miércoles, 15 de octubre de 2008

“Un Dios celoso: Su deseo es amarnos y protegernos a lo largo de la vida”

 

Por Francis Frangipane

clip_image001¿Alguna vez sintió resistencia espiritual, como si algún poder mucho mayor que usted se opusiera deliberadamente ante su éxito? A menudo asumimos que es el diablo peleando en contra de nosotros. Permítame sugerirle que en algunas ocasiones, aquello que está delante de su camino puede no ser el enemigo, sino el celo de Dios.

¿El Todopoderoso nos cela? Sí. A menudo el Señor se describe asimismo en la Biblia como “un Dios celoso” (Éxodo 20:5, 34:14; Deuteronomio 4:24, 5:9, etc). Debemos esperar que sea celoso porque fuimos creados para agradarlo. Mientras Su amor protector y proveedor nos acepta como somos, llega el momento cuando Él comienza a confrontar los dioses falsos y los ídolos que gobiernan en nuestros corazones. De hecho, nada que impida el acceso total del Señor a nuestras almas puede permanecer en pie dentro nosotros, porque se transformará en Su enemigo.

La revelación en la que Su celo peleará en contra de nuestros ídolos puede ser aterradora si amamos el pecado, pero también puede ser liberadora si deseamos tener intimidad con Él. No nos permitirá alcanzar la realización en nada que esté fuera de Él.

Vea Su mandamiento en Éxodo: “Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa. Derriba sus altares, y haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá. No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso” (Éxodo 34:12-14).

Escuchemos el corazón de Dios con temor reverente. El mismo nombre del Señor es “Celo”. Esto es clave en Su naturaleza. De hecho, es una abominación que los dioses falsos puedan ocupar nuestros corazones porque somos templo de Dios.

Una tierra de ídolos

Israel cometió muchos pecados, pero el peor fue involucrarse en la adoración de ídolos (idolatría), más allá de todos los demás, sometía a prueba el corazón de Dios. ¿Cómo se relaciona esto con nosotros? Podemos pensar que no tenemos dioses ajenos en nuestra sociedad. Pero sí los tenemos. Aunque usualmente no están en nuestras plazas, lo ídolos en nuestra tierra nos demandan lo mismo. De hecho, nuestra nación está llena de dioses falsos que influencian tanto nuestras acciones como nuestros pensamientos. Como fuimos creados para adorar a Dios enfocados en la pureza, Él debe confrontar los ídolos en nuestros corazones. Desde Su punto de vista, la idolatría es infidelidad.

Recordemos la palabra del Señor: “Nadie puede servir a dos señores”. Uno de nuestros ídolos más dominantes en nuestra cultura es la obsesión por las riquezas. Aún cuando nuestra moneda dice: “En Dios confiamos”, descansamos más en el dólar que en Dios. De hecho, mientras billones en el mundo se mueren de hambre, somos adictos a gastar nuestras riquezas de una manera egoísta, sólo en nosotros mismos.

Jesús dijo en Mateo 6:24: “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”. Dios y no el dinero, debe ser nuestro Señor. Si diezmamos, le damos a los pobres y no permitimos que el dinero nos gobierne, ciertamente las riquezas serán nuestro siervo y una bendición para nosotros y para los demás. Pero si permitimos que las riquezas nos gobiernen, mamón puede llegar a ser un dios falso que añadirá stress y codicia a nuestra existencia. Recuerde: Jesús no dijo que no debíamos tener dinero, sino que no debíamos servir al dinero. La voz de mamón debe acallarse si el Señor es nuestro Amo.

Desposados con un Señor

Considere la influencia poderosa que tienen el entretenimiento, los deportes, la moda y la búsqueda del éxito y el materialismo sobre la sociedad Americana. Si el Señor tiene que competir con nuestras pasiones, entonces estamos levantando ídolos en nuestros corazones. El temor también es un ídolo poderoso que gobierna muchas almas, especialmente durante estos tiempos.

Debemos ver el celo de Dios como Su deseo de amarnos y protegernos en la vida. Él no es afectado por las tinieblas, los elementos malvados que contiene el celo humano. Pero aún con nuestro entendimiento finito, sabemos que el celo es una respuesta a la infidelidad de alguien amado. Cuando surge el celo, fácilmente puede transformarse en un fuego consumidor. Si esto le sucedió a usted, entonces sabrá cuánto le afecta nuestra infidelidad al corazón del Señor. Ciertamente, Pablo estaba pensando acerca de esto cuando escribió: “El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura” (2 Corintios 11:2).

Santiago 4:5 dice: “¿O creen que la Escritura dice en vano que Dios ama celosamente al espíritu que hizo morar en nosotros?”. También dice: “¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios” (Santiago 4:4).

El celo del Señor desea nuestro espíritu, nos llama a ser uno con Él, donde viviremos con temor y radiantes como Su esposa en la tierra. A veces, cuando busco al Señor, lo llamo por uno de sus nombres “celoso”. Tiene un efecto profundo en mi corazón. Sé que Él me conoce y me ama. Mientras me rindo a Él, realmente puedo entrar profundamente en las cámaras de Su amor. Aunque debo buscar otras cosas a expensas de mi tiempo con Él, aún mientras escribo esto, siento el fuego de Su celo. Me siento quebrantado y eso me capacita para avanzar con éxito solamente hacia Él.

El ídolo de la inmoralidad lasciva

Discutimos al ídolo mamón y mencionamos otros ídolos como el temor y la mundanalidad. Pero permítame hablar cándidamente acerca de otro falso dios: el ídolo poderoso de la sexualidad desenfrenada.

Recuerde, anteriormente leímos en Éxodo 34 que el Señor ordenó cortar los ídolos de Asera. Esta era la diosa de la fertilidad, adorada por las antiguas naciones paganas que rodeaban a Israel. Eran demonios que infectaron la sexualidad humana y la pervirtieron hasta que hoy el sexo llegó a ser un objeto central de adoración.

Quizá hoy en América no tengamos el culto a Asera o los palos de la fertilidad en las esquinas de las calles, pero ciertamente la realidad de la sexualidad humana está siendo sometida por las tinieblas. La sexualidad es el cebo para vender una miríada de productos que en sí mismos, no tienen nada que ver con el sexo. Es el poder demoníaco que está corrompiendo a millones de personas en nuestro mundo.

Permítame ser muy llano: Si está viendo películas u otra clase de medios que glorifiquen la lascivia o la sexualidad pervertida, está sirviendo a un ídolo demoníaco. Amigos, no se comprometan con los programas de entretenimiento inmorales. No se comprometan con la sensualidad que surge de las industrias de la moda y la música. Póngale un filtro a su Internet para que no lo sorprendan. Tome el control sobre las películas en los canales de cable que llevan la inmoralidad hacia su casa. Una cosa lleva a la otra y pronto se encontrará bajo el poder de una influencia corruptora y adictiva que literalmente consumirá su alma.

El Señor creó la sexualidad con el propósito de la reproducción natural. La reproducción es el diseño de Dios, pero satán manipuló el propósito de Dios para atar a la gente a su identidad carnal. Una vez que somos atados, nos encontramos atrapados en un hambre irresistible, insaciable y cada vez más creciente por las formas más perversas de sexualidad, ninguna de ellas persigue el propósito de la reproducción o la realización del matrimonio.

Amado, no tolere las puertas abiertas a la obscenidad inmoral. Capture las primeras inclinaciones hacia la sensualidad, porque ella lo guiará hacia la seducción y muchas vidas fueron destruidas por este ídolo. Si cae, arrepiéntase y vuelva a levantarse (vea Miqueas 7:7-8). Recuerde, Dios quiere que destruya al ídolo de la lascivia sexual y no que este lo destruya a usted. ¡Debe ser agresivo y pelear firmemente en su contra!

Antes de orar, hagamos un repaso: Dios desea celosamente su corazón. Él siempre está buscando gente que le sea fiel en su espíritu. También nos llama a derribar y destruir los ídolos que ejercen influencia sobre nosotros.

Oremos: “Señor Jesús, someto mi corazón a Ti. Quiero un corazón libre de ídolos, libre de dioses falsos, libre de señores demoníacos. Padre, me arrepiento por permitir a los ídolos en mi corazón. En el nombre de Jesús, tomo autoridad sobre todo espíritu inmundo que ganó acceso sobre mi vida a través de mi compromiso. Señor, quiero que seas el único que se sienta en el templo de mi corazón”.

Francis Frangipane

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