dios en la tierra a través de los creyentes: ¡nosotros!
No olvidemos que nuestros hermanos y hermanas, a quienes debemos preferir, no sólo son aquellos que amamos y queremos como amigos en nuestra vida. También son aquellas personas extrañas a nosotros, son los que amamos y los que no amamos, son aquellos que ven con gratitud nuestros sacrificios al preferirlos a ellos, así como aquellos que no nos lo agradecen.
“Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Juan 15:12-14)
“A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6-8)
Debemos funcionar verdaderamente como un cuerpo, el Cuerpo de Cristo. Cada miembro del Cuerpo fue creado único para que sea funcional y productivo en áreas donde otros miembros del cuerpo no tienen acceso. Considere esto: ¿Qué considera más importante, su pie o su mano? Aunque ambos tienen funciones y apariencias diferentes entre sí, tienen la misma importancia. El pie no puede suplir el rol de la mano ni la mano el del pie. De la misma manera, los miembros del Cuerpo de Cristo pueden verse totalmente diferentes entre sí y ejercer funciones completamente diferentes. Aún así, cada uno tiene igual importancia y cumple un llamado único que no puede realizar nadie más.
Cuando compartí esto con mi amiga y compañera ministerial Paige Norfleet, el Espíritu Santo le trajo rápidamente una revelación. No puedo pensar en una mejor manera de concluir este artículo que con la revelación que recibió Paige:
Él nos habló que “la trompeta emite un sonido claro y preciso”. El amor reflejará el sonido claro y preciso del Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario