martes, 4 de agosto de 2009

“Invasión de la Gloria: Dios quiere que cargue el Arca de su Pacto”

 

Por Jill Austin

clip_image001En mi corazón está el deseo de cargar la gloria del Señor para que podamos tener más de su presencia y más de Él en medio nuestro. El pasaje de 2 Corintios 4 nos dice que somos vasos de barro, ¡pero el tesoro de la gloria dentro de nosotros es el mismo Señor!

¡Todos corren por el oro! Las naciones se preparan para las olimpíadas y no buscan la plata o el bronce, quieren el oro. Siento que el clamor de nuestro corazón es: “¡Oh Señor, queremos el oro!”. Queremos su gloria, queremos conocerlo mejor. “Señor, permite que tu presencia y tu fuego habiten dentro de nosotros”.

Cuando hablamos de evangelismo profético, hablamos de ser vasos vivientes llenos del fuego y la gloria del Señor, moviéndonos por dondequiera que vamos. No es suficiente tener su gloria en nuestra Iglesia, en nuestras casas o en nuestras reuniones. El Señor quiere invadir por completo nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean para que podamos llegar a ser, literalmente, sus manos, sus ojos y sus pies para un mundo herido y moribundo.

Una clave para la transformación de la ciudad

Éxodo 3:2-3, 16-17 dice: “Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: ¡Qué increíble! Voy a ver por qué no se consume la zarza… tú, anda y reúne a los ancianos de Israel, y diles: El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: Yo he estado pendiente de ustedes. He visto cómo los han maltratado en Egipto. Por eso me propongo sacarlos de su opresión en Egipto y llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. ¡Es una tierra donde abundan la leche y la miel!”.

¿Qué capacitó a Moisés a pararse delante del Faraón y declararle con coraje: “Deja a mi pueblo ir”? Un encuentro con una zarza ardiente y Moisés cambió para siempre. Dios no sólo arruinó la vida de Moisés, ¡esta visitación lo revistió para que llegara a ser el libertador de una nación!

¿Quiere ver a Dios cambiando su ciudad?

La pregunta más común que oigo en mis conferencias es: “¿Cómo podemos traer un avivamiento? ¿Cómo podemos traer el Cielo a la tierra? ¿Cómo podemos darle la bienvenida al Rey de Gloria?”. Creo que una de las claves para la transformación de la ciudad es una visitación personal.

Para que Dios cambie su ciudad, en primer lugar debe tener una visitación personal radical. Si usted quiere entrar en un mayor mover de Dios, primero debe tener un encuentro personal con Él y sostenerlo en el tiempo.

Si examinamos la Escritura, veremos cómo la mayoría de nuestros padres en la Fe tuvieron un encuentro personal con Dios que los lanzó hacia su destino y así pudieron cambiar el curso de la historia bíblica. El resultado de estos encuentros señalados no se limitó a que ellos mismos fueran tocados, el pueblo de Dios fue radicalmente bendecido. No podemos divorciar la transformación de la ciudad de un encuentro personal con Dios. ¡Si usted quiere un avivamiento, clame para tener un encuentro radical con Jesús!

Oración: Señor, ¡quiero tener una visitación radical de tu presencia! Así como te apareciste repentinamente ante Moisés, clamo por una emboscada de tu Espíritu. ¡Te pido que pongas tu mira en mi corazón y arruines mi vida para Jesús! ¡Debo tener más! ¡Úsame como lo hiciste con Moisés para liberar a toda una nación con un sólo encuentro personal!

¿Quiere una visitación?

La gloria del Señor es una carga muy grande en mi corazón. ¿Quiere tener una visitación? ¿Cuánto fuego, cuánto de la unción, cuánto de la presencia del Dios viviente quiere tener en su vida?

En este momento nos estamos moviendo en un nivel de renovación mientras el Señor, el Capitán de los Ejércitos, se está moviendo sobre todas las naciones. Es un milagro que el Cristo viviente, el Rey de gloria, se esté moviendo a través de todas las barreras denominacionales, entre todas las razas, colores y tribus.

Cuando miramos hacia atrás lo que Dios hizo en medio nuestro, nos arruina para vivir. No podemos volver a vivir en un callejón sin salida. Vimos gente sanarse y su presencia moviéndose poderosamente en medio nuestro. ¿Cómo podemos volvernos atrás o conformarnos con menos? Estamos hablando de avivamiento, acerca de cómo el Señor se está moviendo en la mayoría de las naciones y ciudades.

Clamamos a Dios para que traiga un avivamiento

En el pasado hubo conferencias maravillosas. La gente tenía un elevado nivel de fe; eran sanos, libres y radicalmente tocados, invitándonos a quedarnos por dos o tres semanas en esa misma ciudad. Cuando caminamos hacia una reunión, toda la atmósfera se cargaba con la santidad de Dios. No era una conferencia en el “nivel de seguridad”, donde creíamos que Dios simplemente nos encontraría; sabíamos que Jesús estaba en la atmósfera. Cuando entrábamos en el salón, era como “caminar por debajo del agua”, debido a la profundidad y el peso de la gloria de Dios.

Las manifestaciones a menudo ofenden a la gente, pero como vasos de barro, nos sacudimos y temblamos cuando tocamos el trono de Dios. Encontramos que mientras se pasa de la renovación hacia el avivamiento, hay menos sacudidas. Es como el verso que dice: “Estén quietos y reconozcan que Yo soy Dios”. Cuando sienta que el peso y la gloria del Señor comienzan a moverse sobre el pueblo, hay quietud. La gloria se satura en las profundidades de quienes somos. ¡Es increíble!

El Arca del Pacto

El Arca del Pacto en el Antiguo Testamento es el lugar donde arde el fuego y habita la presencia de Dios. Era una caja de madera. ¿Qué había dentro del Arca? La vasija con maná estaba dentro del Arca, representando a Jesús como el Pan de Vida. Su pan nos llenará. También estaba la vara de Aarón, compuesta por madera seca y brotes en flor, representando la unción de resurrección. También estaban las tablas de piedra que representaban la Ley. Nunca podríamos lograr vivir por la Ley, por eso tenemos la Sangre de Cristo Jesús.

El cofre hecho de madera, significaba la humanidad de Cristo. Estaba cubierto de oro, representando la divinidad. Nunca se contaminaron y nunca se juntaron, mostrando que Jesús era Dios y hombre al mismo tiempo.

La cobertura del arca se llama el Trono de Misericordia. Necesitamos la misericordia de Dios en nuestras vidas. Los querubines se enfrentaban cara a cara sobre el Trono de Misericordia. Los sacerdotes iban una vez al año y derramaban la sangre del sacrificio sobre el Arca como expiación.

Nuestra oración debe ser: “Señor, trae el Arca del Pacto y habita justo aquí donde estamos”. Todos queremos ver la Presencia manifiesta del Señor dondequiera que vamos para que los ojos puedan ser abiertos, los cojos puedan caminar y Dios pueda darnos palabras de vida valiosas para atraer las almas.

Él quiere darnos redes llenas de la Shekinah del Señor a cada uno de nosotros para que al arrojar esas redes de pesca en nuestros hogares, vecindarios o trabajo, atrapen peces. Él nos hizo pescadores y nunca deberíamos estar satisfechos hasta que el Señor nos entregue más peces.

El clamor del corazón de Dios

Siento que el Señor está clamando para que tengamos más hambre por Él. Es demasiado fácil caer en programas y reuniones. Aún durante los tiempos de Moisés, era demasiado fácil para ellos caer en alguna forma de religión, sin tener hambre por el fuego de la presencia del Dios viviente.

Hay un clamor dentro de cada uno de nosotros para no terminar como una cáscara vacía. ¡Necesitamos su fuego en las profundidades de quienes somos! Necesitamos que nuestros huesos se quemen porque lo amamos demasiado. Necesitamos que nuestra sangre hierva por poder hablar. Necesitamos que un hambre divina se establezca en la profundidad de quienes somos. Necesitamos que el Señor nos tome y sacuda de nosotros toda la apatía y la complacencia, hasta que surja un verdadero y fresco amor por Jesús, nuestro Señor.

Nunca oiremos lo suficiente acerca de volver a nuestro primer amor. Nunca podremos oír lo suficiente de la voz del Novio y sobre su regreso. ¿Recuerda cuando lo conoció por primera vez? ¿Recuerda la pasión que tenía? ¿Recuerda cuando Él susurraba y usted respondía con toda rapidez? ¿Lo dejaría volver a encender el fuego de la pasión del primer amor en las profundidades de su corazón?

¿En su vida existe un vacío o falta de sentido, aún cuando sabe cómo orar por la gente, aún cuando se mueve en el liderazgo y conoce cómo entrenar y equipar a la gente? ¿Volvería a Él, a su primer amor? ¿El fuego que arde dentro de usted es como la Shekinah del Dios viviente? ¿La unción de resurrección y el fuego de Jesús lo están tocando?

Siento que el Señor está diciendo constantemente: “Quiero que desees más de Mí. Quiero que tengas más hambre por Mí”. Tan pronto como comience a sentir que llegó a ese sitio, comienza a perder su posición de vanguardia. Algunos de nosotros comenzamos a sentirnos satisfechos con la superficialidad y ya no clamamos profundamente y recordamos de cuando surgía el oro, cuando la Shekinah y peso de su gloria habitaban en nuestras reuniones. Nos olvidamos de las mentes y los cuerpos que fueron sanados. Señor, ¡ayúdanos a no olvidarnos de tu Presencia!

El sentir del Señor no es que la Shekinah se quede dentro del Arca del Pacto. Como puede ver, cuando Él murió en la Cruz, partió el velo para que podamos ser templos vivientes con el Arca del Pacto, la Shekinah, dentro de nosotros. Podemos tomar la vara de Aarón y proclamar que sí, estamos hechos de madera, pero por causa de la unción de resurrección, nuestras vidas reverdecieron y florecieron.

Quizá haya ido de religión en religión, tratando de llenar un lugar vacío dentro de usted, pero ahora tiene el pan de vida, la Palabra de Dios con el fuego y la revelación, está completo. El Señor le pide que recuerde quién es Él.

Hubo reuniones donde el peso de la gloria de Dios estaba allí y los ojos de las personas se abrían, la gente comenzaba a ver en la realidad eternal y lloraban porque literalmente veían las almas yendo hacia el infierno. Veían a Jesús caminando como un fuego viviente dentro del salón y tocando a la gente.

Todo lo que sé es que al ser tocados por el Señor, cuando podemos echarle un vistazo a la eternidad, nos arruina de por vida. ¡Allí descansa el clamor que dice que debemos tener más de Él!

Dios quiere que cargue el Arca de su Pacto

Él lo llamó para tener el oro de su Shekinah dentro de usted. Él quiebra la mentira que dice: “No puedes ser un hombre o una mujer profética de destino y primogenitura”. ¡Quiebro la esclavitud del enemigo para que se manifiesten!

El Señor dice:

“Los llamé como un pueblo profético, con un destino pleno como primogénitos. Los llamé para volar por las alturas como las águilas. Alguien que grite y desgarre los cielos, un pueblo de guerreros. Los llamé para ser personas de destino. No se conformen con menos que eso”.

Permita que el Señor comience a soltar en ustedes otra vez la visión a través de la cual se reconocen como águilas. Que lo amen tanto que quieran volar hacia las alturas como las águilas, manteniendo sus ojos en Jesús, el Hijo del Dios viviente.

El Señor dice:

“¿Me amas lo suficiente como para volver a arriesgarte? ¿Me amas lo suficiente como para recibir otra oportunidad? ¿Me amas lo suficiente como para anhelar volar? ¿Me amas lo suficiente como para rugir sobre tus circunstancias? ¿Me amas lo suficiente como para dar tu vida? Te estoy llamando para que te eleves a los cielos. No quiero que termines atado a la tierra. Permíteme quebrar las cadenas que te mantienen atado. Permíteme liberarte de tus ataduras. Permíteme enseñarte cómo atrapar el viento. Hijo mío, ven y comienza a elevarte de nuevo. Salta, Yo te atraparé. No permitiré que caigas si confías en mí. Salta, Yo te atraparé. No permitiré que caigas”

Jill Austin

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