Por Cindy McGill
“En la medida que el avivamiento avance, el mundo verá si nos amamos, nos honramos y preferimos a otros antes que a nosotros mismos”.
Jesús dijo en Juan 13:35: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”.
Este avivamiento es el regalo de Dios para un pueblo desesperado y destituido, porque su amor es el mensaje más fuerte y el milagro que el mundo debería ver. Señales y maravillas son la marca del amor de Dios, pero nuestro amor por los demás es el verdadero mensaje del avivamiento.
El amor es la roca sobre la cual nos paramos. Jesús oró en Juan 17:11 que seríamos uno, así como Él y el Padre son uno. Que tuviéramos un propósito, una manera de pensar y un corazón, moviéndonos como un equipo en la misma dirección y sin divisiones, para ver el Reino de Dios establecido en la tierra. Esta ola cruza líneas generacionales. Es tiempo de llamar a las demás barcas para que nos ayuden a recibir la pesca.
En 1 Corintios 13 comprendemos que aún hacer grandes cosas sin amor es ruido para el mundo y una irritación en lugar de ser un aroma agradable. El amor verdadero cree y espera todas las cosas y no recuerda los errores. Todos hemos cometido errores hacia otros y fuimos heridos por otros, pero perdonar y dejar ir a otros es la fuerza impulsora que suelta la gracia y la Gloria de Dios.
Perdonar y abandonar las ofensas
Una mañana el Señor le habló a mi esposo y le dijo que las cosas que separaban al Cuerpo de Cristo son “trivialidades”. Estas pequeñeces llegaron a ser un complot del diablo para dividirnos. Dios nos quiere unificados, conectados y moviéndonos juntos en poder. En este derramar, los rencores entre nosotros deben desaparecer. No vale la pena seguir en ese asunto.
Este avivamiento tiene que ver con las almas y con trabajar juntos como un equipo para ver el plan de Dios hacia aquellos que ama. El perdón remueve los impedimentos para que fluya el amor y pueda expresarse. La fe opera por amor, mientras vemos que el poder de Dios se suelta y los niveles de fe se incrementan, el poder sustentador y la presencia serán el amor de Dios. Mientras el fuego del avivamiento continua, el mundo verá si nos amamos, nos honramos y preferimos a otros antes que a nosotros mismos.
¿Removeríamos las ofensas y edificaríamos los puentes para funcionar como un Cuerpo? ¿Estamos listos para humillarnos y restaurar las relaciones como una señal que refleje lo que decimos? Si nos mantenemos en paz y amor, podemos sostener este avivamiento. Dios está creando un nuevo rostro en la Iglesia. Se verá muy diferente a la Iglesia que conocimos. Es una comunidad de gente llena de gloria y poder, cuyo fundamento es el amor y este no puede fallar.
Hey, usted se ve como es
Mientras este avivamiento se extiende, Dios nos está ungiendo para que seamos nosotros mismos, pero con Él dentro de nosotros. Una persona no es mayor que otra. Ninguno de nosotros debemos vernos como alguien más. El diseño de Dios es que todos podamos funcionar en nuestro propio don y con nuestra propia personalidad, para vernos así como fuimos creados, no como otro fue creado. Hay nuevas expresiones de Dios que se están soltando a través de nosotros.
La libertad desata la creatividad, de hecho, el Hijo ya nos hizo libres. Nacidos del Creador, fuimos diseñados para ser la gente más creativa del planeta. Es grandioso cuando podemos liberarnos de pensar que debemos hacer las mismas cosas que vemos hacer a otros. Dios quiere usarlo como usted es.
El avivamiento es la justicia de Dios
El Cielo está gritando: “¡Basta es basta!”. El juez justo emitió el veredicto y los cautivos ahora están libres. 1 Juan 3:8 dice: “El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo”. Nada puede detener esta gran ola de liberación.
El enemigo y sus intentos de robar, matar y destruir, se encontraron con el estándar de Dios. La compasión de Jesús provoca libertad para reinar, mientras miles y miles son liberados de las adicciones, las enfermedades, el desaliento, la opresión y cada prisión imaginable. La justicia de Dios se suelta, atrapando al enemigo y ordenándole que pague siete veces más aquello que robó. ¡Está escrito!
Dios mismo nos entregará una cosecha de almas y destruirá los planes de destrucción del enemigo, liberando a los inocentes que estaban en prisión bajo una autoridad tiránica y perversa. Dios está ordenando la liberación de estos prisioneros para mostrarles el bien en proporción a los días que estuvieron bajo la cautividad del enemigo. Con esta liberación y sanidad viene la autoridad para liberar a otros y confortar a los afligidos. Aquellos que estuvieron en cautividad tendrán una voz de autoridad en esta hora para profetizar liberación y libertad.
Dios está financiando su avivamiento
Mientras estaba en Minnesota tuve una visión abierta de un derramar de milagros financieros. Pude ver que se soltaban finanzas como si fuera arena desde una excavadora. Cuando una pala se vaciaba, más arena estaba disponible para ser derramada. Cada vez que alguien siembra en este avivamiento, hay más finanzas disponibles para su vida. La provisión viene con cada ola. Dios está financiando este avivamiento. Él es el dueño del oro y la plata, aquellos que manejen los recursos con integridad y sin codicia, serán los receptores del aumento. Estos recipientes son canales de provisión que no tendrán problemas a la hora de distribuir los fondos como el Señor les indique.
Voluntarios
La hoja de reclutamiento está lista. El Salmo 110:3 dice: “Tus tropas estarán dispuestas el día de la batalla, ordenadas en santa majestad. De las entrañas de la aurora recibirás el rocío de tu juventud”.
Estos voluntarios son portadores de la llama, enviados al campo de cosecha como los zorros con sus colas encendidas. Los voluntarios están siendo reclutados para moverse con la gloria y el poder del Señor. Esta marea de liberación está tomando ciudades, regiones y naciones. La fuerza sobrenatural acompaña al ejército de Dios. Las generaciones se conectan mientras la asamblea crece.
Cindy McGill
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