jueves, 3 de julio de 2008


“El ejército de Dios movilizado: No existe una mayor aventura que la verdadera vida cristiana”



Rick Joyner

Un dicho popular dice: “¡Consíguete una vida!”. Se usa para responderle a aquellos que están tan atrapados en lo mundano que hasta lo insignificante se vuelve significativo para ellos. Queremos que estas series ayuden a todos los cristianos a vivir vidas significativas y dejar una huella de logros significativos. Utilizando términos bíblicos, es cumplir el mandato del Señor de llevar fruto y que éste permanezca (vea Juan 15:16).

En primer lugar, si su vida es aburrida, definitivamente no se encuentra en el lugar correcto. No existe nada más interesante que Dios y mantenerse cerca de Él. No existe una mayor aventura que la verdadera vida cristiana y no existe nada más aburrido que la religión. No existe nada más excitante que la verdadera vida Cristiana, pero tampoco existe nada más difícil de vivir en estos tiempos. ¡Esto no es para cobardes! Dios está movilizando un ejército de guerreros temerarios y resueltos. No serán controlados por los temores, sino por la fe. Además estarán consumidos por su misión.

Cuando Dios creó al hombre, le ordenó “fructificar y multiplicarse”. Entonces, existe una parte de nuestra misma naturaleza que anhela alcanzar grandes cosas para “multiplicarnos”. Este deseo no es orgullo o ambición egoísta, pero puede ser pervertido por ellas, aunque en realidad es nuestra naturaleza básica. Cuando fuimos redimidos por abrazar el sacrificio vicario de Jesús, este fue el comienzo de nuestra realineación con el propósito supremo de Dios. El llamado de cada cristiano es fructificar y multiplicarse. Esto es tan importante que el Señor establece en Juan 15 que cortará las ramas que no llevan fruto. Por lo tanto, tener una vida sin fruto no es una opción.

Desarrollando un ejército

Por eso nos estamos movilizando. Cuando moviliza un ejército, comienza el entrenamiento que lo llevará a edificar un ejército efectivo que pueda alcanzar los objetivos. Como vimos antes, una de las condiciones más básicas para integrar el ejército del Señor es ser capaz de oír Sus mandamientos y obedecerlos. Conocer Su voz es básico y aunque este parece ser el propósito final para muchos cristianos, es sólo el comienzo de nuestro entrenamiento. No podemos ir más lejos sin esta habilidad, pero debemos ir más lejos una vez que la tenemos.

Las cuatro etapas del desarrollo de un ejército son:

1) Movilización


2) Entrenamiento


3) Equipamiento


4) Despliegue

Movilizarse dentro del ejército de Dios y encontrar nuestro lugar correcto en Su Cuerpo no es la meta, pero es necesario tener una meta antes de seguir avanzando. Además existe un factor de ritmo para esto. Cuando estaba en la Marina, después de pasar el entrenamiento básico, me enviaron a varias escuelas para recibir un entrenamiento más avanzado antes de asignarme a un escuadrón y formar parte de una flota. Este es el propósito por el cual somos trasladados de una congregación a otra. Cada congregación puede especializarse en algo que necesitamos para nuestro entrenamiento, pero finalmente tendremos una asignación especial permanente que puede ser la congregación a la cual asistiremos por el resto de nuestra vida. Aún así, siempre debemos estar listos para que el Espíritu Santo nos ubique en el lugar del Cuerpo que le plazca.

Por supuesto, uno de los mayores problemas que tenemos ahora en el Cuerpo es que muchos cristianos no tienen una congregación vital y eso detiene su desarrollo. Podemos decir mucho de esto, como lo hicimos en el pasado, pero ahora nos enfocaremos en aquellos que se están movilizando y están en el lugar correcto o van a hacia allí.

También debemos tener en mente que el ejército se está movilizando porque se está desarrollando una guerra desesperada. No sabemos cuántas salvaciones dependen de nuestra obediencia, pero aún si fuimos llamados a desarrollar los ministerios de ayuda más ocultos, también habrá muchas almas que dependen de nosotros. ¿Cómo podría descansar semejante responsabilidad sobre nosotros? Esa es la naturaleza del llamado de Dios. Piense acerca de las consecuencias de la obediencia de Adán hacia la desobediencia. Podemos llegar a pensar que esto no es malo porque Adán no pidió que se lo colocara en una posición donde sus acciones pudieran afectar a billones de personas. Aún así, recibió la autoridad sobre toda la tierra, pero junto con esa autoridad viene la responsabilidad.

La enseñanza clara de la Escritura es que todo lo que hacemos afectará a muchos otros. ¡La respuesta para esto es la obediencia! No fuimos llamados sólo para ser salvos e ir al Cielo, fuimos comprados por un precio y ya no somos dueños de nosotros mismos. Somos soldados, nos guste o no. Podemos rechazar nuestros llamados y enterrar los talentos que nos fueron confiados, pero si lo hacemos, podemos estar seguros que en el día del gran juicio oiremos: “Siervo malo y perezoso” (Mateo 25:26).

Si abrazamos la cruz, la expiación de la cruz de Jesús, ya no tenemos derecho a hacer lo que queramos. Tenemos un llamado, una misión y un propósito que nadie más en la tierra está equipado como nosotros para cumplir. Aunque podemos rechazar nuestro llamado y éste pasará a otro. Vemos un patrón acerca de esto en la Escritura, pero estoy seguro que nadie lo suficientemente serio que lea esto tiene esa intención.

Fuimos reclutados en un ejército porque se está peleando una Guerra desesperada. No existe ninguna duda acerca del resultado final de esta guerra, pero hay mucho que decidir acerca de lo que haremos en la Guerra y cómo alcanzaremos a las naciones o a las personas que estamos llamados a defender y rescatar. La manera correcta de analizar esto no es con temor, sino como una oportunidad. Puede ser usado para liberar a muchos de sus ataduras, quizá a naciones enteras. Quizá no fue llamado a estar en el frente de batalla, sino a permanecer con el equipaje. Aún así, recibirá una gran recompensa por hacer su parte.

En artículos futuros, comenzaremos a analizar algunos principios serios pero excitantes acerca de la guerra en sí misma. Esto es parte de nuestro entrenamiento. Este es un ejército de luz y el Señor quiere que cada soldado camine en la luz, conociendo hacia dónde se dirige y a qué fue llamado. Marcharemos hacia la batalla y podemos contar con que habrá conflictos, pero también debemos estar seguros que esta será la aventura más satisfactoria de la cual participamos alguna vez.

Rick Joyner

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