martes, 28 de octubre de 2008

“Movilizando el Ejército de Dios: Levantando una fuerza efectiva”

 

Por Rick Joyner

clip_image002Mientras consideramos la unción para la movilización, debemos comprender cómo se aplica esto a los números. Juan el Bautista tenía una unción para llamar y preparar a Judea para el Señor. Sin embargo, la mayoría no comienza con la habilidad para llamar a un gran número. El ministerio de Juan tampoco fue muy popular al principio. Usualmente debemos aprender a ser fieles en lo poco antes de recibir una mayor autoridad.

Las grandes Iglesias, ministerios y movimientos en el mundo, comenzaron reuniendo una docena de personas, casi siempre para orar. Si tenemos la unción para movilizar, también comenzaremos con un grupo pequeño. Dependiendo de nuestra fidelidad hacia los grupos pequeños, determinará cuánta autoridad podrá entregarnos el Señor, la cual se irá incrementando. Digo que esto es “casi siempre” así porque el Señor es soberano y no siempre lo hace de esta manera, pero usualmente es así.

En todo tiempo siempre hay gente que tiene unción pra movilizar pequeños grupos, otros para movilizar cientos, otros para miles o aún más. Si reconociéramos esto en nosotros o en otros, salvaríamos a muchos de la frustración y los errores que dispersaron al pueblo en vez de movilizarlos. Si Dios lo llamó a ser pastor de trescientos, podrá utilizar toda clase de promociones para edificar una congregación mayor, pero las cosas sucederán y terminará teniendo trescientos. Lo inverso también es cierto. Si fue llamado a liderar quinientos, aunque se divida su iglesia y sufra otros problemas que puedan afectar temporalmente a su congregación, terminará con quinientos.

Por lo tanto, si fuimos llamados a esa clase de liderazgo, necesitamos comprender lo que el Señor nos llamó a hacer y contentarnos con eso, determinándonos a hacer lo mejor que podamos donde sea que nos ubique. Si somos fieles en lo poco, en el tiempo indicado Él nos dará una mayor autoridad. Debemos asegurarnos que Él nos está promoviendo y no promovernos a nosotros mismos. Influenciar a aquellos a quienes Dios no nos llamó a tener, siempre nos traerá problemas que cualquier persona inteligente desea evitar a cualquier costo. El punto es la obediencia. Es mucho mejor ser un teniente brillante y efectivo que un general incompetente.

Una de nuestras misiones es organizar conferencias y pudimos aprender cómo esto se aplica a nosotros. Muchas de nuestras conferencias son destinadas a equipar a las personas en ministerios específicos o en los dones del Espíritu. Aprendimos a organizar conferencias y pudimos reunir a muchos miles antes, pero vimos que en las conferencias de equipamiento, trabajar con menos es mejor. Nuestra meta no es sólo reunir grupos pequeños, sino poder ver cómo cada persona es transformada, impactada y enviada como un obrero o mensajero de Cristo, mucho más poderoso que al llegar. Sin embargo, con algunas de nuestras conferencias, especialmente aquellas dedicadas a promover el intercambio en el Cuerpo de Cristo y con un enfoque general en las misiones y el evangelismo, es mejor cuando mayor es el número.

El punto que deseo tratar en este artículo es poder considerar algunos de los errores trágicos cometidos por el liderazgo cristiano.

Uno: movilizar al pueblo de Dios una y otra vez por propósitos que no fueron ordenados por Él.

Dos: movilizarlos por una causa correcta, pero hacerlo con un espíritu equivocado.

Tres: ver la movilización como una meta, en lugar de usarla para comenzar a entrenar, equipar y desplegar al pueblo para derribar las fortalezas del enemigo.

Todo esto nos llevó a muchos engaños y produjo un gran desaliento que nos llevó a perder el coraje, el combustible esencial para cualquier ejército exitoso.

Reunir grandes grupos de personas no es difícil con las técnicas de promoción adecuadas. Por esta razón desde hace mucho tiempo dejé de sorprenderme por el tamaño de las Iglesias, misiones y ministerios. El punto real es el fruto. Puede tener un gran grupo de apoyo, pero son personas con un bajo impacto que no está afectando mucho más que un grupo pequeño. Nuestra meta para la movilización debe ser levantar una fuerza efectiva para el Evangelio y la predicación del Reino de Dios.

Necesitamos seguir a aquellos que están preparando, equipando y liderando efectivamente a los que congregaron. Existen algunos grupos y congregaciones grandes que están haciendo esto, pero son raros. En Hechos 19, podemos ver que la gente estaba en confusión porque no sabían la razón por la cual estaban reunidos. Reunirse sin un propósito claro, usualmente resulta en la confusión del pueblo.


Visiones sobre reunir la Iglesia

Se estima que la mayoría de los cristianos en USA no persevera en una iglesia local. Esto es una tragedia, pero antes de ir a buscarlos para traerlos de vuelta a una relación con una iglesia vital, quizá necesitemos analizar nuestra propia iglesia. Si más de la mitad de los cristianos no encuentran un hogar en la iglesia, ¿sería posible que más de la mitad de las Iglesias se apartaron en algún grado del mandato básico que Cristo les entregó? Existen muchas razones por las cuales los cristianos dejan de congregarse en una Iglesia local, quizá ninguna de ellas sea válida, pero debemos aceptar ampliamente que gran parte de la Iglesia se apartó del liderazgo de Cristo y la gente lo sabe.

Congregar al pueblo de Dios es importante, pero también es una gran responsabilidad. Siempre debemos tener en mente que estos son Sus hijos e hijas.

Si se están congregando con nosotros, no es por causa nuestra y si somos todo lo que obtienen, pronto nos abandonarán. Congregarse no es sino el primer paso. La Iglesia nunca fue creada sólo para ser un gran corral de ovejas donde la gente se congrega y se les arroja algo de comida un par de veces a la semana. Alimentar al pueblo de Dios es un gran propósito, pero liderarlos implica mucho más que predicarles. El verdadero ministerio del Nuevo Testamento equipa a Su pueblo. Por eso la Iglesia del futuro se verá cada vez más como el ejército que está llamada a ser. Se está manifestando una gran claridad en el propósito y junto con él, un gran coraje.

Una de las razones por la que me enfoco en el tema de la movilización este año, es porque viene una gran movilización del pueblo de Dios. Por más de veinte años pude ver en muchas visiones, aún a pequeñas congregaciones de pueblo tan repletas de gente que los equipos de sonido debían ubicarse fuera del templo por causa de la multitud. Pude ver que ocurría por todo el país. En las ciudades, las Iglesias rentaban estadios para contener a las multitudes. Al mismo tiempo, había un gran mover desde cientos a miles de grupos en los hogares que ayudaban a equipar a estas multitudes, encontrar sus llamados y dones del Espíritu, para ubicarlos en su lugar dentro del Cuerpo de Cristo.

Estas no son sólo multitudes y números, son individuos, hijos e hijas de Dios mismo. Manejar algo de esta magnitud en la Iglesia está más allá de cualquier organización o habilidad humana. El Señor será la cabeza de Su Cuerpo y actualmente sostiene el universo con Su Palabra. Él puede hacer esto. Pero ahora es el tiempo de prepararnos para esto, aprendiendo a habitar en Él.

“Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán” (Salmo 32:6).

Los tontos quieren esperar hasta que surja el avivamiento para prepararse. Los sabios nunca pierden su tiempo. Los sabios también saben que si algo sucede demasiado rápido o demasiado fácil, es porque carece de significado. Si se retrasa, es porque el Señor nos está dando más tiempo y lo necesitamos.

Rick Joyner

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