jueves, 3 de julio de 2008



“Convencido de cosas mejores: Los hijos de la Luz deben responder ofreciendo esperanza y salvación”


Por Paul Keith Davis

¡Cosas mejores!
A través del Cuerpo de Cristo, muchos santos tuvieron que atravesar muchas circunstancias difíciles, pruebas y tribulaciones. Esto nos capacitó y prepare para cosas mejores en el horizonte.
En los últimos años, el Señor ha sido fiel entregando una palabra profética o una revelación a comienzos de cada año que provee el tema central para el resto del año. Fui bendecido y animado por la Escritura que me entregó el Señor durante la conferencia de Año Nuevo en Alberta, Canadá. Fue en Hebreos 6:9-10:
“En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación. Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo”.
Con toda claridad, existen múltiples aplicaciones para esta Escritura. Aún así, el contexto dentro del cual fue dada indicó que las cosas pueden ser mejores en el 2008 a lo que fueron en el 2007. Como lo profetizamos antes, este año debe ser simultáneamente de realización y de nuevos comienzos.
Existen “cosas mejores” que experimentaremos este año que sólo se incrementarán en la temporada siguiente. Esto no significa que debemos cerrar nuestros ojos ante las situaciones perturbadoras que existen en nuestra nación y el resto del mundo, además de la necesidad de arrepentimiento. En lugar de esto, se trata de darle esperanza y expectativa al pueblo de Dios, a los que permitieron que Su proceso de refinamiento siguiera su curso para emerger con una unción y autoridad significativa.
Levántate y resplandece
Mientras los tiempos de dificultad van en aumento por todo el mundo, la Iglesia será llamada más y más a proveer esperanza y respuestas que no se pueden llegar por medios naturales. Después de todo, ¡nuestro mensaje son las buenas nuevas! Tenemos el Evangelio de las buenas nuevas en la salvación provista por el Señor Jesús y Su gran sacrificio.
Somos la sal de la tierra y la luz de las naciones. Aunque están circulando muchas profecías de juicio, creemos que este será un tiempo significativo de avance y bendición para los justos, pero de juicio para los malvados. ¡Ese es el sistema de justicia de Dios!
Se define a la justicia como el acto de determinar los derechos asignando recompensas o castigos. Es el proceso de encontrar favor para una parte y disciplina para la otra. La Biblia resalta que la corrección y la justicia son los fundamentos de Su trono. Si sólo profetizamos juicios, estaríamos viendo un lado de la justicia.
Moviéndose hacia la madurez
Hebreos 6 es un llamado a la madurez. Vemos una progresión natural de crecimiento guiada por el derramar de Su Espíritu que produce dos resultados: La mayordomía fiel de la unción de Dios que lleva hacia la fructificación y una mayordomía injusta que produce cardos y espinas. Estamos persuadidos de “cosas mejores” para esta generación y una cosecha fructífera de obreros que serán utilizados notablemente en la gran cosecha… debemos pelear por esta realidad.
Un examen cuidadoso de la historia de la Iglesia revela muchos ministerios nobles que produjeron buen fruto de una manera consistente y también otros que se entregaron al espíritu de este mundo, resultando en engaños y caídas. Aunque el proceso de preparación fue intenso y doloroso, el resultado final será de vasos equipados para realizar la obra del ministerio y producir las cosas que acompañan a la salvación.
La salvación es el mayor don que Dios le entregó a la humanidad. Nos tomará toda la eternidad comprender a cabalidad qué significa ser parte de Cristo y co-herederos con Él. Aún así, la Biblia también nos muestra que hay muchos beneficios que acompañan la experiencia de la salvación.
El cielo en la tierra
Es maravilloso tener la expectativa que cuando nuestra vida en esta tierra termine, tendremos un nuevo comienzo con Él en los Cielos, pero también estamos descubriendo la posibilidad de traer una parte del Cielo hacia la tierra, manifestando Su Reino a la generación perdida.
David dijo esto en el Salmo 103:1-5:
“Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas”.
Entre Sus muchos beneficios, descubrimos la sanidad del cuerpo y el alma, junto a la esperanza y la expectativa de las bendiciones naturales y espirituales para satisfacer nuestros años en la tierra. Más aún, el Señor nos prometió ser un Padre para los huérfanos, un amigo fiel que entrega su vida por otros y Aquel que delega dones entre la humanidad.
Estamos esperando que cosas mejores ocurran en este tiempo, cosas que acompañan a la salvación. Tenemos esta expectativa, no porque califiquemos por nosotros mismos como lo afirma el apóstol Pablo. Calificamos por la provisión del Señor para nosotros.
2 Corintios 3:5-6 declara:
“No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios. Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida”.
El stress y la agitación en el mundo continuarán incrementándose en la medida que esta era presente se acerque a su final y el Reino del Señor se prepara para su manifestación. La confrontación entre la luz y las tinieblas irá en aumento. Aún así, los hijos de luz deben responder ofreciendo esperanza y salvación a través de la obra redentora del Señor.

Paul Keith y Wanda Davis

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