“Y el Señor se acordó”
Por Tiffany Ann Lewis
¿Siente como si su promesa siempre está dando vueltas alrededor suyo pero nunca llega a sus manos? Recibió palabra sobre palabra, promesa sobre promesa del Señor y sabe que su cumplimiento está a la vuelta de la esquina, pero es como si nunca llegara a la esquina. A nivel subconsciente siento esto, por eso el Señor me levantó una mañana con estas palabras de aliento: “Y el Señor se acordó”.
La primera vez que vi esta frase en la Biblia es en Génesis 8:1, mientras Noé y su tripulación estaban encerrados dentro del arca durante el diluvio. Mientras las aguas prevalecían sobre la tierra, el arca era sacudida para adelante y para atrás en medio de la tormenta. Día tras día esperaron para que la tierra se volviera a secar. Hablando de algo que estaba justo a la vuelta de la esquina.
“Y Dios se acordó…” (Génesis 8:1)
Esto no quiere decir que Dios se había olvidado, en lugar de eso, anuncia que el cumplimiento de su promesa finalmente está al alcance de la mano. En Hebreo, la palabra para recordar es Zakar (Strong AT 2142). Es un verbo o una palabra en acción que significa recordar algo, evocarlo o traerlo a la mente. Dios recordó el pacto previo que había hecho con Noé. Ahora era su turno para activar las promesas que le había hecho. Dios está a punto de actuar sobre su Palabra.
Note la referencia Escritural: 8:1. Ocho es el número de los nuevos comienzos, Noé y su tripulación estaban ante el umbral de un nuevo comienzo. Las lluvias habían cesado y la tormenta había pasado. El arca tocó tierra y las aguas comenzaron a descender, mostrando finalmente que la esquina estaba allí y que podían alcanzar la promesa. Pero espere, hay que esperar un poco más. Después de cuarenta días más, Noé abrió la ventana y envió un cuervo y una paloma (Génesis 8:6-8). El cuervo iba y venía como quería, pero la paloma volvió al arca porque no había otro lugar donde descansar sus pies. Esto le decía a Noé que no era el tiempo para dejar la seguridad del arca.
Amado, a menudo cuando sentimos como si estuviéramos “estancados dentro de nuestra arca”, realmente es Dios quien nos está guardando para protegernos de algo. Sabiamente, Noé esperó siete días más antes de enviar a la paloma por segunda vez (verso 10). Esta vez regresó con una rama de olivo fresco en su pico, señalando que la esquina estaba mucho más cerca, pero Noé esperó otros siete días antes de enviar a la paloma por tercera vez (verso 12). Esta vez la paloma no volvió y aún así, Noé esperó hasta oír al Señor hablándole para recibir la orden de abandonar el arca (verso 15). La paloma y el cuervo tienen un significado importante. Si seguimos el ejemplo del cuervo, volaremos en círculos, sin encontrar descanso para nuestra alma cansada. Sin embargo, la paloma, un símbolo del Espíritu Santo, nos guiará hacia toda verdad mientras esperamos en Él (Vea Juan 16:13.)
Dios nos ayuda a esperar
El problema que se levanta durante el proceso de espera es que nuestras mentes comienzan a vagar y podemos cruzar la puerta de la duda. Aún si somos cristianos entendidos en los tiempos, no quiere decir que seamos inmunes a las estrategias del diablo. Quizá no nos demos cuenta, pero es en esos tiempos donde somos más vulnerables que el diablo nos dice: “¿Con que Dios dijo…?” (Génesis 3:1b). Llene el espacio en blanco como quiera. ¿Qué fue lo que Dios le dijo? Podemos decepcionarnos mientras esperamos una y otra vez, como si Dios nunca fuera a actuar. Incluso comenzamos a preguntarnos si lo oímos correctamente.
La decepción es dolorosa y puede disparar emociones negativas como la duda, la preocupación y el temor.
Duda: “A mí no me pasa nada bueno”
Preocupación: “¿Qué pasaría si mi esquina nunca llega?”
Temor: “¿Dios se habrá olvidado de mí?”
Estos sentimientos sólo se pueden magnificar si vemos a otros ingresando en sus promesas mientras nos toca seguir esperando. A nivel consciente sabemos que Dios es fiel, pero en algún lugar profundo de nuestro subconsciente, se debe estar agitando una ola de duda. Estos pensamientos operan como la resaca que nos arrastra dentro del mar de la incertidumbre, mientras nos preguntamos si en algún momento volveríamos a pisar tierra firme.
La Biblia no nos dice que Noé experimentó alguno de estos sentimientos, pero la realidad es que muchos de nosotros sí lo hacemos. Quizá hoy usted se está sintiendo un poco desanimado durante la espera. Yo lo estaba y por eso el Señor me habló en un sueño y a través de una visión. Dios nos alienta a lo largo del camino, así como lo hizo con Noé. Tenía que esperar un largo tiempo, como nosotros, pero en cada escalón del camino, Dios le envió su aliento. La lluvia llegó a su fin, las aguas bajaron y la paloma retornó con una rama de olivo. ¡Dios lo ayudó a esperar! Necesitaba ser alentada con desesperación porque estaba comprando las mentiras que el diablo me tiraba. Estaba cada vez más débil y con dudas sobre la cercanía de la esquina, de repente, el Señor me tomó con firmeza por los hombros y me dijo: “Tiffany Ann, ¡quédate quieta! ...y reconoce que soy Dios”.
Citando mi artículo de Febrero en Monthly Manna 2008: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!” (Salmo 46:10). Se requiere de una fe que no tenemos para quedarnos quietos en medio de la tormenta y convencidos que Él no se olvidó de nosotros o de la promesa que nos hizo. Las tormentas vienen de diferentes formas como sacudones financieros, enfermedades, pesar, falla y aún la muerte. “… ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Corintios 15:55). Oh sí, hay vida después de la muerte, pero mientras tanto hay una vida que debemos vivir y el aguijón caliente del desánimo puede sacarnos de curso.
Está bien sentirse herido y desanimado, pero no podemos permitir que esos sentimientos nos hagan dar vueltas en círculos como el cuervo o terminaremos cansados física y espiritualmente. Si Jesús no me hubiera afirmado ese día, habría terminado con desánimo, duda y aún peor… espiritualmente me hubiera quedado en el mismo sitio donde estaba, sin avanzar hacia mi destino.
Dios no puede escapar a su fidelidad: Nos dio su Palabra
Creo que el Señor está tratando de llevarnos hacia un lugar donde podamos esperar sin preocupación, una clase de lugar de fe donde no tengamos que pelear con nuestros pensamientos y emociones todo el tiempo. Un lugar de paz donde podamos volar como la paloma sobre la inundación de nuestras vidas y hallar descanso mientras esperamos en Él, nuestra Arca. Esta espera es lo que nos llevará hacia el umbral de nuestro Génesis 8:1: “Entonces, Dios se acordó…”. Ese es nuestro nuevo comienzo donde veremos la manifestación del cumplimiento de las promesas de Dios.
Amado, las promesas de Dios se reciben en un lugar, la Tierra Prometida y es la fe de nuestro corazón la que nos lleva hacia allá. Nos golpea cuando vemos en Hebreos 3:19 que muchos no entraron en la Tierra Prometida por causa de su incredulidad. ¿Puede ver por qué Jesús trató este tema con sus discípulos una y otra vez? Los discípulos eran los creyentes, aún así, Jesús está tratando con sus creencias o con su falta de ellas. ¿Puede ver por qué le dijo a Pedro que oraría por su fe? ¿Puede ver por qué lo invitó a Tomás a tocar sus manos y su costado? ¿Puede ver por qué me entregó un sueño y una visión?
Nos alienta hoy, edificando y levantando nuestra fe. Amado, Dios quiere que confiemos en Él, tomándolo a Él y a su Palabra para poder entrar. Las palabras burlonas del Diablo: “¿Con que Dios dijo?”, ¡nunca deben tener poder sobre nosotros como creyentes! Dios no puede escapar a su fidelidad, su mismo carácter lo mueve a cumplir sus promesas. ¡Dio su Palabra!
“Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?” (Números 23:19)
Quizá usted está esperando en la promesa de la restauración de una relación, salud, felicidad, paz, gozo, amor o prosperidad financiera. Estos no son cuentos de hadas cristianos, son parte de la vida abundante que Jesús dijo que vino a dar. Dios es fiel. Quizá Dios le dijo que escribiera un libro, cantara una canción, comenzara una congregación, alimentara a los hambrientos o visitara a los abandonados. Pero cada paso que da en contra de las tinieblas lo lleva dos pasos para atrás con la misma frase: “¿Con que Dios dijo?”. No podemos permitirle que nos distraiga una vez más de lo que somos y a lo que fuimos llamados a ser por Dios. No debemos bajar los brazos. En la espera veremos el cumplimiento de las promesas de Dios. Estamos en el umbral, la esquina está realmente justo a la vuelta de la esquina.
Amado, nunca se olvide, Dios siempre recuerda y completará su destino en nuestra vida. ¡Amén!
“…pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán” (Isaías 40:31)
Tiffany Ann Lewis
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