Por Elaine Tavolacci
El Señor dice: “Les daré un ‘anticipo de lo que viene’ a mis profetas, mis videntes y a los que tienen dones proféticos”.
Un preestreno es una muestra especial de algo como una película, una obra de teatro o un producto, antes de estar disponible para el público en general. El Señor les estuvo mostrando a sus profetas que estamos al borde de un derramamiento poderoso del Espíritu Santo. El río en el que estamos a punto de adentrarnos, es más profundo de lo que jamás hemos conocido. Recibiremos palabras extremas para un tiempo extremo.
Encuentros y visiones espirituales extraordinarias
El Espíritu Santo les está dando visiones a algunos creyentes, mientras que otros están recibiendo encuentros espirituales como los que recibieron los profetas de la antigüedad. Uno de estos profetas fue Ezequiel. El Señor usó a Ezequiel de una manera inusual, dándole visiones, transportándolo y en otros encuentros. Fue llamado a juzgar, reprender y llamar al pueblo de Dios al arrepentimiento.
En Ezequiel 1, vio los cielos abiertos y visiones de Dios. Luego vio un torbellino “... Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor” (verso 4). De ella irradiaba una luz brillante que parecía de color ámbar, brillando en medio del fuego.
Vio cuatro criaturas vivientes con apariencia de hombre. Cada una de ellas tenía cuatro caras y cuatro alas. Sus piernas eran rectas, sus pies eran como los de un ternero, y “... centelleaban a manera de bronce muy bruñido” (verso 7). Ezequiel describió esta experiencia fenomenal cuando el Señor le abrió los ojos en la dimensión de los videntes.
Vamos a experimentar encuentros espirituales extraordinarios en los días venideros. Cada creyente aprenderá el lenguaje único del Espíritu Santo y las formas específicas en que Él nos habla individualmente, como Cuerpo.
La fe que mueve montañas y el poder creativo de nuestras palabras
En Ezequiel 37, el Señor lo transportó en el espíritu y le mostró un valle de huesos secos. Se le dijo que les profetizara a los huesos secos porque volverían a la vida. Cuando Ezequiel profetizó, se oyó un ruido de traqueteo; los huesos se juntaron, y les salieron tendones y carne, pero no había aliento. Entonces el Señor dijo: “Espíritu, ven de los cuatro vientos (el ruaj), y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (verso 10). Del mismo modo, pronto descubriremos la autoridad y el poder creativo de nuestras palabras.
Ezequiel 37:3-6: “Y me dijo: ‘Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?’. Y yo le contesté: ‘Señor omnipotente, tú lo sabes’. Entonces me dijo: ‘Profetiza sobre estos huesos, y diles: ¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Así dice el Señor omnipotente a estos huesos: ‘Yo les daré aliento de vida, y ustedes volverán a vivir. Les pondré tendones, haré que les salga carne, y los cubriré de piel; les daré aliento de vida, y así revivirán. Entonces sabrán que yo soy el Señor’”.
Jesús nos entregó autoridad para llamar a las cosas a la existencia, según el Espíritu Santo nos dirija. Algunos de ustedes están a punto de recibir una fe que mueve montañas, tal y como enseñó Jesús: “Les aseguro que si alguno le dice a este monte: ‘Quítate de ahí y tírate al mar’, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice sucederá, lo obtendrá” (Marcos 11:23). Algunos de ustedes comenzarán a hablarles a las cosas que son imposibles o inamovibles en lo natural, y verán la intervención divina del Señor.
La abundancia de lluvia, el río sanador y los cuatro seres vivientes
En Ezequiel 47, el Señor llevó a Ezequiel de vuelta a la puerta del templo y le mostró el agua que fluía por debajo del umbral. El agua entraba por todos lados. Continúa diciendo que había un hombre (representando a Jesús) que medía la profundidad de las aguas que iban desde los tobillos, hasta un enorme río que no podía cruzarse en lo natural. Dondequiera que este río fluyera traía vida. Dondequiera que este río fluía trajo sanidad.
El Señor está a punto de liberar una abundancia de lluvia que llenará los ríos hasta el desbordamiento y romperá las presas de la división. Él está a punto de traer muchos arroyos juntos para este gran derramamiento, y vamos a experimentar su gloria de una manera sin precedentes. Muchas cosas sucederán y multitudes serán arrastradas al Reino de Dios. Muchas personas experimentarán avances de proporciones significativas, y habrá grandes milagros que acompañarán este derramamiento.
Hay muchas similitudes y paralelismos entre el libro de Ezequiel y el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis 4:1, el apóstol Juan vio una puerta abierta en el Cielo, y oyó una voz como de trompeta que le hablaba, diciendo: “... Sube aquí, y te mostraré las cosas que deben suceder después de esto”. Inmediatamente, entró en el Espíritu y describió lo que vio en el Cielo con detalles explícitos.
Juan también vio cuatro criaturas vivientes, pero eran diferentes de los seres espirituales que vio Ezequiel. La primera criatura viviente era como un león, la segunda criatura viviente como un ternero, la tercera criatura viviente tenía cara de hombre y la cuarta criatura viviente era como un águila voladora. Los cuatro seres vivientes (zóon): “cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. Y día y noche repetían sin cesar: ‘Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir’” (Apocalipsis 4:8). Creo que el Espíritu Santo también va a abrir nuestros ojos para ver a los ángeles y a los seres vivientes, que no son lo mismo.
Apocalipsis 4:1-2: “Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: ‘Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto’. Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo, y a alguien sentado en el trono”.
En Apocalipsis 22, el apóstol Juan tuvo una visión similar a la de Ezequiel. También vio el río sanador de Dios que salía del trono: “Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, y corría por el centro de la calle principal de la ciudad. A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones” (Apocalipsis 22:1-2).
La transformación que lleva al lugar más profundo
En Ezequiel 2:8-3:4, se le entregó a Ezequiel un pergamino que tenía lamentaciones, lamentos y aflicciones escritas en ambos lados. El Señor le dijo a Ezequiel que abriera la boca y se comiera el rollo que le habían entregado, y luego fuera a hablar a la casa de Israel. El abrió su boca, comió el rollo y entonces se volvió dulce como la miel en su boca.
En Apocalipsis
10:8-11, el Señor le dijo a Juan que tomara el pequeño rollo de la mano del
ángel (que estaba sobre el mar y la tierra) y lo comiera, y cuando lo hizo, fue
dulce como la miel en su boca, pero amargo para su estómago. El Señor le indicó
entonces que les profetizara a los pueblos, naciones, lenguas y reyes. El Espíritu
Santo puede usar a algunos de ustedes para liberar una palabra de corrección
que puede parecer dura pero necesaria, y cuando el receptor la reciba, se
volverá dulce y transformará su vida.
El Señor dice: “Mi unción será evidente en los profetas y los videntes en esta temporada para traer corrección, dirección y transformación; pero también estoy llamando a cada creyente a un lugar más profundo. Ahora es el momento de salir con fe a un lugar donde nunca has estado. Hay una dimensión que está disponible para ti; y cuando entres en este río, experimentarás un nuevo nivel de Mi gloria. Encontrarás que la gloria de esta última casa será mayor que la anterior, y en este lugar, traeré la paz”.
Elaine Tavolacci
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