lunes, 18 de diciembre de 2017

“Contienda hasta que se manifieste la apertura”


Por Karen Hardin

Dondequiera que vaya encuentro una confirmación para la palabra que se estuvo entregando en este tiempo sobre la doble bendición. Mi esposo y yo hemos visto esta confirmación y la continuamos observando. Este año de apertura no ha sido fácil. ¿Alguien más por ahí se siente así? Yo sé que no soy la única. Creo que esto se debe a que hay una segunda parte para la palabra apertura que es “¡contender!”.

Es tiempo para contender
Recientemente hablaba con mi amiga Kim Potter. Me había enviado varios mensajes de texto para decirme que el Señor la impulsó a orar por mí varias veces. Había una razón. En los últimos dos meses se abrieron algunas puertas increíbles, aun cuando enfrentaba batallas tremendas. Recientemente pude hablar ante las Naciones Unidas. También recibí una invitación para el Desayuno Nacional de Oración. Este año se abrieron las puertas dentro del área de gobierno y estaba asombrada. Sin embargo, aunque veía apertura en un área, como dueña de una pequeña empresa enfrentaba golpe tras golpe. Una reparación inesperada. Me cayeron impuestos inesperados. Muchos clientes que estaban listos para firmar un contrato, repentinamente tuvieron que retrasar el proyecto. Cada cliente que abonaba un adelanto mensual, tuvo que dejar de hacerlo debido a sus propios desafíos. Todos y cada uno.

Justo cuando parecía que la apertura se asomaba en el horizonte, se volvió a retrasar. En medio de puertas abiertas increíbles, el gigante del retraso parecía ganar altura todo el tiempo. ¿Cuál es el gigante que se burla de usted? Está a punto de ser derribado.

“Incluso luego de este año de conflictos, cada día me despertaba con la expectativa que ese sería el día de la apertura. No lo dejaría ir. Cuando nos negamos a dejarlo ir, veremos la apertura porque Dios determina las aperturas”

Mientras Kim y yo comparábamos notas, reconocimos que mientras ambas estábamos experimentando una tremenda apertura este año, ¡había otras áreas donde aún no veíamos absolutamente nada! Ni siquiera una pizca. Si este es el año de la doble bendición (y lo es), ¿entonces por qué no estamos caminando en ella? Mientras hablábamos, Kim me dijo: “Creo que debemos contender por ella”. No fue solo un comentario, era una palabra ungida y ambas sentimos lo mismo: Esta es una palabra para todos nosotros. Las bendiciones y la apertura están absolutamente disponibles en este tiempo. Pero podemos estar en medio de la bendición y verla pasar a nuestro lado. ¿Por qué? Porque debemos contender por la promesa. Algunas bendiciones solo caen en nuestro regazo pero otras, usualmente las más grandes, requieren que peleemos por ellas.

Los israelitas recibieron la Tierra Prometida, pero tuvieron que tomarla. Tuvieron que “contender” por ella. Caleb comprendió ese principio. Entendió que la Tierra Prometida era su herencia… se la habían entregado, pero igual tuvo que tomarla. Josué 14:12-13 dice: “Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión. Desde ese día, tú bien sabes que los anaquitas habitan allí, y que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del Señor los expulsaré de ese territorio, tal como él ha prometido. Entonces Josué bendijo a Caleb y le dio por herencia el territorio de Hebrón”.

Nuestra herencia es la apertura y la doble porción
La palabra de apertura y la doble porción son nuestra herencia. Es nuestra. Aun así, no se manifestará sin pelear. Se ganará primero en oración y luego por la acción. Mientras consideraba el pasado, cada milagro importante que experimenté en mi vida vino luego de contender por él. Hay algunas promesas y bendiciones que vienen a nuestras vidas con facilidad. Pero hay otras que solo se manifestarán cuando nos paramos y declaramos: “No te dejaré hasta que me bendigas”. ¿Comprende ese principio? Jacob lo entendió. Peleó con el ángel y se negó a dejarlo ir hasta recibir una bendición y una apertura. ¿Cómo podía Jacob ser tan osado? Porque necesitaba un milagro y no se conformaría con menos.

Génesis 32:22-31 dice: “Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, a sus dos esclavas y a sus once hijos, y cruzó el vado del río Jaboc. Una vez que lo habían cruzado, hizo pasar también todas sus posesiones, quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer. Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y ésta se le dislocó mientras luchaban. Entonces el hombre le dijo: ¡Suéltame, que ya está por amanecer! ¡No te soltaré hasta que me bendigas!, respondió Jacob”.

“¿Cómo te llamas?, le preguntó el hombre. Me llamo Jacob, respondió. Entonces el hombre le dijo: Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Y tú, ¿cómo te llamas?, le preguntó Jacob. ¿Por qué preguntas cómo me llamo?, le respondió el hombre. Y en ese mismo lugar lo bendijo. Jacob llamó a ese lugar Penuel, porque dijo: He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida. Cruzaba Jacob por el lugar llamado Penuel, cuando salió el sol. A causa de su cadera dislocada iba rengueando”.

Entonces lo bendijo ahí
Jacob contendió por un milagro porque estaba desesperado. Mientras contendía por esa bendición ganó algo más: Fue transformado y fortalecido. En ese encuentro, el Señor cambió su nombre por Israel que significa “contender y prevalecer”. ¿Necesita una bendición hoy? ¿Estuvo esperando y observando mientras otros recibían su bendición? ¿Le preguntó al Señor dónde está la suya? ¿Asistió a reuniones donde todos parecían recibir una palabra y usted parecía quedarse con las manos vacías o donde otros recibieron una promoción mientras usted parecía invisible? ¿Sintió que sus oraciones al Cielo rebotaban contra el techo? No se detenga, siga contendiendo.

Los tiempos están cambiando. En este tiempo debemos entender cómo contender por lo que el Señor nos prometió, porque viene una estación donde la provisión seguirá allí, pero no de la manera como solíamos estar acostumbrados. El cheque mensual puede desaparecer, como mis clientes que pagaban mensualmente y desaparecieron, pero repentinamente mi habilidad para pagar las facturas tuvo que cambiar. Mientras le preguntaba al Señor sobre este tiempo extraño, sentí que este no solo era un desafío que estaba enfrentando. Era un mensaje sobre las cosas por venir. Las cosas están cambiando. Debemos aprender a caminar confiando en el Señor por su provisión como nunca antes.

Aprendiendo a confiar en el Señor por su provisión como nunca antes
Esta no es una palabra temerosa, es una palabra de conocimiento. Permítame decirle que aun en el desierto hubo provisión completa. Es un lugar de crecimiento y un lugar donde aprender a confiar y a contender. ¿Qué significa esto? En idioma griego significa “involucrarse en una contienda” o “luchar por el dominio”. Sostener las promesas de Dios es una batalla donde satanás hará todo lo que esté en su poder para impedirnos acceder a la herencia: Las promesas de Dios. ¿Su herencia se retrasó o fue robada? Pelee por ella.

¿Dónde hay un área de pérdida en su vida? Esto no es lo que Dios le prometió. Contienda por la Tierra Prometida. Es suya, pero debe tomarla. Incluso luego de este año de grandes dificultades, cada día me desperté con la expectativa que ese sería el día de mi apertura. No la estoy dejando ir. Cuando nos resistimos a dejarla ir, veremos la apertura porque Dios es nuestra apertura. 

“No fue solo un comentario, fue una palabra ungida. Ambas sentimos lo mismo, es una palabra para todos nosotros”

Impartición para la victoria
Para aquellos que están en el terreno de la espera, esta situación no será para siempre. Mañana puede ocurrir ese punto de quiebre. No deje de contender. No mucho después que Kim y yo colgamos el teléfono, luego de meses de contienda, mi situación se encontró con un punto de quiebre. Antes que terminara ese día, uno de mis clientes me llamó para ser reincorporado, recibí el financiamiento para un viaje ministerial desde una fuente inesperada y un cliente me envió un nuevo proyecto fuera del plan. Todo puede cambiar en un día, no abandone. ¿Esto significa que terminó la batalla? Difícilmente. Debemos reconocer que mientras estemos en la tierra, la contienda no terminará. Debemos contender por las promesas del Señor en nuestra vida, para nuestras familias y para nuestra nación.

Cinco pasos importantes:
1. Limpie la casa. Preséntese ante el Señor y asegúrese que no hay nada que se interponga en el camino hacia su apertura. La falta de perdón, las ofensas y el pecado pueden retener las bendiciones.

Mateo 5:23-24 dice: “Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda”.

2. Siga ofrendando. Durante este tiempo, mi esposo y yo no solo seguimos diezmando, perseveramos (contendiendo) en dar los primeros frutos en su calendario y no en el nuestro. Llevamos al Señor hacia su palabra, donde establece: “Ustedes, la nación entera, están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando. Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto, dice el Señor Todopoderoso, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. Exterminaré a la langosta, para que no arruine sus cultivos y las vides en los campos no pierdan su fruto, dice el Señor Todopoderoso” (Malaquías 3:9-11).

3. Escuche. Es importante pasar tiempo oyendo al Señor, no solo orando. Pase tiempo en su presencia para ver qué quiere compartir con usted y escríbalo. Podemos perder un momento cuando no oímos o cuando no tomamos el tiempo para escribirlo y preservar lo que Dios nos está diciendo (ver Jeremías 33:3).

4. Encuentre su promesa. Tenemos todo un libro lleno de promesas. Permita que el Espíritu Santo ilumine su Palabra para nosotros hoy y la promesa que el Señor nos está entregando en este tiempo. Siéntese y lea la Palabra hasta percibir que el Espíritu agita algo en su corazón mientras le habla y le imparte vida. Mientras las confiesa, renovará su fe y pondrá en movimiento la misma provisión que está gestando dentro de esa Palabra. 

5. Contienda. No se detenga. Esto es así. No debemos detenernos hasta ver la bendición. Como Jacob, peleamos y no dejaremos de hacerlo hasta que se manifieste. El rabino del primer siglo Honi, que Mark Batterson describe en su libro “The Circle Maker”, contendió durante una sequía devastadora. Caminó en público, tomó a sus discípulos y dibujó un círculo a su alrededor, mientras declaraba: “No me muevo de acá hasta que Dios haga llover”. Honi no se movió más allá del círculo hasta que comenzó a llover fuerte. Se determinó a contender.

Cuando comenzamos a ver la apertura, no debemos dejar de contender. Quizá haya comenzado a llover, pero no se detenga solo ante unas gotas, ore por el diluvio que Dios prometió. Estamos en tiempos interesantes. Nunca antes vimos algo parecido. Veremos milagros asombrosos y provisión, mientas al mismo tiempo estaremos en una de las batallas más severas que hayamos enfrentado. Ambas ocurrirán al mismo tiempo. Es vital que ahora aprendamos cómo contender por la provisión para los días que vendrán.

Si está desanimado y debilitado hoy porque tuvo un año difícil y enfrentó un gigante que se burlaba de usted, hoy le digo y declaro sobre su vida el clamor de victoria en la batalla: “¡Contienda!”. La batalla es nuestra si contendemos hasta que se manifieste.

Karen Hardin

(www.elijahlist.com)

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