Por Diane Cramer
En primer lugar, el 2009 es el tiempo para cruzar la línea de llegada. Es tiempo de unir las tareas, proyectos, metas y propósitos que Dios le ordenó hace tiempo con su andar en Él. No debe seguir esperando, postergando o dejando a un lado las cosas. Este es el tiempo para completar las carreras que estuvimos corriendo. Las metas antiguas se deben “retirar”, completar y alcanzar para la gloria de Dios. Es tiempo de finalizar esas carreras porque Dios quiere preparar a su pueblo para un nuevo tiempo: Una nueva maratón de poder, misericordia y milagros.
Dios también está preparando a su pueblo para cruzar nuevas líneas dentro del territorio del enemigo en una escala sin precedentes. Es tiempo para liberar a los cautivos en masa y en una magnitud que la Iglesia de hoy nunca vio. Dios tendrá a su pueblo en “entrenamiento” para liberar a aquellos prisioneros atrapados en el ocultismo y en los cultos, en la religión vacía, en la pornografía, en las conductas obsesivas compulsivas, en las adicciones, la depresión, los problemas de salud, los temores y la pobreza.
Una oleada de pródigos regresarán al Señor, trayendo gran regocijo a sus seres queridos que oraron fielmente por su regreso.
Las doctrinas de la Nueva Era aumentarán notablemente, pero dejarán a sus seguidores vacíos, débiles y dependiendo de respuestas temporales. El Evangelio tendrá vida para ellos y serán verdaderamente libres. Se abrirán las puertas para el islam, la cienciología y el mormonismo, llevando a esa gente hacia la verdad y trayendo liberación sobre ellos.
Mientras la maldad se incrementa, también lo hará el poder y la presencia de la Iglesia. Dios abrirá puertas que la mayoría de las personas nunca atravesaron. Preparará los corazones de los perdidos y los engañados para oír y recibir el Evangelio que literalmente salvará sus vidas. Los perdidos serán liberados poderosamente, mientras caen los grilletes y las ataduras espirituales que los paralizaron. Serán transformados en la salvación eterna de Jesucristo. El pueblo de Dios ya no puede limitarse a “congregarse”; “debe ser la Iglesia”.
Nuestras armas de guerra
Dios equipará a sus siervos con sus armas de guerra. La espada del espíritu, su Palabra, será el arma de ataque principal. La Iglesia declarará verbalmente la Palabra de Dios sobre situaciones y luego ocurrirán los resultados del poder del Espíritu Santo en milagros inmediatos y de maneras sobrenaturales, más allá de toda expectativa lógica. Jesús envió la Palabra y fue hecho, lo mismo ocurrirá con los siervos de Dios.
Los discípulos de Cristo necesitarán abrazar las Escrituras con pasión; el hambre y la necesidad por conocer la Palabra aumentará en todo el pueblo de Dios. A través de la Palabra: “…si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres” (Juan 8:36). Es necesario desarrollar una expectativa por lo imposible. La fe necesita ser aplicada, porque “todas las cosas son posibles para el que cree” (Marcos 9:23).
El Espíritu Santo barrerá la tierra con consolación, poder y renovación como siempre lo hizo. Habrá respuestas a la oración, sanidades y una atmósfera transformada con prontitud por la declaración de su Palabra por sus santos.
En segundo lugar, el poder de las armas espirituales de alabanza y adoración serán esenciales para alcanzar los propósitos de invadir el territorio enemigo. Será el camino más poderoso: “resiste al diablo y huirá” (Santiago 4:7), porque “Dios habita en la alabanza de su pueblo” (Salmo 22:3), “En su presencia hay plenitud de gozo” (Salmo 16:11) y “El gozo del Señor es nuestra fortaleza” (Nehemías 8:10).
Adorar a Dios con toda diligencia y pasión, equipará a su pueblo con fortaleza y dirigirá los pasos de los justos mientras sus corazones, sus mentes y sus oídos se vuelven hacia Él. El elevado sonido de las alabanzas de los santos de Dios, encadenarán al enemigo. Esta adoración será como el aliento de Dios que vigorizará al Cuerpo de Cristo. La adoración oxigenará el fluir de la vida de la Iglesia.
La gente será llena para fluir poderosamente y cumplir la voluntad de Dios. Muchos alcanzarán nuevos niveles de su presencia que le darán a Dios el momento y la oportunidad para hacer estas visitaciones por su Espíritu.
Nueva revelación de gozo
Sumado a esto, habrá una nueva revelación de gozo. La Iglesia no será dependiente de los estándares del mundo para el gozo, la realización o el éxito. El gozo se originará con Jesús, su paz y la búsqueda de su propósito. La vida será abundante para la Iglesia, pero Dios nos direccionará a simplificar nuestra existencia en la vida diaria. No será un tiempo de tomar o dejar, sino un tiempo de balance para volver a los fundamentos. “Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).
Recordaremos la importancia de las relaciones y la ministración del Cuerpo. La Iglesia se reunirá en sus casas como nunca antes y nacerá un nuevo sentir de la familia de la iglesia. Las víctimas rescatadas del territorio del enemigo serán fácilmente adoptadas por estas familias. Este será un nuevo comienzo para la Iglesia que desea aumentar el poder y la presencia del Dios viviente.
Finalmente, la Iglesia necesitará las obras de los cinco ministerios para cruzar con éxito la línea hacia el territorio del enemigo. Los pastores están sobrecargados y estresados porque no están equipados para esta tarea. Este trabajo no volverá a ser así. La Iglesia necesita una estrategia de ofensiva militar de cooperación y unidad para conquistar el control del enemigo sobre las víctimas.
Es necesario que haya una oleada en las áreas donde es necesario un rescate para unir los esfuerzos del pastor, el maestro, el evangelista, el profeta y el apóstol. Este es el diseño original de la Iglesia, el plan original y perfecto de Dios, Él quiere restablecerlo en la Iglesia de hoy. La Iglesia necesita ser entrenada para establecer este liderazgo multifacético y el gobierno que la establecerá de una manera más efectiva en estos últimos días. Tristemente nos olvidamos o rechazamos este diseño original.
Prepárese para cruzar las líneas de demarcación en el 2009 que algunos aún no cruzaron. La Iglesia clamará y reclamará el territorio que le pertenece al Reino de Dios. Su plan para este nuevo año es sacudir los viejos caminos, terminar las tareas anteriores y establecer nuestra visión en nuevas metas; una nueva carrera para una nueva línea de llegada. Dios quiere ser el entrenador personal de la Iglesia, preparando a cada uno de sus hijos para una carrera celestial de proporciones olímpicas. Esta será por una poderosa razón de victoria sobre el mal que existe en el mundo, mientras incrementa al Cuerpo de Cristo como el pueblo de Dios para “preparar el camino para el Señor”.
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él” (Mateo 11:12).
“¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).
Dios, prepáranos y bendícenos.
Diane Cramer
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