sábado, 8 de agosto de 2009

“Reuniendo las tropas en el 2009”

 

Por JoAnn McFatter

clip_image002Bueno, por fin estamos en el 2009. ¡Aunque pensamos que nunca llegaríamos aquí! La mayoría de la gente que conozco tuvo un año 2008 muy agitado y no hizo falta que los profetas nos hicieran conscientes de esta realidad. Una de las cosas que pienso debemos rescatar del año pasado, es nuestra necesidad de aprender a oír la Palabra del Señor por nosotros mismos para navegar a través de lo que nos introduce en este tiempo nuevo.

No me refiero sólo al rhema de la Palabra, también al logos, en partes iguales. Necesitamos ser fuertes en espíritu y verdad. Un fundamento firme en ambos es necesario mientras hacemos la transición hacia la misma corte del Señor para clamar por la restauración de todo lo que el enemigo trató de hacer.

“Volveos a la fortaleza, prisioneros de la esperanza; hoy también os anuncio que os dará doble recompensa” (Zacarías 9:12)

Un tiempo de restauración

Otra de las cosas que necesitan restauración es nuestro gozo. El Reino de Dios es justicia, paz y gozo; tres cosas que necesitamos desesperadamente en el año 2009. Si podemos operar en estas tres cosas, estaremos firmes como una luz sobre una colina en los días por venir. Creo que es parte del paquete de restauración que viene.

“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).

“Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga” (Salmo 51:12)

“Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envié contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas” (Joel 2:25).

Mientras abrazamos este tiempo de restauración, necesitamos sabiduría para determinar qué nos comió la langosta y cuál fue obra del Señor: Su pequeña cirugía espiritual. Para hacerlo algo más que un desafío, ¡aunque a veces son ambos! ¿Qué significa “…mi gran ejército que envié”? ¿Me quieres decir que Dios envió todas estas langostas? Las palabras hebreas aquí son “piel preterite” y significan: “…que Yo envié”.

Piel: Generalmente indica algún cambio en el sentido, como “quebrar” se transforma en “destrozar”.

Preterite: Generalmente indica una acción pasada o completa, pero también se puede traducir en acciones presentes o futuras que se pueden concebir como completas.

Es difícil tratar de explicar con conceptos espirituales eternos, lo que ocurre dentro de los límites de nuestro tiempo, atado a una realidad física. Pero lo que se dice básicamente es que Él tomó medidas drásticas para cambiarnos o reubicarnos, removiendo algo de nosotros para poder agregarnos algo aún mayor. ¿Será este el gran cambio al que todos hacen referencia para el año pasado? Eso es lo que debemos sostener mientras hacemos nuestra transición desde la prisión hacia el palacio, por así decirlo. Él nos está llevando con gracia hacia un nivel de discernimiento agudo, alineándonos con su sabiduría y entendimiento.

Confiar en su Palabra

“Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).

Podríamos ahorrarnos una gran cantidad de dolor si realmente escudriñáramos la Palabra de Dios, pidiéndole que sople su Espíritu viviente sobre nuestras vidas y nos lleve a la Verdad de lo que nos está diciendo. Creo que si nos entregamos de todo corazón a su Palabra Logos, nos garantiza la revelación hacia la plenitud de lo que tiene para nosotros. Debemos meditar en su Palabra. Encontraremos un lugar de refugio, ese lugar de paz y tendremos un fundamento firme: Nos pondremos de pie sobre la misma Roca de nuestra salvación.

“Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmo 119:105)

Gracias Dios porque Eclesiastés dice que hay tiempos y estaciones que duran por un tiempo y luego cambian. Como eso es cierto, entonces tenemos una buena estación delante de nosotros: ¡Porque la anterior fue demasiado desafiante! (por decirlo de alguna manera). Miramos hacia delante, al alivio que viene mientras clamamos a Él, sin perder la esperanza ni perder nuestra fe. Tomamos un respiro muy profundo, ceñimos nuestros lomos y luego de hacer todo eso: Perseveramos. Esa es la parte que nos toca hacer.

Cuando el ejército iba a la batalla, enviaban a sus cantantes adelante declarando: “El Señor es bueno y su misericordia es para siempre”. Puedo imaginar que tomaban un gran respiro, cerraban sus ojos y gritaban con todos sus pulmones, temblando con incertidumbre sobre lo que estaba a punto de suceder. Se movieron en fe, poniendo su fe en la Palabra del Señor que se soltaba a través de sus labios hacia la atmósfera: Aún haciendo su parte para cambiar lo que había en el aire en ese momento.

Debemos tener la sabiduría y el coraje para hacer lo mismo, con nuestras cabezas erguidas en la esperanza de nuestro llamado a manifestarnos como hijos de Dios, a punto de hacerle un severo daño al enemigo por causa de Aquel que vive en nosotros. ¡Cristo en nosotros, la esperanza de gloria!

JoAnn McFatter

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